El dinero no teme a la geopolítica: los mercados ignoran la inestabilidad global
Las valoraciones de las compañías ligadas a la inteligencia artificial, la evolución de los tipos de interés y los resultados empresariales opacan a los riesgos políticos en la lista de preocupaciones de los inversores
La capacidad de los mercados financieros de absorber noticias negativas de corte geopolítico, desde la posibilidad de una guerra de amplio alcance en Oriente Próximo, a la cronificación del conflicto en Ucrania o una nueva ola proteccionista que tensione la relación entre China y Occidente si Donald Trump llega a la Casa Blanca, ha creado una clara disonancia entre las páginas de Internacional y las de Economía de los periódicos. Mientras las primeras anuncian un entorno cada vez más inestable, donde se suceden asesinatos selectivos por parte de Israel en plena escalada bélica, incursiones de tropas ucranias en territorio ruso, intercambios de aranceles entre Washington, Bruselas y Pekín, inseguridad en las rutas de suministro del Mar Rojo, o nuevos focos de inestabilidad en Venezuela; en la información financiera, más allá de fenómenos puntuales como ciertos repuntes en el precio del gas y la corrección bursátil de la pasada semana, sin origen en las relaciones internacionales y que finalmente se quedó en poco más que un aviso, aún están calientes titulares como los máximos de las principales Bolsas de Estados Unidos y Europa, los resultados récord de Apple, Nvidia y otras grandes tecnológicas, o la contención del precio del crudo.
“No es que la política haya dejado de importar, es que hay otros elementos que tienen mayor peso”, dice el economista Javier Santacruz. El mercado, en efecto, parece estar más pendiente del aumento de los beneficios empresariales, la velocidad de las bajadas de tipos de interés por parte de los bancos centrales, las promesas de ahorro de costes e innovación de la robotización y la inteligencia artificial, o la evolución de las valoraciones de los gigantes tecnológicos, que de los intercambios de amenazas desde las cancillerías o los proyectiles sobrevolando los petroestados.
Natalia Aguirre, directora de análisis de Renta 4, cree que ciertas noticias tienden a generar un ruido que luego se va diluyendo. “La geopolítica afecta en el corto plazo, incrementa la volatilidad, puede provocar tomas de beneficios en mercados, pero es más importante la macro, entendida como crecimiento, inflación, qué hacen los bancos centrales con los tipos... y la micro, es decir, los resultados empresariales, qué hacen las compañías y sus ganancias a medio plazo”.
El caso de cómo reacciona el petróleo a los sobresaltos geopolíticos es uno de los más complejos. Varios expertos del Banco Central Europeo estudiaron el asunto a fondo y publicaron un artículo al respecto repleto de ejemplos. “Inmediatamente después de los ataques del 11 de septiembre, el precio del barril de Brent aumentó un 5%. Sin embargo, en 14 días cayó alrededor de un 25% debido a las preocupaciones sobre el debilitamiento de la demanda. Cuando Rusia invadió Ucrania en febrero de 2022, el precio aumentó casi un 30% en las dos primeras semanas posteriores a la invasión. Sin embargo, volvió a bajar a los niveles anteriores a la invasión después de unas ocho semanas. Más recientemente, los precios del Brent aumentaron alrededor de un 4% después de los ataques terroristas en Israel el 7 de octubre de 2023, antes de estabilizarse posteriormente”, señalaban los autores.
La lección, por tanto, es que la digestión se produce muy rápido, y en ocasiones sus efectos tienden a diluirse para volver al estado inicial, o incluso dan un vuelco en sentido contrario. “Geopolíticamente, Ucrania importa si afecta al precio del gas, y ya no lo hace. Los almacenes están llenos y el precio ha caído un 90%. Irán importaría si cerrara el estrecho de Ormuz, pero no lo debería hacer porque dañaría mucho a China, que es su valedor”, afirma Ignacio de la Torre, economista jefe de Arcano Partners.
En un reciente informe, el banco suizo UBS cree que es un error vender ante este tipo de noticias negativas. “Los shocks de mercado derivados de la guerra y las crisis geopolíticas tienden a tener efectos temporales en los precios de los activos y el crecimiento del mercado a largo plazo. Los inversores suelen inclinarse a vender debido a la incertidumbre inmediata, con la esperanza de reinvertir en el mercado una vez que haya pasado la crisis. Pero, en nuestra opinión, vender suele ser contraproducente, ya que se materializan unas pérdidas que de otro modo serían temporales y degrada su capacidad para participar en la próxima recuperación del mercado”.
A veces, la cuestión es que los riesgos geopolíticos se quedan simplemente en eso. En amenazas. Y las predicciones más apocalípticas no llegan a materializarse, como apunta Santacruz: “En esta ocasión estamos ante una concentración de riesgos geopolíticos muy alta, pero con menos probabilidades de que se lleven a cabo. Las guerras están descontadas, las tensiones, el proteccionismo... Todo está bastante asumido”.
