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Compras, cicloturismo, ocio y Benidorm Fest para alargar las vacaciones todo el año

El turismo se transforma para captar viajeros también en temporada baja, mantener los hoteles abiertos y estabilizar el empleo

Turismo
Un grupo de turistas pasean por la Puerta del Sol de Madrid, este diciembre.Claudio Álvarez

Benidorm no se da un respiro. Tras la larga temporada alta de sol y playa, llegan las fiestas patronales en noviembre y, después, los británicos se apuntan en masa al Fancy Dress Festival, un carnaval en pleno otoño. Luego se suceden la media maratón, que se realiza en horario nocturno para incentivar las pernoctaciones, o el Campeonato Nacional de Dardos. Entre ambos eventos, unos 10.000 participantes. Tras diciembre, un mes de tradición vacacional que la localidad también explota por su clima cálido, llegan la única prueba de la Copa del Mundo de Ciclocross que se disputa en España y el Benidorm Fest, el formato que lleva dos años seleccionando la canción que representará a España en el Festival de Eurovisión. Y luego vuelve la Semana Santa, la primavera y otra vez el verano.

La capital de la Costa Blanca es un ejemplo de la desestacionalización que busca el turismo peninsular y balear para extender las vacaciones más allá del verano, mantener los hoteles abiertos el mayor número de meses posible y estabilizar el empleo. Musicales, circuitos de compras, búsqueda de setas, retiros para meditar, avistamiento de estrellas, observación de aves... los destinos turísticos ofrecen cada vez más posibilidades. Madrid es otro ejemplo de ciudad que ha logrado atraer al turismo durante casi todo el año gracias a su oferta cultural y de ocio. Mientras, Mallorca apuesta por iniciativas como el cicloturismo para atraer visitantes en temporada baja.

Este mismo puente de diciembre, el turismo ha colgado el cartel de lleno. Las calles de la capital estaban abarrotadas de visitantes, los hoteles de las islas estaban repletos y la costa valenciana ha marcado récord para esta época del año, con Benidorm en los puestos de cabeza. La ciuad lleva años buscando fórmulas para la desestacionalización: “Hemos estado trabajando en el ámbito vacacional, sobre todo con los turistas sénior, tanto nacionales como internacionales, que son los que pueden viajar sin problemas fuera de temporada”, comenta Leire Bilbao, gerente de la fundación Visit Benidorm, una entidad de carácter privado con un 48% de aportación del Ayuntamiento que se encarga de rellenar los huecos vacíos del calendario del coloso turístico de la Costa Blanca. “Pero también nos estamos centrando en el turismo deportivo y en el de congresos y eventos”, añade.

Los datos de llegadas de turistas extranjeros que cada mes publica el Instituto Nacional de Estadística (INE) confirman esa tendencia a la desestacionalización, con crecimientos sin precedentes en temporada baja. “La desestacionalización tiene efectos positivos en el empleo y en el entorno”, afirma el secretario general de la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos (Cehat), Ramón Estalella. “No podemos estar al 100% todo el año, porque hay que poner límites al turismo, pero repartir el negocio durante el año es positivo”, añade.

Benidorm, siempre abierto

Benidorm ha sido pionera. Las instituciones municipales de la ciudad ya pidieron en 1976 que hoteles y establecimientos de ocio no cerraran en todo el año. El sector corría, y sigue corriendo, a cargo de empresarios locales que defienden que siete u ocho meses de apertura no dan para mantener el empleo de toda una localidad durante todo el año. “La sostenibilidad económica y social del modelo dependía de la desestacionalización”, asegura Leire Bilbao. Casi medio siglo después,

fuera de temporada, “se mantiene abierta el 86% de la planta hotelera”, detalla Mayte García, secretaria general de la patronal Hosbec. “En enero es cuando se dan más cierres, porque los empresarios aprovechan para el mantenimiento y la renovación de infraestructuras y para dar vacaciones a sus empleados”, afirma García. “Hasta las playas mantienen sus servicios de socorrismo o alquiler de hamacas todo el año”, añade.

