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Los consejos de Unicaja y Liberbank aprobarán esta semana la fusión

La operación debe cerrarse antes de fin de año para evitar una nueva auditoría de las cuentas

Javier Salvatierra
Sede central de Unicaja.
Sede central de Unicaja.

Si no surgen obstáculos de última hora, la fusión entre Unicaja y Liberbank será un hecho esta semana. Los consejos de ambas entidades se reunirán estos días para dar luz verde a la fusión que alumbrará el quinto banco español, con activos por más de 100.000 millones de euros, como ha adelantado el diario Cinco Días. Pactada ya una solución sobre la estructura de la cúpula de la entidad fusionada, que presidirá el actual máximo responsable de Unicaja hasta que se revise el modelo en dos años, la operación se cerrará antes del 31 de diciembre, de modo que se pueda evitar que haya que volver a auditar las cuentas de cada parte, algo obligatorio si la fusión se pospone a 2021.

Según han confirmado fuentes financieras, el proceso de negociación de la fusión, que se inició en octubre, está en “fase absolutamente terminal” y con toda probabilidad se cerrará antes de fin de año. Se trata del segundo intento de unión de ambas entidades, tras una tentativa fallida que arrancó a finales de 2018. El consejo de administración de Unicaja se reúne este lunes para preparar el cierre de la operación, que se producirá en una nueva reunión el martes. El consejo de Liberbank tiene previsto reunirse también el martes para dar luz verde definitiva al acuerdo.

Las mismas fuentes confirman que Manuel Azuaga, actual presidente de Unicaja, ocupará la presidencia operativa de la nueva entidad, mientras que Manuel Menéndez, consejero delegado de Liberbank, ocupará ese mismo puesto en el banco resultante. Sin embargo, este arreglo, que ya estaba pactado desde hace tiempo, se tambaleó cuando, al emitir su juicio, el Banco Central Europeo se pronunció contra la bicefalia de poderes ejecutivos y señaló un plazo de dos años para convertir la presidencia en no ejecutiva.

Unicaja, entidad mayoritaria en la fusión —la ecuación de canje, que marca el peso de cada entidad en el nuevo banco, se fijó en el 59,5% para Unicaja y el 40,5% para Liberbank— quiso entonces, según fuentes financieras, “reservarse” el derecho a nombrar al consejero delegado en 2023, pero finalmente no será así. Cuando llegue el momento, en dos años, “se reevaluará” el puesto de consejero delegado, que deberá asumir entonces funciones que de momento quedarán en manos de la presidencia ejecutiva, y el consejo elegirá a la persona que ocupe el puesto.

Hasta que llegue ese momento, el presidente del banco resultante de la fusión tendrá muy importantes atribuciones, como la estrategia, recursos humanos, asesoría legal, comunicación, auditoría interna y transformación digital. El consejero delegado se ocuparía de todo lo referente al negocio y a la gestión del día a día y reportaría al consejo, dominado por Unicaja.

Ambos bancos han negociado su unión en este último trimestre del año, en particular en los últimos días, en los que llegó a temerse que el proyecto volviese a naufragar, como ya pasó el año pasado. En octubre se retomaron formalmente las conversaciones después de un intento fallido en 2019, que se frustró por diferencias en la ecuación de canje. Entonces, el proceso de negociaciones también se vio trastocado por la llegada de una opa por parte de la entidad gallega Abanca sobre Liberbank, que finalmente no cuajó.

La nueva entidad sumaría más de 100.000 millones en activos, convirtiéndose en el quinto banco español en tamaño. Unicaja está asentado fundamentalmente en Andalucía y Castilla León, mientras Liberbank es la suma de Cajastur-Banco CCM, Caja Cantabria y Caja Extremadura. Precisamente este reparto geográfico hace que los sindicatos vean con buenos ojos una fusión que consideran entre iguales, o casi, ya que, al operar ambos en territorios diferentes, apenas hay solapamiento de oficinas, por lo que no debería haber un ajuste traumático de plantillas, según explica José María Gámiz, secretario general de UGT-Liberbank. “Apenas hay algo de solapamiento en Cáceres y Ciudad Real, donde ambas están presentes”, afirma. Y demanda que, si se considera que hay algún “excedente de plantilla”, se resuelva con bajas voluntarias y prejubilaciones.

También considera favorable el hecho de que se produzca una “fusión entre iguales”, dos entidades e tamaño pequeño que asegura el mantenimiento de la identidad de ambas, en lugar de una absorción por un actor más potente. “Es un mal menor dentro de las circunstancias del sector bancario” en el que se está produciendo un baile de fusiones como la de CaixaBank con Bankia o la frustrada entre BBVA y Sabadell.

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