La proclama de Isidro Fainé para una recuperación efectiva
El ejecutivo centró este año el tiro en la necesidad de contar con un marco regulatorio fiable y aprovechar la colaboración público-privada
A la sombra de la Mezquita, rodeado de casi 900 directivos y con algo de retraso respecto a otros años, Isidro Fainé volvió a mandar el jueves pasado su mensaje de otoño durante el XX Congreso de la Confederación Española de Directivos y Ejecutivos (CEDE) celebrado en Córdoba. Ante la presencia de Felipe VI, que nunca falla, y de la vicepresidenta primera y ministra de Economía, Nadia Calviño, que tampoco ha faltado en los tres años que lleva en el cargo, el ejecutivo de Manresa se esforzó en construir un discurso conciliador, como acostumbra.
Si el año pasado, en Valencia, centró el tiro en la transformación digital y la transición verde, además del diálogo entre las fuerzas políticas, este año tocó hacerlo en “la necesidad de construir y preservar un marco regulatorio que sea fiable, de modo que proporcione seguridad jurídica, y aprovechar la colaboración entre el sector público y el privado”, temas a los que también se habían referido los presidentes de la Cámara de España, José Luis Bonet, y de la patronal CEOE, Antonio Garamendi, en sus intervenciones.
Con el tono sosegado que le caracteriza, Fainé fue digiriendo el mensaje. Comenzó aludiendo a los retos para “recuperarnos lo antes posible de la crisis, sacar provecho y adelantarnos a las transformaciones profundas y aceleradas que tendrán lugar”. Luego alabó la resiliencia del tejido empresarial (“desmintiendo los pronósticos agoreros realizados meses atrás”) y a los empleados y el sector público “como pilares fundamentales para salir de la crisis y avanzar por la senda del progreso”. Y no se olvidó de nadie: la UE, el Estado central y las comunidades autónomas.
Fainé se mostró optimista con la reactivación, que a su juicio se ampliará a lo largo de 2022 gracias a tres factores: el éxito de las vacunaciones masivas, donde España destaca en positivo; el buen tono de las grandes locomotoras internacionales, como son EE UU, China y Alemania, y las inversiones y reformas ligadas a los fondos europeos de recuperación. Pero ello “no impide la aparición de grandes obstáculos, especialmente ligados a las turbulencias que previsiblemente surgirán cuando las autoridades económicas empiecen a retirar las numerosas medidas de estímulo ahora existentes”.
En ese sentido, destaca la inflación como el problema más cercano, que a su juicio hay que vigilar “para ver qué efecto tiene sobre la coyuntura general y sobre nuestros costes, como las materias primas o los salarios”. Y se preguntó qué tipo de acuerdos alcanzan los países de la UE para reducir el déficit público. “No es fácil saber cuál es la velocidad idónea para volver a la disciplina presupuestaria en cada país”, sentenció.
El también presidente de la Fundación La Caixa subrayó que en España serán cruciales las disposiciones que habrá que tomar en materias como los ERTE, las moratorias o los concursos empresariales, “donde ahora hay unas reglas especiales de tipo transitorio que deberán ser revisadas con tiento y delicadeza”. En este punto, puso sobre la mesa cinco retos pendientes: aumentar el tamaño de las empresas, eliminar la burocracia, potenciar la formación de los trabajadores, reducir las desigualdades en las empresas y cuidar la calidad y atención de servicio al cliente.
El sector público tiene, además, como deberes, “para que España forme parte del grupo de países delanteros en los próximos años”, asegurar la sostenibilidad de las finanzas públicas y sacar adelante la agenda de reformas comprometidas con la UE en el marco del fondo de recuperación. Ahí es donde es imprescindible la colaboración público-privada y un marco regulatorio fiable e inteligente, “porque se puede hacer compatibles la eficiencia y la equidad”.
Luego vinieron las recomendaciones a las empresas: “El entorno está cambiando tanto y tan rápido que todas las empresas deberían revisar a fondo sus planes estratégicos y someterlos a vigilancia constante”. “La planificación estratégica se debe enfocar desde, alrededor y para el mercado, que es el terreno donde de verdad se cuecen las habas, y no en la torre de marfil de los despachos”, añadió.
Y un último mensaje: “A los directivos y empresarios nos corresponde en estos momentos tirar del carro, porque es lo que nos toca hacer, porque es nuestra vocación y porque será nuestra manera de contribuir al progreso de la sociedad, a la que tanto debemos. Ese es el puerto al que nos dirigimos: ofreciendo un buen servicio a los clientes, dando más y mejores oportunidades de desarrollo profesional y creando riqueza para el bien del Estado y de la sociedad. Porque queremos en última instancia una sociedad más próspera y a ser posible más equitativa”.
La Confederación de Directivos, que fundó y mima Isidro Fainé, prepara un gran congreso para el año que viene que remate su 20º aniversario. Todavía no ha decidido la plaza; pero es seguro que el ejecutivo catalán pondrá el acento en aleccionar a los directivos en los cinco elementos que cree imprescindibles: la diligencia, la agilidad, la determinación, la resistencia y el compromiso fiel con los valores de las empresas. Todo eso unido a la “sagacidad, cautela y clarividencia para tener en la cabeza en todo momento un plan”.
Isidro Fainé, que no da puntada sin hilo, invitó al congreso al nigeriano Adebayo O. Ogunlesi, presidente del fondo Global Infrastructure Partners (GIP), uno de los accionistas estratégicos de Naturgy junto a CVC y Criteria, grupo inversor de La Caixa. El momento de su presencia no podía ser más propicio, justo en pleno aterrizaje del fondo australiano IFM, que no ha sido nunca bien visto por La Caixa y que todavía tiene que tomar asiento en el consejo. Se da la circunstancia de que entre GIP, CVC e IFM superan el 50% de la energética; pero todo indica que Fainé tiene bien amarrada la alianza con el directivo nigeriano.
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