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Los países del norte de Europa llegan con retraso al plan de recuperación

Países Bajos, Suecia, Polonia, Hungría, Alemania o Finlandia acumulan dilaciones con la ejecución del plan para cobrar los fondos europeos

El primer ministro holandés, Mark Rutte, este miércoles en Ámsterdam.
El primer ministro holandés, Mark Rutte, este miércoles en Ámsterdam.PIROSCHKA VAN DE WOUW (REUTERS)
Manuel V. Gómez

La misma semana que España recibía el visto bueno de la Comisión Europea a su solicitud del tercer pago correspondiente a su plan de recuperación el Consejo de la UE aprobaba la reforma del plan alemán sin que Berlín haya pedido todavía desembolso alguno. Pasó a mitad de febrero. Unas semanas más tarde, el mismo Consejo dio luz verde a la transferencia de 6.000 millones a Madrid días después de aceptar las enmiendas al plan finlandés. Ambos ejemplos sirven para ilustrar la diferente necesidad y urgencia con que los países del norte y del sur afrontan el desarrollo del Fondo de Recuperación para salir de la crisis provocada por la pandemia. Algo que también se evidencia con otro hecho: hasta ahora solo Letonia, entre los que pueden considerarse países del norte de la UE, ha recibido un primer pago oficial de la mayor herramienta de inversión creada por los Veintisiete en su historia, 723.800 millones de euros en subvenciones y créditos.

Esta foto cambiará probablemente en las próximas semanas. Dinamarca ya recibió el aprobado del Ejecutivo comunitario a la solicitud de cobrar el pago correspondiente al primer tramo de su plan. Pronto pasará el filtro del Consejo y el dinero llegará a Copenhague, 301 millones. Lo mismo sucederá pronto con Austria, cuya primera solicitud está en la misma situación que la danesa. Algo diferente es el escenario de Lituania. Con este país báltico se va a estrenar la metodología de pagos parciales para el Fondo aprobada por la Comisión el 21 de febrero. Justo una semana después, informó de que la cantidad a cobrar por Vilna sería menos de los 585 millones de euros previstos para el primer tramo.

Cuando estos formalismos se completen, muy seguramente este mes, la cantidad desembolsada por Bruselas a las capitales correspondiente al Fondo de Recuperación aumentará. Hasta ahora ha transferido 151.770 millones, como subrayó hace unos días la propia presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen. La gran mayoría de ese dinero ha ido a Madrid y Roma, en total 103.929 millones, o lo que es lo mismo, casi el 70%. Ese dato también apuntala la tesis del diferente interés y urgencia entre los países del norte y del sur.

El propio diseño y reparto previsto entre los socios comunitarios del Fondo de Recuperación va en esa línea. Se creó para ayudar a los países a salir de la profunda crisis económica que provocó la pandemia de la covid-19. Y no de igual forma. Para los más damnificados, hay más dinero; para los menos damnificados, menos. Por eso España, el país cuya economía más cayó y que todavía no ha vuelto a los niveles de PIB previo, tiene preadjudicados 161.700 millones (77.700 en subvenciones y 84.000 en créditos) e Italia 191.402 millones (68.800 en subvenciones y 122.600 en créditos).

También hay otro elemento a tener en cuenta. Los países del sur, en los que también se puede incluir a Portugal, Grecia o Francia, tienen menos margen fiscal que los del norte. Sus deudas públicas superan con holgura una cantidad equivalente al 100% de su PIB. Grecia, incluso, llega al 178%. Al otro lado del mapa, Suecia o Países Bajos están por debajo del 50%.

Precisamente, estos dos países fueron los últimos en presentar sus planes de recuperación en Bruselas sin que mediara problema político de gravedad, como en el caso de Polonia y Hungría. El principal motivo que dilató la petición de La Haya fueron las elecciones que se celebraron a finales de 2021 y las prolongadas conversaciones entre los partidos para llegar a formar Gobierno. Una vez se puso en marcha el nuevo Ejecutivo de Mark Rutte unos meses después remitió su plan y en otoño recibió el aprobado.

La demora en presentar el plan de Países Bajos, Suecia, Polonia y Hungría, en los dos últimos casos por el deterioro del Estado de derecho, provocó que ninguno de este cuarteto haya recibido el dinero de la prefinanciación que se debía cobrar cuando un plan nacional recibía la aprobación. En cambio, otros países que no han puesto en marcha sus programas y, por tanto, no han presentado solicitudes de ingresos sí que han obtenido esos recursos. Serían los casos, por ejemplo, de Alemania, Finlandia o Estonia. Los tres han modificado sus planteamientos antes siquiera de empezar a desplegarlos sobre el terreno: Berlín hizo los cambios para retrasar unas inversiones previstas en la digitalización del ferrocarril y modificar un programa de investigación de vacunas: Helsinki se vio forzada a la revisión tras la actualización de las cantidades definitivas que correspondían a cada país; Estonia, por su parte, lo ha hecho por la crisis causada por la guerra.

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Sobre la firma

Manuel V. Gómez
Es corresponsal en Bruselas. Ha desarrollado casi toda su carrera en la sección de Economía de EL PAÍS, donde se ha encargado entre 2008 y 2021 de seguir el mercado laboral español, el sistema de pensiones y el diálogo social. Licenciado en Historia por la Universitat de València, en 2006 cursó el master de periodismo UAM/EL PAÍS.

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