La banca ética de Triodos se enreda en los juzgados
Decenas de clientes denuncian al banco holandés por la depreciación de un producto de inversión vendido a 43.500 personas
Mar V. no llegó a la banca ética en 2008 rebotada de ningún desmán del sector financiero convencional. Lo hizo de la mano de un conocido que trabajaba en Triodos Bank, referencia del sector, y porque creía “estar poniendo un granito de arena para hacer un mundo mejor”. Con esa tranquilidad en el cuerpo, cuando llevaba cinco años como clienta de la entidad, optó por destinar 45.000 euros de sus ahorros a un producto que le ofrecieron en su oficina. Estaba convencida de que ese dinero iría a proyectos medioambientales, del tercer mundo, a otros contra la pobreza infantil. “Nadie me dijo que lo que estaba comprando tuviera un mínimo de complejidad. Es que ni me preocupaba de los dividendos que pudieran repartir”, explica.
Su calma se trastocó con la llamada de una amiga en enero pasado. “¿Has visto los comunicados que nos han enviado?”. Su respuesta fue negativa, pero cuando los leyó sintió una especie de traición. Lo que había dejado de leer durante meses le venía a decir que los 45.000 euros se habían convertido en unos 29.000 y que no se podía deshacer de ellos porque el mercado donde fluctuaban, controlado por el propio banco, estaba cerrado. “Era un corralito”, dice, recordando las restricciones a la retirada de efectivo que se produjo en Argentina en 2001.
Las cajas de ahorros y los bancos cayeron en el drama de las participaciones preferentes o las cláusulas suelo de las hipotecas y ahora Triodos, referente de la autodenominada banca ética, se ha adentrado en la vía judicial con centenares de quejas de clientes que se sienten engañados y quieren recuperar el dinero perdido. Mar V. es una de ellas y el producto que ha roto la imagen idílica de Triodos se llama certificado de depósitos de acciones, también conocido por sus siglas CDA.
Se trata de un producto de inversión (cuenta con la mayor calificación de riesgo) que representa el valor contable del banco y con el que este ha ido financiando su expansión a lo largo de su historia. La gran diferencia con una acción normal es que los CDA no cotizan en mercados abiertos, sino que dependían de uno interno gestionado por la fundación del banco, el verdadero accionista. Esa fundación era la encargada hasta ahora de casar los deseos de venta de sus clientes con quienes querían comprar. A lo largo de cuatro décadas se han vendido en torno a 14,4 millones de títulos, que actualmente tienen un valor de 1.200 millones de euros. De los 43.500 titulares, 7.500 residen en España.
El problema apareció en plena pandemia. Había un mayor número de interesados en vender que en comprar y el banco tuvo que suspender temporalmente en marzo de 2020 su mercado interno, porque incluso con sus reservas para este tipo de operaciones era incapaz de casar las órdenes de venta. Lo volvió a poner en marcha, pero en enero del año pasado volvió a paralizar la contratación para intentar buscar una alternativa definitiva. Finalmente decidió dos. Reducir un 30% el valor de cada CDA respecto a la última valoración (84 euros) y elevar la liquidez, llevando esos títulos a un mercado secundario, un sistema multilateral de negociación. “Este nuevo sistema mejorará la comerciabilidad de los CDA y permitirá el acceso a capital nuevo. El precio del título se fijará por la oferta y la demanda en un mercado regulado”, indica a través a de un correo electrónico Triodos a este diario. Lo que para el banco era la solución, para Mar fue uno de los momentos más dolorosos: “La ética tiene que empezar a ser ética con tus propios clientes”. En julio de 2022 presentó una demanda para intentar recuperar el dinero perdido.
Sentencias contradictorias
Por el momento, el caso Triodos acumula 13 sentencias, según el banco, de las que ocho son favorables a las tesis de la entidad: el producto se comercializó como un activo de inversión y todo lo acontecido en los últimos dos años figuraba en las condiciones de los contratos. Pero hay otros siete fallos en primera instancia que dan la razón a los clientes. Òscar Serrano, abogado del Col·lectiu Ronda, considera que la entidad rompió las reglas del juego al depreciar los activos y al finiquitar el mercado interno de compraventa de CDA, generando “iliquidez primero y después volatilidad”. Es el argumento dado por el juez en el último juicio que favorece a los clientes, en el que se llega a afirmar: “Estamos ante un producto completamente diferente del inicialmente contratado y sobre el que los demandantes fueron informados” y “[Triodos] defraudó las legítimas expectativas de los tenedores que pusieron su dinero en este proyecto bajo la promesa de que así se evitaba la especulación de sus títulos”.
Serrano asegura haber hablado desde febrero con más de 600 clientes de Triodos, de los que 160 ya han presentado una demanda y otros 150 están esperando a que se fije jurisprudencia. “Al principio de estos litigios siempre hay sentencias contradictorias, y así seguirá hasta que lleguen las primeras sentencias de las audiencias provinciales dentro de un año y medio. Y si entre ellas no hay consenso, el caso acabará llegando al Tribunal Supremo”, dice este abogado, que señala que el inversor medio puso en torno a 40.000 euros en este producto. La gran excepción es una familia que llegó a invertir dos millones de euros. Triodos Bank niega que todos los titulares estén descontentos con los CDA. Pese a ello, Mar V. hace una enmienda a la totalidad: “No volveré a la banca ética. Estoy totalmente decepcionada”.
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