La frágil situación sanitaria aviva el temor a un verano de restricciones para el turismo
El Reino Unido llama a no reservar vacaciones todavía y Alemania estudia reducir “a casi cero” los vuelos internacionales
Una frase del ministro británico de vacunaciones, Nadhim Zahawi, ha enfriado las expectativas de aquellos que fantaseaban con un verano de desconexión lejos de las Islas. Preguntado por la cadena Sky News sobre si sus conciudadanos deberían esperar para reservar vacaciones, Zahawi fue tajante: “Por supuesto”, espetó. “Creo que es demasiado pronto. Todavía hay 37.000 personas hospitalizadas con covid en este momento, es demasiado pronto para que siquiera especulemos sobre el verano”, añadió.
Las palabras del político conservador no implican que vaya a haber restricciones en verano, solo reclaman cautela a los que dan por hecho que habrá libertad total, algo que no sorprende vistos los antecedentes, pero la mera enunciación de la hipótesis de un nuevo verano a medio gas provoca sudores fríos en el sector turístico español, muy dependiente de la llegada de británicos, el primer país emisor.
La campaña de vacunación ha abierto la puerta a una temporada estival con desplazamientos que haga olvidar el pésimo año 2020 para la hostelería y su continuidad en la primera mitad de 2021, en la práctica una suerte de tercer semestre del ejercicio pandémico en que poco o nada ha cambiado. Pero la incertidumbre por la llegada de nuevas cepas, y sobre todo, la batalla de la UE con algunos laboratorios por los retrasos en los envíos de la vacuna, ha enrarecido el ambiente y avivado el temor a que la inmunización no esté lista en los plazos previstos.
Otra frase, esta del ministro de Interior alemán, Horst Seehofer, ha contribuido a acrecentar las dudas. Según sus palabras, el Gobierno germano está estudiando reducir “casi a cero” los vuelos internacionales para cortar la entrada de variantes del coronavirus. De dar ese paso, seguiría el ejemplo de Israel, que desde este martes tiene cerrado el aeropuerto internacional Ben Gurion de Tel Aviv mientras lidera el ritmo de vacunación en el mundo.
La medida, en caso de entrar en vigor, no tendría por qué mantenerse en verano, e incluso podría favorecer una situación sanitaria mejor en julio y agosto, pero crea un estado de ánimo poco propicio a pensar en la vuelta a la normalidad de otro de los países clave para el turismo español.
Las aerolíneas están entre las víctimas más evidentes de esas restricciones. Las perspectivas de recuperación han aupado en Bolsa a compañías como la irlandesa Ryanair, la líder del cielo europeo, pero su progresión, como la de otras rivales, azuzada por la oleada de anuncios de vacunas efectivas, se ha visto frenada a comienzo de año a la espera de nuevas garantías sobre la continuidad de los viajes. La obligación de someterse a pruebas y la introducción de cuarentenas en el trascendental periodo veraniego tampoco juegan a su favor. IAG y Easyjet están entre las más penalizadas por el resurgir de las dudas, con caídas del 14% y el 13% respectivamente en solo cinco sesiones.
De prolongarse las restricciones, la demanda de billetes podría verse truncada. Las principales aerolíneas tienen liquidez para sobrevivir, pero para otras más débiles, necesitadas del maná estival para aguantar todo el año, otro verano en tierra podría suponer la quiebra.
Dado el menor margen para que los efectos de la vacunación sean visibles, las perspectivas para las vacaciones de Semana Santa se presentan mucho más descorazonadoras. Los Gobiernos europeos han mantenido abierto el espacio aéreo dentro de la UE durante la crisis, pero cada vez aparecen más barreras: durante el fin de semana Suecia prohibió los viajes desde la vecina Noruega en un intento por detener la propagación de nuevas variantes del virus, y Bélgica prohibió los viajes no esenciales. Fuera de la UE, Londres se plantea también obligar a los recién llegados al país a someterse a cuarentenas obligatorias en hoteles, siguiendo el ejemplo de países asiáticos.
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