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España logra en Bruselas frenar el recorte en las cuotas pesqueras

La UE cierra un acuerdo para 2021 tras casi dos días de negociación, en una cita presencial marcada por la complejidad del Brexit

El ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, atiende a la prensa este martes, justo antes de comenzar la negociación de las cuotas pesqueras en Bruselas. En vídeo, sus declaraciones este jueves sobre el acuerdo de cuotas de pesca para el 2021. Foto: EUROPA PRESS | Vídeo: DELMI ALVAREZ
Guillermo Abril

Uno acude a la tradicional negociación anual de cuotas de pesca del Atlántico y Mar del Norte como quien va a la guerra: “Nosotros estamos preparados para aguantar todo lo necesario”, lanzaba como aviso un diplomático de alto rango antes de que comenzara el pulso este martes en Bruselas. Y a partir de ahí transcurren casi dos días, con sus noches, de tira y afloja, propuestas y contrapropuestas, porcentajes arriba y abajo, encuentros bilaterales (entre países) y trilaterales (con la Comisión Europea y el Consejo), hasta llegar de este modo a la ya clásica agónica madrugada de la capital europea, que parece la única capaz de doblegar voluntades. El acuerdo sobre lenguados, merluzas, caballas, cigalas y demás se ha terminado de sellar hacia las 8 de la mañana de este jueves. Un pacto pesquero “satisfactorio” para España, en palabras del ministro de Agricultura y Pesca, Luis Planas, que ha reconocido que la covid y sobre todo el cuento inacabado del Brexit, cuyos negociadores mantenían las discusiones en otro edificio de Bruselas, a solo unos cientos de metros de distancia, han convertido este Consejo de Ministros de Pesca en el más “complejo” de los últimos años.

El buen sabor de boca del Ejecutivo español tras negociaciones “largas, intensas y complicadas” se debe, en parte, a la merluza sur, “el pescado más consumido y el más popular en España”, como lo bautizaba el ministro el martes a las puertas de la reunión, antes de meterse en faena. El equipo español llegó a Bruselas con una propuesta de recorte de casi el 13% de los denominados totales admisibles de capturas de estos stocks por parte de la Comisión, que es a quien corresponde lanzar el primer envite tras analizar los estudios científicos sobre las pesquerías. Con respecto a la merluza, España ha peleado por mantener el mismo nivel de capturas del 2020 para el 2021 este año, aduciendo fallos en el modelo de análisis de las poblaciones pesqueras, y ha logrado finalmente que el recorte se quede en el 5%. Lo cual supone cierto alivio teniendo en cuenta que la guadaña europea planeaba sobre una flota de cerca de 1.200 buques pesqueros.

España también ha logrado que la reducción del 40% propuesta por Bruselas para el lenguado del caladero nacional se quede en la mitad (un 20%), igual que el recorte de la pesca de cigala del Golfo de Cádiz, que pasa del 30% al 15% final. El jurel experimenta, en cambio, un incremento de las posibilidades de pesca del 5%; y también la anchoa del Cantábrico, con una subida de un 3%, “debido al excelente estado biológico de la especie”, ha asegurado Planas.

La negociación sobre la pesca es cada año, en cierta medida, la expresión de una pugna entre aquellos países con recursos pesqueros, que defienden las posibilidades de faena de sus flotas, y el de aquellos otros que no los tienen y pelean por la reducción y sostenibilidad del medio, lo cual produce en diciembre lo que un funcionario bruselense que se mueve en estas aguas denomina “un psicodrama”. En este negro 2020, a la obra se le han ido añadiendo nuevas capas propias de la tragedia. Los ministros de pesca han llegado a este último Consejo del año con la necesidad de negociar tres reglamentos: el de las ya citadas cuotas de pesca para el Atlántico y el Mar del Norte, así como el de las aguas profundas y también el plan de recuperación de la pesca en el Mediterráneo, cuyo debate normalmente se distribuye en distintas citas, pero se han dejado para esta última debido a la covid.

