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Un lazarillo para las empresas en la era de la digitalización

La consultora Babel asesora en temas tecnológicos a grandes compañías y entes públicos y factura 104 millones

Tony Olivo, consejero delegado de Babel.
Tony Olivo, consejero delegado de Babel.Carlos JG Pastrana
Nacho Sánchez

Con delegaciones en seis países, la consultora tecnológica Babel ha puesto el pie en el acelerador y prevé mantenerlo ahí durante mucho tiempo. Lleva dos años en un ritmo frenético de crecimiento gracias a tres adquisiciones. Por un lado, la división de servicios de la multinacional alemana Software AG en España. Por otro, han pescado doblemente en Málaga, primero con Ingenia el verano pasado y después este mismo febrero con Skill and Craft. Estos movimientos les han permitido pasar de 900 empleados y 41 millones de facturación en 2019 a rozar los 2.000 empleados en 2021, cuando facturó 104 millones, un 23% más que en 2020. Con un margen de explotación (ebitda) anual que ronda el 10% del volumen de negocio, la compañía se ha marcado el objetivo de 300 millones de facturación y 5.000 empleados en 2025 adquiriendo una o dos nuevas firmas cada año. El fondo de inversión Aurica Capital es su gran aliado. “Nos ha dado el músculo financiero que necesitábamos”, afirma Tony Olivo, consejero delegado y director general de Babel.

Hoy en la cima, Olivo fue de las primeras personas que se unieron al proyecto que comenzaron tres socios, de los que solo uno de ellos, Salvador Fontán, continúa en el consejo de administración. Idearon una consultora tecnológica que diese servicios de transformación digital y, a la vez, fuese atractiva para los profesionales que trabajaran en ella. La fundaron en 2003 desde un modelo de recursos humanos singular. “La idea era alinear los objetivos de la compañía y de sus empleados”, recuerda Olivo. Ello incluye repartir la mitad de los beneficios entre los trabajadores, mientras que la otra mitad es para los propietarios. Cada empleado tiene su nómina y un bono que depende de la rentabilidad de Babel. Con el objetivo de captar talento en un mercado cada vez más competitivo, los empleados también reciben un beneficio en caso de recomendar el fichaje de alguien que, finalmente, sea contratado por la compañía. Desde el primer confinamiento por el coronavirus, la plantilla trabaja desde casa.

Fórmula para el talento

Cualquier trabajador tiene la oportunidad de convertirse en socio, recibiendo a final de año sus dividendos. Es la fórmula para atraer pero también retener perfiles cualificados. En la actualidad cuentan con 74 socios. “Cada año nos reunimos, hacemos propuestas y, entre todos, se decide quién se une a la propiedad de la empresa”, apunta Olivo, que afirma que pueden ser personas pertenecientes a cualquier departamento, sea personal ejecutivo o no. “¿A quién hacemos socio? Pues a los mejores. Esto hace que el modelo funcione”, señala el máximo responsable de la consultora. Las condiciones son iguales para toda su plantilla, repartida por sus delegaciones en Madrid, Barcelona, Sevilla, Málaga y Avilés en España. También tienen presencia en Portugal, México, Chile, Estados Unidos y Marruecos, donde el negocio de la firma ha experimentado un 51% de crecimiento en el último año y donde actualmente hay ofertas de trabajo abiertas.

La compañía trabaja en aspectos que van del big data a la inteligencia artificial, ciberseguridad, internet de las cosas, automatización y análisis de información en tiempo real, entre otras. Uno de sus trabajos recientes ha sido la creación de la nueva aplicación para la compra de billetes de Renfe. Entre sus clientes históricos está ING Direct, al que proveen de tecnología y para el que tienen un centenar de personas en dedicación exclusiva. Más allá, realizan labores para una nómina de compañías que incluye nombres como los de BBVA, Unicaja, Map­fre, Línea Directa, Telefónica, Orange, Leroy Merlin, Mayoral, Cosentino o ministerios como el de Empleo, Seguridad Social o Justicia. “Administraciones públicas, empresas del Ibex 35, multinacionales…, casi todas las compañías, sean del tamaño que sea, necesitan acompañamiento digital”, explican desde la consultora, que recientemente se ha asociado con la alemana Mambu para mejorar su servicio de banca en la nube y ha firmado un acuerdo con el Museo Carmen Thyssen de Málaga para encargarse de su ciberseguridad.

Hasta 2020, Babel no podía responder a las firmas más grandes porque no contaba con la dimensión necesaria para ello. La solución la aportó el fondo de inversión Aurica Capital, que permitió crecer de manera inorgánica y tener la capacidad de dar servicio a esos clientes. El fondo español de capital riesgo (que el Banco Sabadell vendió en 2021 a sus directivos) posee hoy el 25% de Babel —el restante 75% continúa en manos de trabajadores— y seguirá ahí hasta 2025 para alcanzar los objetivos marcados en el plan estratégico hasta ese año.

La compra el pasado mes de julio de la malagueña Ingenia —que facturaba 21 millones con una plantilla de 400 profesionales— ha sido uno de los pasos recientes más importantes. De Málaga también procede la última adquisición, Skill and Craft, que llegó a principios de febrero para reforzar los servicios de e-learning y que Babel sea “referente” en los nuevos modelos de formación digital, según su director de Estrategia e Innovación, Luis Barreiro. La firma llegó, además, con una treintena de clientes bajo el brazo, como Seguros Axa, Makro o Alcampo.

Crecimiento orgánico

El crecimiento mediante adquisiciones ha sido clave en el salto de Babel. “Con estas compras hemos ganado músculo y clientes que no contaban con nosotros, ahora nos tienen como proveedores preferenciales”, señala Tony Olivo, su consejero delegado, que explica que entre los planes de la compañía se encuentra la adquisición de una o dos empresas al año “para ser más fuertes”. Olivo destaca que la idea es combinar ese proceso con el crecimiento orgánico. Para conseguirlo, la consultora ha contado con el apoyo de un contexto inesperado: una pandemia que ha acelerado “como nunca” la carrera tecnológica. El proceso de digitalización se desarrolla a marchas forzadas en prácticamente todos los sectores. “El efecto covid nos ha beneficiado. Hoy se intenta que todo se pueda hacer con el ordenador o el móvil. Y quienes no están ahí o no tienen los procesos depurados, pueden tener muchos problemas”, señala Olivo.

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