Un oasis de flora y fauna al abrigo de la industria
La recuperación integral de la Laguna Primera de Palos, en Huelva, cumple 20 años tras un laborioso proceso de restauración impulsado por Cepsa y su fundación
A orillas de la costa de Huelva, rodeada de marismas naturales y a pocos kilómetros del Parque Nacional de Doñana, centenares de aves sobrevuelan y habitan un espacio natural que se ha convertido en todo un símbolo de cómo distintos sectores y el progreso pueden contribuir a la recuperación del medio ambiente. Hasta hace 20 años, este lugar que hoy rebosa vida y es un ejemplo de biodiversidad era un espacio degradado y amenazado por la actividad humana.
El sobrepastoreo, las talas y la puesta en cultivo, entre otros factores, habían afectado a su flora y fauna. Muchas plantas se habían perdido y multitud de animales habían huido en busca de hábitats más saludables. Todo cambió en 2001, cuando Cepsa, de forma voluntaria, se puso manos a la obra para restaurar y recuperar por completo este humedal de 16 hectáreas situado junto a sus instalaciones de Palos de la Frontera (Huelva).
Dos décadas después, la Laguna Primera de Palos es una referencia ambiental. Declarada Zona de Especial Conservación y reconocida como Humedal de Importancia Internacional (Zona Ramsar), en su entorno habitan mamíferos, insectos, reptiles, anfibios… y aves. Cada año, más de 170 especies de vertebrados, 66 de ellas amenazadas y cuatro en peligro de extinción, pueblan este entorno natural que ya han visitado casi 100.000 personas.
Tras invertir más de dos millones de euros, el reto ahora es mejorar la convivencia de los sectores económicos
Pero volvamos al principio. En 1999, Cepsa ganó un concurso para almacenar seis tanques de reservas estratégicas en la zona. En ese mismo instante, la compañía energética solicitó a la Junta de Andalucía una Declaración de Impacto Ambiental para recuperar este rincón natural. La restauración planteada no buscaba ser una simple limpieza del terreno, sino que se abordó desde una triple perspectiva: ecológica, paisajística y de sensibilización ambiental. “No era cuestión de restaurar y olvidar. Debíamos valorizar al máximo la restauración para que fuera un ejemplo para todos. La idea era concienciar de la importancia de mantener y conocer los humedales”, explica el vicepresidente de la Fundación Cepsa, Íñigo Díaz de Espada.
Introducción de especies
Así, se recuperaron multitud de áreas esenciales para la reproducción de aves acuáticas. En paralelo, se restableció el bosque litoral, que juega un papel fundamental en la cría y refugio de la fauna autóctona. Para lograr estos objetivos, se introdujeron hasta 98 especies, muchas de las cuales ya no se podían encontrar en la zona. Todo este proceso ayudó a la conservación y reintroducción en su hábitat de otras 17 especies de flora amenazada que se habían mantenido en viveros en los últimos años.
Cepsa, en colaboración con la Junta de Andalucía, modificó la topografía y creó pantallas vegetales para favorecer la intimidad y la tranquilidad de los animales que habitaban la laguna. Era la primera vez que una empresa realizaba una obra de esta envergadura en España, en la que incluía actividades de investigación, mantenimiento y uso público. Porque uno de los objetivos prioritarios con esta actuación era el de sensibilizar a las generaciones futuras de la importancia de cuidar y mantener vivos los entornos naturales que nos rodean. Desde el primer día Cepsa apostó por programas divulgativos, talleres ambientales y visitas de grupos, como lo demuestran el itinerario botánico, los observatorios para la avifauna que recrean la arquitectura tradicional y la multitud de carteles interpretativos situados a lo largo de la laguna.
Tras una inversión que ha superado los dos millones de euros, ahora el reto pasa por involucrar a la industria y a la agricultura que operan en el entorno y llevar a cabo nuevas actuaciones que hagan más eficaz su conservación. “No es tarea fácil, porque en los humedales se desarrollan actividades productivas muy rentables que compiten por recursos similares”, admite el biólogo Javier Camacho, responsable de la restauración medioambiental de la Laguna Primera de Palos.
Pese a la dificultad, basta con recorrer el entorno del humedal para comprobar que el éxito sí es posible. En sus aguas, de unos tres metros de profundidad, habitan desde peces a aves como el porrón pardo o la garcilla cangrejera. También se refugian en la zona mamíferos como la nutria, la rata de agua, la gineta y el jabalí. Sauces, álamos, alcornoques, madroños, enebros y nenúfares son algunos de los árboles y arbustos que se han recuperado en este espacio natural, que sorprende a los visitantes por el contraste que supone encontrarse un lugar tan bien conservado dentro de un entorno muy transformado por la actividad industrial. Mantener lo conseguido en estos últimos 20 años y avanzar en esta senda es ahora el siguiente paso.
La Laguna Primera de Palos ocupa 16 hectáreas en Palos de la Frontera (Huelva) y alberga a 170 especies de animales vertebrados
“Tenemos que ser conscientes de que la laguna se encuentra localizada en una zona de muy alto valor para multitud de actividades: industrial, agrícola, portuaria, turística…”, recuerda Camacho. Así que el objetivo, continúa, “es conseguir un estado lo más parecido posible al natural a la vez que se mantienen la mayoría de esos usos”. Para el biólogo, “ese punto de equilibrio existe y hay que trabajar para encontrarlo”. Todo un ejemplo que demuestra que si hay voluntad por parte de todos los actores implicados, es posible reconstruir ecosistemas que en su momento parecieron perdidos para siempre.
Cómo cumplir los ODS
El proyecto de conservación y sensibilización de la Laguna Primera de Palos se enmarca dentro del compromiso de Cepsa con el medioambiente y el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) impulsados por Naciones Unidas dentro de su Agenda 2030. En concreto, la recuperación de la laguna contribuye a la consecución de los ODS 14 (vida submarina) y 15 (vida de ecosistemas terrestres). “La responsabilidad por la biodiversidad siempre ha sido una constante en nuestras instalaciones de Palos de la Frontera”, incide el vicepresidente de la Fundación Cepsa, Íñigo Díaz de Espada. Sin ir más lejos, la Comisión Europea ha reconocido este mismo año a la refinería de La Rábida por “sus logros medioambientales”, y le ha animado a continuar compartiendo sus “buenas prácticas” y su “largo compromiso ambiental”.
Para Cepsa, los factores ambientales, sociales y de buen gobierno (ASG o ESG, por sus siglas en inglés), son una prioridad. La compañía cuenta con un área de ESG para impulsar estos ámbitos de manera estratégica en todos sus negocios y actividades. A su vez, colabora en multitud de iniciativas encaminadas a promover una gestión responsable con el planeta, no solo en lo que respecta a la transición energética, sino también en el desarrollo de la industria, el trabajo digno, la justicia social y el crecimiento económico global.