La propuesta de la Comisión para el Mediterráneo occidental era una de las más perjudiciales para España: el Ejecutivo comunitario proponía una reducción del esfuerzo pesquero del 15%, lo cual, traducido por una fuente del Gobierno español, afectaba a todo el litoral, “de Tarifa a Creus”, y suponía “amarrar en puerto un par de meses esta flota”, cifrada en cerca de 600 arrastreros. En palabras de una fuente diplomática: “Un desastre económico”.

Esta ha sido una de las negociaciones en las que España se ha plantado, manteniendo en vilo la negociación. “No ha sido fácil bajar del 10%”, ha reconocido el ministro. Finalmente, con el apoyo de Francia e Italia, se ha logrado dejar la reducción en un 7,5%, la mitad de lo que proponía la Comisión, y recuperando unos 17 días de faena por buque, según cálculos del Ejecutivo español.

El Brexit, que ha planeado como una sombra sobre el Consejo, ha provocado que este año se queden fuera de la negociación 119 de las 146 pesquerías que se solían discutir, porque se encuentran afectadas por lo que van urdiendo en la otra sala de ese otro edificio bruselense los tejedores del acuerdo entre Reino Unido y la UE. La tensa situación ha generado varias anomalías que tienen mucho que ver con la idea de que las fronteras son humanas, pero la naturaleza sigue su propio camino y no hay quien logre vallarla. Las 119 pesquerías que han quedado fuera son aquellas conforman “stocks conjuntos” con el Reino Unido, peces que se mueven entre líneas, “las capturas que normalmente se producen en aguas compartidas”, tal y como explicaba un diplomático. La cuota para estos recursos se ha dejado con un hueco en blanco en el acuerdo, o “pour memoire”, como lo denomina esta fuente, a la espera de lo que la Task Force del Brexit pacte en el otro lado.

Entre tanto, la UE ha trazado un plan para evitar un vacío legal el 1 de enero, cuando finaliza el llamado período transitorio con el Reino Unido y la salida del vecino se consume, en principio, con plenos efectos. Se llegó a la negociación este martes con una propuesta de Bruselas de prorrogar durante los tres primeros meses del 2021 la situación actual de pesca para los stocks compartidos con los británicos, es decir, que se podría pescar un 25% (el equivalente a esos tres meses; una cuarta parte del año) de la cuota anual que ya se pescó en 2020. La situación resultaba perjudicial para España porque la pesca de varias de las especies que va a buscar en esas aguas compartidas, como la caballa, es estacional y se realiza sobre todo a principios de año. “Para nosotros es una especie de mucho interés”, señalaba sobre la caballa una fuente del Ejecutivo este miércoles en un receso de la pugna. “Prioritaria para la flota del Cantábrico noroeste”. Finalmente, España ha logrado ciertas garantías, con el incremento de hasta el 65% de la cuota para algunas pesquerías, como la citada caballa, la bacaladilla y el jurel, durante esos tres primeros meses del año.

Concluido el Consejo de Pesca con acuerdo, a la flota española ya solo le queda esperar a que los negociadores del Brexit logren el suyo, en una discusión con varios puntos conexos, puesto que el acceso a las aguas británicas sigue siendo una de las claves de la discordia. Como explicaba el ministro de forma sencilla, refiriéndose a la negociación de las cuotas y a la del Brexit: “Pues tienen que ver y no tienen que ver”. Hay quien, en el fragor de la batalla pesquera de las cuotas, incluso veía ya muy cerca el pacto entre Londres y Bruselas: “Somos conscientes, o casi conscientes, de que a partir del 1 de enero, hay una máxima posibilidad de que haya un acuerdo”, anunciaba una fuente del Ejecutivo.

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Sobre la firma

Guillermo Abril
Es corresponsal en Pekín. Previamente ha estado destinado en Bruselas, donde ha seguido la actualidad europea, y ha escrito durante más de una década reportajes de gran formato en ‘El País Semanal’, lo que le ha llevado a viajar por numerosos países y zonas de conflicto, como Siria y Libia. Es autor, entre otros, del ensayo ‘Los irrelevantes’.

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