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EE UU: probando los límites de la expansión

Los efectos económicos del coronavirus pueden poner a prueba la capacidad de la economía estadounidense para seguir creciendo

En el mes de julio de 2019, EE UU alcanzó oficialmente la que ha sido su mayor expansión económica desde que existen registros. Este crecimiento se mantuvo pese a los obstáculos que supusieron la guerra comercial con China y la recesión industrial a nivel mundial. A pesar de la atípica duración de la expansión actual, y de la ansiedad que pueda generar un probable fin de ciclo, los fundamentales de la economía de EE UU son sólidos. La situación financiera de las familias ha experimentado una gran mejora desde la crisis y los hogares se benefician tanto de la buena evolución del empleo y de los salarios, como de los bajos niveles de inflación. Por otro lado, la creciente importancia de las inversiones tanto en bienes intangibles (que en general responden menos al ciclo), como en la innovación, también debería contrarrestar la evolución negativa de sectores que resulten más vulnerables a las fluctuaciones de la economía. Igualmente, la bajada de los tipos de interés ha supuesto una mejora del poder adquisitivo de los compradores de viviendas y ha impulsado a la inversión residencial, un sector que se hallaba en contracción económica desde 2017.

Sin embargo, buena parte del impulso económico generado en el inicio de 2020 (por el acuerdo comercial alcanzado con China y por la firma del USMCA), ha desaparecido a causa del brote de Covid-19. En este contexto, los costes económicos se ven eclipsados ante el número de fallecimientos. En todo caso, los crecientes temores e inquietudes han introducido una serie de vientos de cara que tendrá que enfrentar la economía estadounidense en 2020.

En el escenario base, el número de personas infectadas en EE UU sería limitado y similar a lo observado con el SARS. Aun en estas condiciones, es de esperar que se produzca una alteración considerable de la actividad empresarial interna y un descenso de la confianza del consumidor. Sin embargo, los efectos negativos podrían revertirse pronto. En todo caso, lo anterior implica que la economía estadounidense podría no experimentar un crecimiento tan fuerte en 2020 como se esperaba originalmente. Si esto viene acompañado de un deterioro en las condiciones financieras, hay una elevada probabilidad de que se tengan que tomar medidas de apoyo adicionales, tanto por parte de la política monetaria como de la fiscal.

No obstante, es posible que se produzca un escenario más negativo si los esfuerzos de contención no logran ralentizar la propagación del coronavirus. En esta situación, probablemente se pongan a prueba los límites de la política monetaria y fiscal de EE U., en un año que está a punto de verse eclipsado por unas elecciones presidenciales tensas.

Boyd Nash-Stacey, de BBVA Research

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