Jaque mate a las reglas del juego
Es esencial saber protegerse, pero también promover reformas que generen dinamismo económico
El rey es una pieza de pelea. “¡Úsalo!”, dijo el ajedrecista austríaco Wilhelm Steinitz. En el tablero geopolítico actual, el poder y la influencia son el rey y, por ello, el comercio internacional transita del imperio de la ley al reino de la ley del más fuerte. No es un cambio menor. Cuando la geopolítica domina cada decisión, los países utilizan la posición dominante de sus empresas para alcanzar objetivos políticos fuera de sus fronteras, aunque eso suponga ir en contra de la lógica del mercado y genere costes para sus economías. El ejemplo más reciente es la respuesta de la Unión Europea ante la invasión rusa de Ucrania, donde los principios y valores sociales se han impuesto a los intereses meramente económicos.
En este contexto, donde las regulaciones preexistentes quedan a un lado y las estrategias se rigen por las reglas del poder, ¿cuáles son los movimientos adecuados y qué piezas las fundamentales para ganar la partida del comercio internacional? En el ajedrez, como en la vida, la mejor jugada es siempre la que se realiza, afirmó el ajedrecista alemán Siegbert Tarrasch. En esta partida, la Unión Europea necesita agilizar el desarrollo e incorporación de herramientas para responder a los nuevos desafíos en materia de seguridad, sostenibilidad y competencia económica. Muchas regulaciones y políticas con este objetivo ya están en proceso. Algunas tienen un carácter disuasorio y existirá discrecionalidad en su aplicación. Otras, sin embargo, cambiarán las condiciones para exportar a Europa y afectarán a todas las empresas extranjeras por igual. En el contexto del poder, es importante que la Unión Europea construya puentes regulatorios, que reduzcan el coste que algunas de sus políticas imponen a las empresas de sus aliados más próximos.
Nunca se ha ganado una partida abandonándola, manifestó el ajedrecista franco-polaco Savielly Tartakower y, por ello, Europa no debe enrocarse al inicio del juego, sino ocupar el centro del tablero. Los acuerdos comerciales pueden ser una pieza fundamental. No solo ofrecen acceso a los mercados extranjeros en condiciones favorables, sino que permiten diversificar las importaciones y reducir la dependencia comercial. Hay que tener en cuenta que, pese a que la gran mayoría de los países votaron a favor de la resolución de la ONU que condenaba la invasión rusa en Ucrania, tan sólo 12, además de la UE, han impuesto sanciones económicas a Rusia. Por tanto, para alcanzar sus objetivos geopolíticos, la UE necesita profundizar sus relaciones económicas, culturales y políticas con otros países. Concluir y ratificar los acuerdos comerciales con el Mercosur, Chile, México, Nueva Zelanda o Australia, y aumentar así su red de proveedores y compradores, es una prioridad comercial, pero también política.
Además, debemos recordar que economía y geopolítica van de la mano. Un mal movimiento anula 40 buenos, indicó el ajedrecista germano-británico Bernhard Horwitz. La capacidad de la UE para alcanzar sus objetivos geopolíticos requiere una economía atractiva y capaz de expandir su influencia. Sin embargo, en las últimas décadas, Europa ha perdido su ambición de conseguir “la economía basada en el conocimiento más competitiva y dinámica del mundo”. Actualmente, se insiste en que el tamaño del mercado interior es suficiente para que las empresas extranjeras adopten las políticas europeas como propias y se exporten a sus socios comerciales. La mala noticia es que las proyecciones indican que el peso relativo de la economía europea en la economía global continuará disminuyendo. Ante esta disyuntiva, es fundamental arriesgar en la partida geopolítica. Para ello, la UE debe recuperar su ambición y promover políticas capaces de generar una economía vibrante e innovadora, atractiva para que las empresas extranjeras quieran vender sus productos y establecerse, sin importar el tamaño del mercado único.
La política comercial europea, tradicionalmente basada en reglas e instituciones internacionales, evoluciona hacia un nuevo mundo regido por la lógica del poder. En esta transición, donde la estrategia geopolítica es tanto o más importante que las reglas multilaterales, la UE debe encontrar el equilibrio entre políticas defensivas y ofensivas. El ajedrez es una prueba de voluntades, manifestó el ajedrecista estonio Paul Keres y, con cada movimiento, Europa muestra un fragmento de su personalidad. Es fundamental saber protegerse, pero también promover las reformas que generen el dinamismo económico necesario para seguir jugando y mantenerse como una región atractiva y relevante en el tablero económico mundial.
Óscar Guinea es economista del European Centre for International Political Economy, en Twitter @osguinea. Isabel Pérez del Puerto es periodista.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.