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¿De qué sirve un TFG o una tesis cuando se puede comprar?

La proliferación de empresas que ofrecen sus servicios para hacer trabajos de fin de grado, de máster o incluso tesis doctorales levanta numerosas dudas éticas y legales

Detrás de una tesis supuestamente auténtica puede haber un autor fantasma.
Detrás de una tesis supuestamente auténtica puede haber un autor fantasma.Imilian (Getty Images/iStockphoto)
Nacho Meneses

Treinta páginas para un trabajo de fin de máster (TFM). Alrededor de 40 para un trabajo de fin de grado (TFG). Y una media de 200 para una tesis doctoral. Las extensiones son, obviamente, aproximadas, pero todas ellas tienen algo en común: están a la venta. En un momento donde el auge de la inteligencia artificial hace patente la necesidad de educar en unos valores lo suficientemente éticos como para asegurar un buen uso de la tecnología, basta una rápida búsqueda de internet para hacer patente que, en esta vida, todo tiene un precio, a juzgar por la miríada de empresas que ofrecen sus servicios por internet para que otros no tengan que esforzarse.

¿Qué valor tiene, al final, presentar un TFG, un TFM o una tesis doctoral cuando lo único realmente imprescindible es tener el bolsillo lo suficientemente profundo como para compensar con él el valor de quienes en verdad dedican su tiempo y su esfuerzo para crear algo moralmente auténtico? Los anuncios están al alcance de todo aquel que quiera verlos, en redes sociales o a la vuelta de la esquina de una simple búsqueda en Google. Tutfg.es; Tehagotutesis.com; TrabajosFindeGrado.es; TrabajosAcademicos.es; HazMiTrabajo.es... Todo ello, además, del posible uso que se haga de la inteligencia artificial a la hora de elaborar estos trabajos.

La muestra es como un simple botón en el cajón de un sastre, donde solo hace falta dinero para obtener un producto académico de alta calidad; elaborado por expertos (muchas veces profesores universitarios); con presupuestos a medida; anonimato; confidencialidad y autenticidad garantizada: cada entrega parcial viene acompañada de un informe antiplagio de servicios tan reconocidos como Turnitin, que le certifican al cliente / estudiante la originalidad de los trabajos que le entregan, para que pueda presentarlos con la tranquilidad de que la trampa será indetectable. El trato, si la ética no es un problema, es inmejorable, porque con dinero se guardan para sí mismos el sueño que a muchos otros les cuesta.

Cabe, por supuesto, preguntarse cómo nada de todo esto puede ser siquiera legal o posible. Javier Sierra, profesor titular de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, conoce bien este fenómeno, y con él conversamos robándole tiempo de su primer día de vacaciones.

Pregunta. ¿Hasta qué punto es un problema la existencia de empresas que se anuncian abiertamente para hacer trabajos académicos de tanta envergadura como los TFG, TFM e incluso tesis doctorales?

Respuesta. Bueno, al final lo que todo esto pone de manifiesto es que hay fallas en el sistema. Es decir, el plan Bolonia trae consigo los TFG y TFM, por ejemplo, pero ni se ha dotado de mayores recursos a las universidades ni hay niveles de control exhaustivos. Pero eso ¿qué implica? Que un estudiante puede defender un TFG en la Universidad de Murcia, pero si tiene un amigo que está en Madrid, lo puede defender a la vez allí y no hay posibilidad de contrastar nada. Mientras que, en las tesis doctorales, está la base de datos TESEO, que sirve un poco para registrar todas las tesis doctorales que se realizan en España, no existe una base equivalente para los trabajos de fin de grado o fin de máster.

Esto ha supuesto una mercantilización del proceso, porque la falta de recursos es una falla del sistema que ha sido aprovechada por las empresas de este tipo. Y a todo esto hay que sumarle que existe una gran heterogeneidad en cuanto a las formas de hacer los TFG y TFM, que pueden ser grupales, de investigación o de aplicación.

Lo que yo creo es que, quizás, los trabajos fin de grado y fin de máster debieran ser solamente para aquellos estudiantes que realmente tengan la vocación de dar un plus a su formación de grado o de máster. Porque, cuando se hace un café para todos sin mecanismos de control, el agua entra por todas las fallas del barco, que es lo que está ocurriendo.

La tesis doctoral, por su parte, se supone que es un proceso de maduración para un posible profesor de universidad, en el que se enfrenta a un objeto de estudio y aplica una metodología científica para obtener unos resultados y transferirlo, de alguna manera, a la sociedad.

P. ¿Por qué han proliferado todas estas empresas?

R. Por dos motivos principales: porque hay gente dispuesta a comprar el atajo y porque la universidad española no tiene mecanismos para poder detectar estas fallas del sistema. Y que, por ejemplo, sea posible que una persona que pague pueda conseguir que le hagan algo tan complejo como una tesis doctoral, es una desgracia y un problema muy grave.

P. ¿No sería posible que, al igual que la hay para las tesis doctorales, se creara una base de datos informatizada que pudiera detectar este tipo de prácticas en los TFG o TFM?

R. Creo que tendría que haber una aplicación parecida a Teseo que fuera capaz de registrar todos los trabajos fin de grado y fin de máster que se realizan en España. Pero date cuenta que, luego, tampoco hay una homogeneidad en los TFG o TFM: hay universidades donde los profesores le dedican 20 horas de tutorización, mientras que en otras son solo 10 o incluso cuatro horas de tutorización. Así que ¿cómo van a ser iguales los trabajos?