Para acompasarse a las novedades del sector, los hoteles “se adaptan con productos a medida de las tendencias y los mercados”, subraya García. Últimamente, se ha facilitado la llegada de “nómadas digitales o turistas con mascotas”, sin dejar de lado a los sénior, los británicos en general (representan el 45% del visitante extranjero) o las familias. “En otros países, las vacaciones escolares son diferentes a las nuestras”, comenta la secretaria general de Hosbec, “por lo que en octubre y noviembre y luego en marzo y abril, vienen muchas parejas con hijos”.

Los mismos meses que marcan el calendario de cicloturistas como Jon Beunza, gerente de la revista y empresa de eventos Ziklo, que lleva dos décadas circulando por Benidorm con grupos de aficionados. “En apenas cuatro kilómetros, encuentras buenos puertos, carreteras en buen estado con subidas y bajadas” y, con suerte, “te cruzas con los profesionales que se preparan para la temporada en el entorno de Benidorm”.

Mallorca y el cicloturismo

El ciclismo también tiene tirón en Palma. En un domingo de diciembre en la playa de la capital balear, con sol y 17 grados. Basta con echar un vistazo al paseo para comprobar que además de familias, grupos de amigos y paseantes con perros, las bicicletas tienen una presencia constante. El cicloturismo fue una de las apuestas del Gobierno autónomo de la izquierda en la pasada legislatura y de la derecha en la presente para ayudar a repartir el flujo de turistas durante todo el año. Es el sueño de la desestacionalización que el sector en Baleares persigue desde hace décadas, pero que nunca termina de asentarse en los meses más duros del invierno. “Venimos un par de veces al año porque hay facilidades para hacer rutas por carretera con la bicicleta. El tiempo suele ser bueno para salir”, explica Johan, de 67 años, que junto con un grupo de amigos viaja cada año desde Hannover a Palma para disfrutar de su afición, sobre todo en periodos de primavera y otoño.

Son muchos los hoteles que han modificado sus instalaciones para ofrecer un servicio especializado a los turistas que llegan con ganas de montar en bicicleta. Muchos de ellos cuentan con talleres de reparación y ofrecen salas de hipoxia para entrenar en condiciones de altitud. El abanico de opciones es amplio dependiendo del bolsillo: el hotel Occidental Playa de Palma, por ejemplo, cuenta con un punto dedicado al alquiler de bicicletas propiedad del campeón del mundo de ciclismo en pista Max Hürzeler mientras que la leyenda del ciclismo Lance Armstrong organiza cada año una ruta que permite a quien tenga 30.000 euros rodar durante cuatro días con él y otras leyendas del ciclismo como Jan Ullrich.

La zona norte de la isla, Alcúdia y Playa de Muro, puso el foco en el turismo deportivo hace ya una década, lo que ha servido para que la primera quincena de marzo la mitad de la planta hotelera de la zona esté funcionando. “Es el destino de la isla que más se ha desestacionalizado gracias al turismo deportivo”, afirma el presidente de la asociación hotelera de Alcúdia y Can Picafort, Pablo Riera-Marsà, para quien el cicloturismo es “una gran palanca” de la desestacionalización. Los hoteles de la zona acometieron reformas para contar con espacios habilitados para la custodia de las bicicletas, el lavado y la reparación de las mismas.

Musicales en Madrid

Ciudades como Madrid están sacando partido de la desestacionalización, con más visitantes los fines de semana. “Este 2023 se está consolidando la enorme capacidad de atracción de turistas, especialmente extranjeros, de las grandes urbes españolas, con un espectacular resultado en Madrid y Barcelona, producto de una atractividad turística combinación de patrimonio cultural, museos, capacidad de alojamiento, diversidad y riqueza de la restauración, la oferta de ocio, la potencia comercial etcétera, que dialécticamente juegan para convertir la gran ciudad en el principal foco turístico de España”, explica el geógrafo Francisco García Pascual, decano de la Universidad Europea de Madrid.

A lo largo del año, las llegadas de turistas internacionales han ido ganando peso en Madrid. Además, son de los que más gastan. De media, cada turista que visitó la comunidad gastó al día 329 euros en septiembre, 144 euros más que la media nacional (185 euros), una cifra que supone un 5,7% más que el mismo mes del año anterior, y permaneció de media 5,1 días en Madrid. En total, el gasto medio por persona se situó en 1.665 euros en la región, un 8,3% más que en septiembre del año anterior y 394 euros más que la media nacional (1.271 euros).

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