Fresadoras burgalesas para China
Nicolás Correa, fabricante de maquinaria industrial, se ha recuperado bien del impacto de la pandemia gracias al tirón de la demanda del gigante asiático
El mundo ha cambiado por completo desde que el grupo Nicolás Correa, especialista en la fabricación de fresadoras industriales, se formó en Eibar (Gipuzkoa) en 1947 y se desplazó al polo industrial de Burgos en 1965. Los ejes económicos se han movido y el mercado español, pujante en la década de los ochenta y de los noventa, se ha visto superado ampliamente por el asiático, particularmente por el chino. Como consecuencia de estas trasformaciones, la empresa ha seguido ubicada físicamente en Burgos, pero su mirada ha cambiado, centrándose ahora en el resto del mundo, pues las exportaciones copan el 90% del negocio.
La pandemia ha dañado los números, pero desde Nicolás Correa prefieren poner en valor los resultados logrados en un entorno tan adverso. En 2020, los ingresos fueron de 66,5 millones de euros frente a los 74 del ejercicio anterior. Asimismo, los beneficios antes de impuestos alcanzaron los 6,5 millones, un 18% menos que los ocho millones obtenidos en 2019. Se trata de unos volúmenes “dignos”, según la ingeniera superior industrial Carmen Pinto Fuentes, consejera delegada del grupo desde 2017 y directora general desde 2013. Pinto (Burgos, 48 años) valora el arraigo del grupo en la ciudad y destaca que la “reputación de marca” y su “gen competitivo” han permitido la expansión nacional e internacional en el sector de la maquinaria industrial, incluso tras el “cataclismo” del coronavirus.
Los productos del grupo Nicolás Correa se vendieron en 17 países distintos durante 2020, un ejercicio en el que la crisis sanitaria y su posterior réplica económica marcaron las relaciones comerciales en todo el mundo. Las claves para la supervivencia de la actividad de esta compañía burgalesa, explica Pinto, radicaron en el “preaviso” que desde finales de 2019 apreciaron en el continente asiático con una pandemia que comenzaba a dejarse notar. Pronto Europa quedó paralizada, con notables y prolongados vaivenes en su actividad económica a causa de las distintas restricciones y olas de contagios, y el único ritmo productivo provino de China, donde las filiales de la empresa “estuvieron donde había que estar” para “salvar el año”: el 34% de sus ventas fueron hacia este país. La junta de accionistas validó el pasado abril el pago de dividendos de 0,17 euros brutos por acción, el mismo importe que en 2019 a pesar de tener unos beneficios menores.
Con la mirada puesta ya en el futuro más inmediato, las perspectivas que maneja la empresa son positivas. El desarrollo de la vacunación y el paulatino restablecimiento del curso ordinario de los mercados, propiciará, según la consejera delegada, que los sectores de la automoción, la aeronáutica, los sistemas eólicos o ferroviarios o la producción energética, habituales clientes de sus productos, recobren fuerzas y vuelvan a demandar sus fresadoras. La cartera de productos de Nicolás Correa se compone en la actualidad de 900 fresadoras tipo puente, 1.000 máquinas de columna móvil y 3.500 de banco fijo repartidas por todo el planeta.
“Viene una etapa ilusionante. En los últimos años hemos estabilizado la empresa con buenos volúmenes, rentabilidad y ejerciendo el liderazgo en el sector”, sostiene Pinto, que pone como ejemplo la entrada en Alemania, un mercado en el que hasta ahora había sido difícil desembarcar. Los fondos europeos de recuperación, subraya la ejecutiva, aparecen “en un momento de aprovechamiento” gracias a la digitalización y automatización iniciada por la firma en los últimos años que estas ayudas comunitarias van a premiar. De momento, 2021 aporta cifras favorables: el primer trimestre ha supuesto 27,5 millones de euros en captación de pedidos, siete millones más que el año anterior. “El empujón europeo puede acelerar nuestros planes”, dice Pinto. Uno de los ámbitos donde más están prosperando las ventas es el de las energías renovables, algo que el presidente, José Ignacio Nicolás-Correa, ensalzó en la última junta general de accionistas, el pasado 29 de abril: “Nos produce especial satisfacción, ya que es una forma de contribuir a la aportación que las energías renovables están haciendo al conjunto del planeta”.
Apego a la tierra
Los objetivos internacionales vienen trazados desde Burgos, entorno social y laboral que Carmen Pinto, formada en la Universidad de Valladolid, conoce bien. “Llevamos muchos años afianzados en el paisaje industrial”, afirma la líder de un grupo con 470 empleados. La ingeniera cree que la centralización es un problema para las empresas porque cuando un polo industrial se desindustrializa, “es la pescadilla que se muerde la cola” y se forma una espiral perjudicial para el lugar donde está instalado, pues las demás compañías empiezan a marcharse también. En cambio, apostar por estas factorías “genera tejido mediante empresas indirectas o auxiliares” en ciudades de tamaño medio como la burgalesa, que es “una gran desconocida” en este sentido. Para ello, recomienda que las administraciones inviertan en comunicaciones tanto ferroviarias como automovilísticas o telemáticas, a fin de incrementar la velocidad de los procesos productivos y la rentabilidad y eficacia de las fábricas.
Nicolás Correa cotiza en Bolsa. Tras el batacazo que supusieron para la cotización los confinamientos y la paralización de la actividad mundial a principios de marzo de 2020, las acciones de la compañía se han recuperado con una subida del 77% desde entonces. Fruto de este rebote, la capitalización bursátil es de 71 millones de euros. Este grupo industrial ejerce como matriz de cuatro empresas industriales, todas establecidas en Burgos, donde realizan toda la fabricación y diseño. “Hay que trabajar todo el día para mantenerse, además de darse a conocer y adaptarse al cliente”, aprecia Pinto. La consejera delegada asume que es una de las pocas mujeres que ocupa un puesto directivo en las grandes empresas españolas e insiste en que su experiencia personal “ha sido siempre excelente”. Eso sí, reconoce que hay margen de mejora, sobre todo en la “difusión de las carreras técnicas” entre las mujeres.
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