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El Banco de España advierte de que cada vez cuesta más salir del ERTE

El organismo alaba el uso de los expedientes de regulación temporal de empleo, pero observa que conforme persisten las restricciones es más difícil incorporar a los asalariados al mercado de trabajo

Antonio Maqueda
ERTE
Terrazas vacías en Bilbao el pasado noviembre.Servicio Ilustrado (Automático) (Europa Press)

Los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) han sido la herramienta utilizada en la zona euro para contener el golpe al empleo que ha supuesto la pandemia. Su éxito a la hora de evitar una destrucción masiva de puestos de trabajo ha sido evidente. Y así lo destaca un estudio del Banco de España. Sin embargo, este informe también apunta que estos expedientes han perdido eficacia conforme se alargaba la pandemia y las restricciones persistían. Cuesta más incorporar a los trabajadores al empleo, en buena medida porque los sectores más afectados por las restricciones son los que siguen bajo estos esquemas.

Ahora que el Gobierno se plantea convertir los ERTE en elementos estructurales del mercado de trabajo, este estudio, aunque no lo dice, arroja algunas dudas sobre si serán una fórmula igualmente válida fuera de una crisis como la originada por la pandemia. Si el impacto es temporal, funciona muy bien. Pero no tanto si se necesita un ajuste permanente o persiste la debilidad como está ocurriendo en los últimos meses. Con una cautela: el estudio es todavía muy preliminar, solo coge unos trimestres y aún no se ha comprobado qué sucederá cuando la población esté vacunada.

Tras declarar el estado de alarma, el Gobierno flexibilizó los ERTE, costeó sus cotizaciones y reforzó su protección. La clave de estos expedientes era precisamente su carácter temporal: ajustaba los costes laborales de las empresas durante un bache de la demanda que se presumía transitorio.

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Y así fue durante el confinamiento declarado entre marzo y junio. Hasta 3,5 millones se beneficiaron mientras toda actividad no esencial se cerraba a cal y canto. El 22% de los ocupados en el promedio del segundo trimestre, recuerda el supervisor. Una vez se inició la reapertura de la economía, se produjo “una reincorporación al empleo en el tercer trimestre muy superior a la observada entre los trabajadores que perdieron su trabajo y no estuvieron afectados por estos esquemas”, señala el banco con microdatos de entrada y salida de la Encuesta de Población Activa.

En consecuencia, los ERTE tuvieron “una elevada efectividad” tras el confinamiento, señala el organismo. Dicho esto, ya no sucede lo mismo con aquellos ERTE que siguieron o los que fueron iniciados en el tercer trimestre. En estos casos no se aprecia en la misma medida que haya mejores perspectivas de volver al trabajo respecto a quienes están en el paro. “La diferencia entre ambos colectivos en la probabilidad de reincorporación se difumina”, sostiene. Y esto podría ser el reflejo de que ha continuado la debilidad económica y que los que están en los ERTE pertenecen más a sectores limitados por las restricciones, apunta el estudio. Aunque el documento no lo dice, en esas actividades con limitaciones el Estado paga la cotización y, por lo tanto, no hay un incentivo para que el empleador despida. Cabe preguntarse si el trabajador tampoco tiene un incentivo para buscar otro empleo.

El Banco de España constata además que los ERTE se emplearon mucho más en esta crisis que en la de 2008. Y recuerda que ya tenían una regulación similar. La diferencia radica en que la crisis causada por la covid tiene una naturaleza “más claramente transitoria”. Mientras que en 2008 la construcción tenía que ajustar su sobredimensionamiento y por tanto recortar empleo, en esta ocasión el turismo y la hostelería volverán a tener actividad una vez pasado el virus. Mientras que en 2008 se acogieron sobre todo trabajadores de la industria, en 2020 su uso fue más generalizado, si bien el sector predominante fue la hostelería.

El estudio toma una muestra de asalariados que con el confinamiento perdieron el empleo o entraron en un ERTE de suspensión y sigue cuál ha sido su evolución. En el tercer trimestre, con la desescalada, casi el 70% de trabajadores en ERTE retornaron al empleo. En cuanto al 30% restante, el 20% siguió en ERTE y el 10% fue al desempleo.

Respecto a los que perdieron el empleo sin acogerse a un ERTE, el 40% volvió a una ocupación tras el confinamiento. Así, en el tercer trimestre, los protegidos por ERTE tuvieron 30 puntos porcentuales más de probabilidad de reincorporarse que los que no habían entrado en estos esquemas.

Sin embargo, este patrón cambió en el tramo final de 2020. El porcentaje de trabajadores que estaba en ERTE en el tercer trimestre y que se reincorporó en el cuarto fue del 30%, incluso ligeramente inferior a los que se encontraban en el paro. Es decir, un desempleado tuvo un poco más de probabilidad de volver al empleo que un asalariado en ERTE. “Probablemente refleja la persistencia de niveles de actividad muy bajos en algunas ramas por las sucesivas olas de la pandemia”, explica el Banco de España.

Y casi lo mismo ocurre cuando se ha continuado en el ERTE entre el segundo trimestre y el tercero: la probabilidad de reincorporarse en el cuarto trimestre solo fue ligeramente superior a la del parado. Si bien en este caso si se compara a trabajadores en ambas situaciones que reúnen las mismas características y son de los mismos sectores, entonces sí que se detecta una cierta mejora en los ERTE: la probabilidad de retornar al trabajo es16 puntos porcentuales superior.

En opinión del banco, todo ello implica que hay que centrar las ayudas en los sectores afectados mientras se supera la crisis sanitaria. Además, habría que vincular más la prestación a la formación del trabajador, que hasta ahora ha sido “reducida”, dice.

Según la información que brinda la EPA y que cita el estudio, el 11% de los trabajadores en ERTE realizaron algún tipo de actividad formativa, un porcentaje que se sitúa algo por debajo del observado en el colectivo sin empleo: el 14%.

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Sobre la firma

Antonio Maqueda
Periodista de la sección de Economía. Graduado en Periodismo en la Universidad de Navarra y máster por la Universidad de Cardiff, ha trabajado en medios como Cádiz Información, New Statesman, The Independent, elEconomista y Vozpópuli.

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