La volatilidad que generan estas crisis y su potencial empeoramiento, sin embargo, son un factor más de mercado. Los traders que compran y venden acciones en minutos tienen que operar teniendo en cuenta sus consecuencias. Igual que quienes van a largo plazo, que pueden encontrar en la sobrerreacción de los inversores un semillero de oportunidades: al descontar la Bolsa una larga temporada inflacionista por graves problemas de suministro de energía en Europa tras la invasión de Putin, quienes apostaron por un escenario más optimista sacaron réditos.
“Los mercados están en un estado de constante flujo e incertidumbre. Se gana dinero descontando lo obvio y apostando a lo inesperado”, dice una cita del célebre inversor George Soros. Lo inesperado era pensar que en 2024 el S&P 500, el índice que agrupa a las 500 compañías más importantes de EE UU, tocaría máximos históricos 38 veces tras un 2023 muy favorable para las Bolsas y mientras se abrían nuevos frentes de crisis geopolítica en Oriente Próximo.
Inmunidad con matices
Aguirre matiza el momento de supuesta euforia en las Bolsas y su inmunidad ante la geopolítica. “Hay tomas de beneficios en varios segmentos de mercado que podían estar tensionados, como las grandes tecnológicas y en China, tanto por su debilidad económica interna como por las presiones internacionales. Trump ha prometido aranceles adicionales de más del 60% si gana, por lo que una parte de la caída del mercado en China es geopolítica”, explica.
Otro caso que cita es el de Francia, donde la ingobernabilidad derivada de las elecciones legislativas se ha traducido en un peor comportamiento de las Bolsas. Roland Gillet, profesor de Economía Financiera en la Universidad de la Sorbona de París y en la Universidad Libre de Bruselas estima que los recelos ante la influencia que pueda tener la izquierda radical en el gobierno puede “hacer huir a muchas empresas por temor a subidas de impuestos”. Y en un contexto de déficit y deuda elevados, advierte de que la situación de las cuentas francesas podría empeorar si el Nuevo Frente Popular es capaz de materializar un programa de aumento del gasto, como pretende. “Es el mayor problema de Europa dejando a un lado las guerras”, apunta.
También cabe la posibilidad de que los operadores que ignoran la geopolítica en la ecuación estén cometiendo un error. Los expertos de ING Think creen que los inversores pueden estar infravalorando las consecuencias del asesinato en Irán del máximo jefe político de Hamás, Ismail Haniya. ”Es probable que el mercado tenga que descontar una prima de riesgo geopolítico mayor hasta que estas tensiones disminuyan”, argumentan. Hay otro factor en liza que tira hacia el lado contrario. Las operaciones algorítmicas dirigidas por máquinas suponen una proporción cada vez mayor en las operaciones diarias con petróleo: hasta el 70%, según TD Bank y JP Morgan. Y no entienden de emociones, ni análisis geopolítico.
Tipos frente a geopolítica
La realidad es que los movimientos del mercado son a menudo difíciles de explicar, y por supuesto de anticipar. De la Torre sostiene que el foco del mercado está en otro sitio. “Los buenos datos de inflación en EE UU permiten vislumbrar bajadas de tipos en septiembre. Al bajar el coste de capital sube la Bolsa. Eso es mucho más importante a efectos económicos que el asesinato de un líder de Hamas en Teherán”.
Las bajadas de los tipos de interés son una de las gasolinas más fácilmente identificables en el fuego alcista de las Bolsas y de la economía en general, hasta el punto de que en EE UU suele haber debate sobre si es lícito que se rebajen tipos antes de unas elecciones, por los supuestos beneficios de ese estímulo para el partido en el poder. “Hace que las acciones suban, hace que los negocios prosperen, hace que el electorado sea feliz... Y veremos si causa algo más”, dijo enigmático sobre los tipos el inversor Warren Buffett en la reunión anual de Berkshire Hathaway de 2021, cuando los tipos estaban en mínimos y se temía que fueran fuente de burbujas. En otra ocasión, Buffett comparó los beneficios de los tipos bajos para los inversores con los de la falta de gravedad para los atletas de salto de longitud: permiten ganar más o llegar más lejos con el mismo esfuerzo.
Hay una fecha que sí parece destinada a dejar huella en los mercados: la de las elecciones estadounidenses del 5 de noviembre. Los operadores del mercado seguirán su resultado con atención. También analistas como Natalia Aguirre. “Las vamos a estar mirando todos. Y ya se habla del Trump Trade, es decir, de qué activos y sectores se pueden ver beneficiados o perjudicados en caso de que gane”, afirma.
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