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Petróleo
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Osos y reservas estratégicas para el invierno

La venta de reservas estratégicas no supone la estocada final a los precios del petróleo, pero, ciertamente, nos va a permitir pasar un invierno más cómodo

joan bonet majó opinion reservas estrategicas
Pozo petrrolífero.EFE

Esta semana ha venido marcada por el cambio de paso de la Reserva Federal. En su comparecencia ante el Comité Bancario del Senado, Jerome Powell afirmaba que ha llegado el momento de dejar de referirse a la inflación como “transitoria”. De esta forma, abría la puerta a acelerar el ritmo de reducción de estímulos, adaptando el mensaje de la principal autoridad monetaria del mundo a una inflación que, con una tasa interanual del 6,2%, comienza a presionar con fuerza.

Conscientes de que un 30% de la subida de la inflación que se ha producido en EE UU se debe al efecto del alza de los precios de la energía —un 53% en el caso de Europa—, y de que no se puede estar únicamente a expensas de la OPEP —­que mantiene su hoja de ruta y no subirá la oferta de petróleo hasta enero—, otros gobernantes también comienzan a actuar. En ciernes de un invierno que podría ser especialmente duro debido a los efectos de La Niña —fenómeno climático que produce un enfriamiento anómalo del océano Pacífico oriental ecuatorial cercano a la costa sudamericana—, tratan de evitar una escalada adicional en el aumento de los precios del petróleo.

Para ello, Biden ha optado por el mismo remedio que utilizan los osos cuando se preparan para el invierno. Igual que estos mamíferos, la economía ya ha ingerido mucha grasa a lo largo de los últimos meses —en forma de inflación energética— y, ante el frío, toca planificar los próximos. En vez de invernar, hay que hibernar, tratando de mantener los precios del petróleo en estado de letargo, sin permitir subidas adicionales.

El presidente norteamericano ha recurrido al anuncio de la venta de un 8% de sus reservas estratégicas de petróleo (18 millones de barriles en venta directa y 32 millones a través del mecanismo de intercambio). Se trata de una medida muy excepcional que solo se ha aplicado en tres situaciones a lo largo de los últimos 30 años: durante la guerra del Golfo, la revolución libia de 2011 y el huracán Katrina. Aunque este tipo de decisiones no estabilizan los mercados de crudo en el largo plazo, sí consiguen rebajar los precios en el corto. Históricamente, durante los tres meses siguientes a su anuncio han generado caídas del crudo entre el 12% y el 21%. Es más, en el pasado se consiguió que los precios cayeran sin llegar a cumplir, ni mucho menos, con los objetivos marcados: durante la Operación Tormenta del Desierto se vendió tan solo un 3% de las reservas —la mitad del objetivo anunciado—, y con el huracán Katrina, un 1,5% —­un tercio de lo comprometido—.

En los mercados de crudo, a veces, las palabras son más determinantes que los hechos. La venta de reservas estratégicas no supone la estocada final a los precios del petróleo, pero, ciertamente, nos va a permitir pasar un invierno más cómodo, como el de los osos en sus cuevas.

Joan Bonet Majó es director de estrategia de mercados de Banca March.


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