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Pikolinos: filosofía japonesa para el gigante del calzado ilicitano

La empresa de la familia Perán aplica la estrategia empresarial nipona y pone en marcha un plan estratégico para volver a la facturación prepandemia: 130 millones de euros

Actividad manufacturera en España
Fábrica de zapatos Pikolinos en Elche (Alicante).

Durante los últimos 12 meses, la empresa ilicitana de calzado Pikolinos ha removido su organización para acometer una reestructuración que le permita recuperar la facturación del penúltimo ejercicio registrado y consolidar su presencia nacional e internacional. Tras la salida el pasado enero de su director general, Manel Jadraque, la segunda generación de la familia fundadora, los hermanos Perán (Juan Manuel, Rosana y Carolina), con el 100% de las acciones en sus manos, se ha puesto al frente de la compañía. Un cambio que, según Juanma Perán, actual director general, no ha sido tan brusco como pudiera parecer. “La familia lleva más de una década vinculada a distintos departamentos de la empresa. Con la salida de Jadraque hemos conseguido un organigrama más plano que nos va a permitir llevar a cabo esa reestructuración de forma más ágil, y no empezando desde cero, como si hubiera entrado una persona externa”, señala.

Tras este giro en la dirección, la empresa acaba de poner en marcha un plan estratégico a tres años para reforzar su actividad comercial en España y fuera. Sin datos de inversión comunicados sobre este plan, con él Pikolinos quiere alcanzar una cifra de ventas de 130 millones de euros en 2023, similar a la de hace dos ejercicios [su año fiscal es irregular], cifrada en 128 millones y con un resultado de explotación de 11,9 millones, un 1% menos que el año anterior.

Bajada del negocio

Tras dos años de pandemia, el ejercicio que acaba de concluir [que va de mayo de 2021 a abril de 2022], y para el que no ha presentado cifras todavía, la empresa prevé una caída del 30% sobre el anterior. Espera contabilizar entre 107 y 110 millones de euros de facturación. “Aun así es positivo. Hay un vuelco en la tendencia del mercado, sobre todo en el internacional. Algunos países como los del norte de Europa están un tanto ralentizados, pero hay otros con fuertes expectativas de crecimiento como Estados Unidos, donde las previsiones hablan de subidas por encima del nivel prepandemia”, explica el empresario. Un término este último que, apunta, “quiero dejar a un lado”.

La zapatera de Elche pretende acometer su crecimiento de forma orgánica. “Por ahora no tenemos planes de comprar. Todavía contamos con una alta capacidad de crecimiento por nosotros mismos. No hay necesidad de hacer una fotografía de grupo más grande”, sentencia Perán.

Con una plantilla de 600 empleados, su apuesta pasa por la consolidación de los mercados nacional e internacional. En España, donde radica el 25% de las ventas de la compañía, su reto es posicionarse entre las tres marcas líderes por volumen, acciones y visibilidad. “Es nuestro mercado más sólido, es el número uno y donde hemos invertido mucho”, apunta el directivo. Una condición que, de momento, y tras la reciente inauguración de dos establecimientos en Barcelona, no implica planes de nuevas aperturas, según manifiesta Perán.

Fuera de España, Pikolinos está en más de 60 países, desde donde llegan el 75% de sus ingresos. Un volumen que no parece argumento de peso para ampliar sus puntos de venta al otro lado de la frontera. “Por ahora la empresa no busca nuevos emplazamientos, salvo que haya alguna oportunidad”, comenta el director general. Su objetivo se centra en crecer, sobre todo, en sus principales clientes: Francia, China, México, Alemania y Estados Unidos. “Creemos que en esos cinco países todavía tenemos margen para subir ventas, pero sin nuevas aperturas, aunque nunca se sabe. Podríamos hacerlo en Francia, donde tenemos más cercanía, o en México, en el que recientemente hemos inaugurado una franquicia. Un mercado este último en el que queremos consolidarnos como marca española”, señala.

Un objetivo que, como explica el ejecutivo de Pikolinos, no deja de lado el resto de sus destinos. “Cuidamos todos los países, como por ejemplo Australia, donde crecemos a buen ritmo y donde estamos presentes desde hace más de 15 años”.

En su centro de producción en Elche de más de 5.000 metros cuadrados, al que han llamado Pikokaizen, la compañía sigue la filosofía empresarial japonesa Kaizen o de mejora continua. Ha desarrollado un software para aumentar la productividad en todos los procesos de la fabricación del calzado y ha favorecido una producción sostenible. De hecho, Pikolinos es una de las marcas de calzado español pioneras en recibir el certificado ecológico y su tratamiento natural de la piel con tintes al agua y colas sin disolventes son algunas de sus señas de identidad.

En su planta alicantina se fabrica el 40% de la producción de la compañía que suma, en total, unos dos millones de pares de zapatos al año. El 60% restante tiene como origen las cuatro fábricas subcontradadas que se reparten entre Portugal, China, Marruecos e India.

La empresa, que comercializa su producción bajo dos enseñas, Pikolinos y Martinelli, tiene en la primera su abanderada, que supone entre un 85% y un 90% de las ventas. Mientras su segunda marca, adquirida en 2007 por 3,5 millones de euros, asume el resto y vende en territorio nacional el 90% de su producción.

Canal multimarca

El canal físico es su principal forma de venta: en territorio nacional la empresa zapatera dispone de 5 franquicias y 37 tiendas en propiedad. Mientras, fuera de España la actividad de Pikolinos gira en torno a la franquicia, con más de 140 establecimientos en China o 12 en México. Pero más allá de tiendas en propiedad y franquicias, la compañía cuenta con el canal multimarca, su gallina de los huevos de oro. Es el segmento más potente, con más de 8.000 puntos de venta repartidos por todo el mundo.

Pikolinos también apuesta por el comercio electrónico, que ha ido escalando posiciones en los últimos años. Abrió su página web en 2009 y desde entonces la venta online ha crecido hasta representar el 12% del total de la caja. “Empezó como un canal alternativo y ahora es una necesidad. Tenemos que ofrecer ese servicio a un consumidor que lo reclama”, apostilla el director general.

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