Unas ciudades mejor repartidas
El futuro de la movilidad urbana no pasa por eliminar el coche, sino por reducir su posición dominante
España, 2045. En un barrio a las afueras de una gran ciudad, una persona sale de casa a acompañar a sus hijos al colegio. De ahí pasa por la tienda de productos frescos a por una compra de última hora, a recoger un producto en la farmacia y visita una biblioteca para coger un guía turístico. Tras dejar las cosas en casa, coge la bicicleta para ir a trabajar, pero hoy planea volver antes: a las 17.30 tiene reservado un coche compartido para irse un fin de semana al monte con la familia.
Una vida íntegramente sin el coche particular y climáticamente neutra, una idea que, según Raquel Sánchez (PSOE), ministra de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, “no es producto de la imaginación, sino fruto de la necesidad de reducir los efectos del cambio climático y la ambición europea por la neutralidad de emisiones”. Es para saber cómo llegar a esa visión de la ciudad climáticamente neutra por lo que EL PAÍS, con la colaboración de Acciona, reunió esta semana en su sede en Madrid a varios alcaldes en una nueva entrega de su ciclo de encuentros Emisión Cero, que busca saber cómo ha de ser, y cómo podemos llegar, a un mundo sin emisiones de carbono.
La presencia de los alcaldes es fundamental porque es sobre todo en las ciudades donde se va a librar esa batalla. Como explica José María López-Galiacho, consejero delegado de Movilidad de Acciona, “el 60% de la población mundial vive en grandes ciudades, y estas son responsables del 75% de las emisiones”. “Si no contamos con la experiencia de la proximidad nos quedaríamos cojos”, confirma Sánchez. “Los grandes cambios empiezan por lo local”.
Y las ciudades españolas empiezan desde muy atrás. “España ha sido un escenario de dos relaciones tóxicas”, relata la ministra. “Por un lado, la relación entre el crecimiento económico y la degradación del medio ambiente. Por otro, la del urbanismo y el vehículo privado, animada por la especulación inmobiliaria. Se ha perdido la densidad en beneficio de la dispersión”.
Tras más de un siglo en el mercado y ser parte integral de la cultura de los países desarrollados, el automóvil no va a desaparecer de un día para otro. “Yo espero que no, tenemos una de las mayores fábricas de coches en Europa”, recuerda Óscar Puente (PSOE), alcalde de Valladolid. “Lo que pasa es que estamos yendo a un modelo de uso diferente del automóvil, con pago por uso incluso en viajes interurbanos”. De hacerse una posición en ese mercado es el objetivo de la apuesta de Acciona por la movilidad, que, según López-Galiacho, es una solución “social y empresarial”: “En apenas dos años, hemos implementado 12.000 vehículos compartidos en varias ciudades españolas y dos italianas”, afirma.
Y un uso más responsable del espacio urbano permitirá, según José María Bellido (PP), alcalde de Córdoba, una ciudad donde todos los medios de transporte puedan convivir por igual. “Las vías principales a 30 km/h para hacer más amable la circulación. Las zonas 20 residenciales. Las zonas 10 compartidas entre coches, peatones y bicicletas”.
Pero moverse usando la propia fuerza, a pie o en bicicleta, es la opción preferida cada vez por más ciudadanos (y más gobiernos) por sus beneficios, y no solo de espacio. “La movilidad activa es una de las mejores herramientas para una buena salud, tanto física como mental”, consideró el director general adjunto de Movilidad y Transporte de la Comisión Europea, Matthew Baldwin, que recordó su uso intensivo de la bicicleta durante sus vacaciones en el norte de España este verano. “Si no hubiera podido moverme en mi bicicleta durante estos meses de cuarentena, lo hubiera pasado mucho peor”. Para Ana González (PSOE), alcaldesa de Gijón, la movilidad activa tiene la ventaja adicional de “que es la mejor forma de relacionarse”, relata. “En el coche nos ponemos agresivos, a pie nos encontramos con la gente, saludamos”.
Problemas y soluciones
La pandemia ha evidenciado muchos de los problemas de las ciudades, pero también ha abierto la puerta a muchas soluciones. “Tenemos casi 14 kilómetros de paseo marítimo, el más largo de Europa, pero cuando pudimos salir a pasear después de los confinamientos nos dimos cuenta de que se nos quedaba pequeño”, recuerda Inés Rey (PSOE), alcaldesa de A Coruña. “Recuperamos carriles de los coches para los que van a pie, incorporamos un carril runner... Siempre hay resistencias al cambio, pero una vez se lleva a cabo, nadie concibe que esos espacios se puedan perder”.
Para Joan Ribó, alcalde de Valencia, “los proyectos los hemos de hacer con la gente”. Y recuerda: “la mayor parte de carriles bici que hemos instalado se han decidido a través de los presupuestos participativos”. Pero, como señala Bellido, “la ciudad es un conjunto; no podemos hacer sostenible un barrio y otro no”.
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