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Draghi advierte que ningún país por sí solo puede invertir lo necesario para evitar la decadencia europea

“Los países individuales son demasiado pequeños para hacer frente a nuestros retos de hoy”, defiende el expresidente del BCE

El expresidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, en el Parlamento Europeo cuando presentó su informe para impulsar la economía europea a los eurodiputados.
El expresidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, en el Parlamento Europeo cuando presentó su informe para impulsar la economía europea a los eurodiputados.Johanna Geron (REUTERS)
Manuel V. Gómez

Las ingentes inversiones que necesita Europa para desencallar la economía en los próximos años son tan grandes que ningún país de la UE puede hacerlas por sí solo. La idea ha sido lanzada por Mario Draghi, autor del informe para relanzar la competitividad en la Unión, este lunes: “El presupuesto europeo supone el 1% del PIB. Necesitamos entre el 4% y el 5%. La pregunta es si pueden hacerlo los Estados miembros con sus propios presupuestos. La respuesta es no. Algunos de ellos, creo que realmente todos ellos, carecen de la capacidad fiscal necesaria”. Así, con sutileza y un punto de provocación ―”todos” incluye a Alemania, sus saneadas cuentas públicas y su falta de inversión pública desde hace años—, el también expresidente del BCE ha defendido una de las propuestas de su documento: “La emisión de bonos de deuda comunes, ya sean de la UE, como se hizo con el Fondo de Recuperación, con un activo seguro común”.

Draghi apuesta por esta vía porque también hay países que no pueden añadir más presión sobre sus propios presupuestos nacionales. Su propio país, Italia, es uno de ellos, pero también Francia o España podrían incluirse en ese grupo. Pero, además, añade que hay inversiones conjuntas que los Veintisiete tienen que hacer, ha explicado el ex primer ministro italiano en un acto organizado en Bruselas este lunes por el centro de estudios Bruegel.

La cantidad dinero que se precisa aparece en el Informe El futuro de la competitividad europea, nombre oficial del documento: 800.000 millones de euros, contando la parte que debería costear el sector privado. Pero Draghi se ha apresurado a aclarar que esa cifra no es suya, viene de cálculos hechos por la Comisión Europea y el Banco Central Europeo. Él, en realidad, piensa que es un dato “conservador”. “No incluye inversiones en educación ni formación”, ha señalado a modo de ejemplo.

Estos aspectos de la financiación que aparecen en el informe Draghi fueron los que más llamaron la atención el día de su presentación. Y también los que levantaron más rechazo. Los ministros de Finanzas de Alemania y Países Bajos tardaron muy poco en salir a rechazar la propuesta de activos o bonos de deuda comunes. Y aunque en esa frase, en la que afirma que “todos ellos carecen de la capacidad fiscal necesaria”, están sendos países con presupuestos saneados y las máximas calificaciones en sus títulos de deuda, el italiano dice que la financiación no era el elemento principal del documento.

Por ello, en sus primeras palabras, antes del turno de preguntas, ha optado por destacar tres mensajes. “Si hay un elemento común durante todo el informe es que deberíamos esforzarnos por aumentar la productividad. Es esencial para elevar nuestros niveles de vida y también para mantener nuestros valores de prosperidad, igualdad, seguridad e independencia”.

El segundo mensaje es más concreto: lograr integrar los mercados, profundizar en el mercado único. Lograrlo supone incrementar el PIB de la UE en 10 puntos, según un cálculo del informe que presentó Enrico Letta en abril y que Draghi hizo suyo. Pero no es solo por esto, también es porque “la escala importa”. “La escala a la que me refiero es la única que está a la altura de nuestros retos actuales. Y es la única cualidad. Es la única cualidad de la que carecen los Estados miembros. Los Estados miembros individuales no tienen esta escala, y esa es otra percepción, en cierto sentido, relativamente novedosa que se deriva de este nuevo entorno, de este nuevo contexto geopolítico. Los países individuales son demasiado pequeños para hacer frente a nuestros retos”, ha explicado.

La última idea fuerza que ha destacado Draghi es que la UE no tiene que ser ingenua, la geopolítica importa y la competencia está siendo desigual en los mercados globales. “Sí, la competencia mundial está siendo impulsada por la tecnología, pero también por asimetrías masivas en las políticas industriales y los subsidios”, ha indicado, en clara referencia al modelo económico chino y a medidas estadounidenses como las ayudas fiscales masivas al sector privado para impulsar las tecnologías verdes. Y la respuesta a esto no debe ser individual, no deben ser 27 respuestas. El riesgo de eso, de dejar que cada Estado responda con sus propias capacidades dando ayudas a su industria para que no pierda el paso frente a las empresas de los grandes rivales económicas o se vayan allí en busca de los subsidios, supone “sacrificar” la competencia en el mercado interior.

En esa línea, Draghi también ha defendido una política comercial que no sea ingenua. No defiende un “muro proteccionista”. En su razonamiento, Europa no puede permitirse eso porque tiene una economía mucho más abierta que otras áreas: el 50% del PIB procede del comercio exterior, frente al 37% en China y el 27% en Estados Unidos. “Tenemos que ir sector por sector”, ha defendido, para saber dónde la competencia comercial se debe a la innovación y no al doping de las ayudas públicas.

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Sobre la firma

Manuel V. Gómez
Es corresponsal en Bruselas. Ha desarrollado casi toda su carrera en la sección de Economía de EL PAÍS, donde se ha encargado entre 2008 y 2021 de seguir el mercado laboral español, el sistema de pensiones y el diálogo social. Licenciado en Historia por la Universitat de València, en 2006 cursó el master de periodismo UAM/EL PAÍS.
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