Atemorizados por los bancos
Bruselas ha elevado la factura de la última crisis financiera en 265.000 millones, de los cuales 75.000 corresponden a rescates en España
Las recientes quiebras bancarias de los bancos Silicon Valley Bank, Signature Bank y First Republic, en Estados Unidos, y Credit Suisse, en Suiza, han vuelto a sacudir la economía de millones de ciudadanos al evidenciar su fuerte dependencia de las finanzas. En el caso de Estados Unidos ha llamado la atención el extenso y crítico informe del vicepresidente de la Reserva Federal, Michael S. Barr, sobre las causas de las crisis del 28 de abril. Un examen que no elude responsabilidades, efectuado tan solo unas semanas después de los acontecimientos que empezaron el 10 de marzo.
Barr señala dos problemas. Los directivos “pusieron las ganancias a corto plazo por encima de una efectiva gestión de riesgos” y las retribuciones de los ejecutivos “estaban vinculadas a ganancias a corto plazo y rendimientos de capital que no incluían la medición del riesgo”. En otras palabras, “los gerentes tenían más incentivos financieros para centrarse en los beneficios a corto plazo que en una sólida gestión de riesgos”.
El historiador Stanley M. Guranlick consideraba hace pocos días en Financial Times a los ejecutivos bancarios como “los principales causantes de las quiebras bancarias”. Para remediar esta situación proponía la creación de un fondo de contingencias al que los directivos bancarios aportarían la parte de sus retribuciones que superase 20 veces el salario medio de sus empleados. Si el banco quebraba, todo el fondo se convertiría en un activo del banco quebrado para apoyar su saneamiento. Si el banco no quebraba, recibirían sus aportaciones durante su jubilación. La limitación de 20 veces el salario medio se inspiraba en una observación de JP Morgan durante el pánico financiero de 1907, que indicó que los ejecutivos que ganaban más de 20 veces el salario medio “probablemente estarían más atentos a su propia riqueza que a la salud de su empresa”.
Este periódico recordaba este fin de semana que las retribuciones del principal directivo de los dos mayores bancos españoles, Santander y BBVA, superó el año pasado en 200 veces el salario medio de sus empleados.
Algunos analistas consideran que Europa no ha sufrido estos episodios traumáticos debido a su mejor regulación y supervisión. Conviene recordar, sin embargo, que las reparaciones bancarias han sido muchísimo más costosas en Europa que en Estados Unidos, donde recuperaron casi todas ayudas. El Banco Mundial estimó en su Global Financial Development Report 2019 /2020 que entre 2007 y 2013 más de 100 bancos europeos fueron rescatados con un coste neto de las ayudas estatales de 241.000 millones de euros. El análisis se basaba en datos de Eurostat, cuyo último informe, que incluye hasta finales de 2022, eleva la cifra del dinero público gastado en salvar bancos a 264.568 millones de euros. La mayor parte corresponde a las entidades españolas que han costado 74.228 millones de euros, el 28,57% del total. Los ciudadanos con hipotecas tienen además sus propias razones para temer al mundo financiero tras constatar las subidas del euríbor desde el 1,09% en 2022 al 3,76% el pasado abril, lo que se ha traducido en subidas de 300 euros mensuales.
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