Pero es que tampoco están bien definidas las propias dinámicas de los tribunales, porque depende de cada universidad. Hay tribunales de tres profesores, de dos o incluso de solo uno, lo que impacta a su vez en la maduración de los trabajos y en la propia evaluación de los mismos, que es de lo que se aprovechan claramente todas esas empresas.

P. Hablando de acompañamiento, parece increíble que este fenómeno se produzca incluso con las tesis doctorales. Porque se supone que tu director o directora de tesis va viendo cómo avanza tu trabajo a lo largo de meses e incluso años.

R. Puede ocurrir que tú, siendo director de tesis, cojas un alumno y te lo asignes. Entonces, a ese alumno tú le vas a ir dando pautas, pero a su vez él puede encargar esos trabajos que tú le vas asignando. Decirles: “Oye, mira, ahora trabájate el marco teórico, estos son los autores de referencia...” Él puede encargar ese trabajo a una empresa que se lo redacte, y entonces, a ti te vendrá con una redacción que, en principio, estará bien. Y existe otra falla: que a los directores de tesis no se les retribuya de ninguna manera. Y tendrían que estar remunerados, por lo menos en las públicas. Dirija cuatro tesis, una o ninguna, a mí me van a pagar exactamente lo mismo, y ello va a redundar en la calidad. Y luego tú me traes unas cosas redactadas, pero yo no sé si lo has redactado tú o si lo ha redactado una empresa a la que tú has contratado, y ahí es donde viene el problema. Porque yo leo un trabajo y digo: “Hombre, pues formalmente esto que me envía fulanito está muy bien, pero resulta que tú se lo has encargado a una empresa, y ahí yo ya me pierdo, porque detrás de estas empresas hay también profesores.

P. ¿Profesores universitarios? ¿No es un poco contradictorio?

R. Suelen ser profesores muchas veces asociados, docentes que cobran poco en la universidad, pero que se sienten capaces y ven en esto una forma de sacarse un sobresueldo. Y eso lo debemos tener claro todos, porque nadie te va a encargar el trabajo de una tesis doctoral si detrás ella no está la calidad de un profesor.

P. ¿Cómo funcionan estas empresas?

R. Básicamente estas empresas lo que hacen es ponerte un precio por página. En teoría, tienen una bolsa de especialistas para casi cualquier tema, que te darán un marco teórico formalmente correcto. A partir de ahí, si tú le dices: “Quiero la tesis entera partiendo de estos objetivos”, ellos harán todo el estudio, pondrán un precio y la escribirán.Claro, no es lo mismo hacer un TFG o un TFM, que los hay desde 300 a 1.000 euros, por decir algo, que una tesis doctoral, que te puede salir por 15.000 e incluso 30.000 euros. Siempre hay gente dispuesta a pagarlo.

P. Ocupémonos del elefante en la habitación: ¿cómo puede ser legal todo esto?

R. Tendría que haber un intervencionismo, desde luego. El problema es que están en un estado de alegalidad, y esa alegalidad es la que de momento les protege. Éticamente es deplorable, pero se trata de un modelo válido mercantilmente.

P. ¿No es posible legislar para ponerle coto a estas prácticas?

R. Desde luego. Así, lo que hace es ponerle la cara colorada al sistema universitario. Que empresas de este tipo se publiciten de esta manera hace un daño terrible al sistema universitario español. Como te decía antes, habría que reflexionar y repensar si los trabajos fin de grado debieran ser para todos, o debieran de ser solo un plus para aquellos que realmente tengan esa vocación, y que se reconociera con un suplemento europeo al título, que fuera como un aliciente más.

P. Teniendo en cuenta que las tesis doctorales hay que defenderlas ante un tribunal, ¿no sería lógico pensar que estas prácticas deberían de ser detectadas entonces?

R. Sí, hay que defenderlos ante un tribunal, pero ¿qué es lo que ocurre? Una vez que se la han colado al director de la tesis, con el tribunal sucederá igual, porque el filtro es el director de tesis. En España yo no conozco ninguna tesis a la que el director haya dado el visto bueno, y que después el tribunal la haya suspendido. Porque, aunque no la haya escrito, quien la presente se va a preparar el papel, y sabrá lo que está presentando, aunque no lo haya hecho. No es detectable. A lo mejor la tesis no será de sobresaliente cum laude, pero sí recibirá un notable o un apto.

Ten en cuenta que, al final, cuando un estudiante presenta su tesis doctoral, también es evaluado el director de la tesis, de una manera indirecta. Imagina que yo te dirijo la tesis y que tú se la has encargado a una empresa. Yo veo que el trabajo es correcto, que me has ido entregando las cosas en los plazos, y le doy el visto bueno. Eso luego pasa a dos evaluadores (uno interno de la universidad y otro externo), que a su vez hacen unos informes. A ellos también se la vas a colar, y eso luego va a un tribunal... Así que, por lo tanto, el tribunal ya no te la va a tirar.

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Sobre la firma

Nacho Meneses
Coordinador y redactor del canal de Formación de EL PAÍS, está especializado en educación y tendencias profesionales, además de colaborar en Mamas & Papas, donde escribe de educación, salud y crianza. Es licenciado en Filología Inglesa por la Universidad de Valladolid y Máster de Periodismo UAM / EL PAÍS
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