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Ryanair se prepara para el día después de la vacuna: amplía en 75 unidades su pedido de Boeing 737 MAX

Es la primera orden en firme del modelo después de que las autoridades estadounidenses diesen hace 15 días su visto bueno para regresar a los cielos

Ignacio Fariza
Un Boeing 737 de Ryanair, durante su aproximación al aeropuerto de Riga (Letonia), en enero pasado.
Un Boeing 737 de Ryanair, durante su aproximación al aeropuerto de Riga (Letonia), en enero pasado.TOMS KALNINS (EFE)

Cuando Europa trata aún de organizarse para minimizar en Navidad los riesgos de una tercera ola del virus, Ryanair ya piensa en el día después de la ansiada vacuna. La mayor aerolínea europea de bajo coste ha ampliado este jueves su macropedido de Boeing 737 MAX en 75 unidades, hasta un total de 210. La orden, valorada en un total de 22.000 millones de dólares (18.000 millones de euros), es la primera del MAX desde que las autoridades estadounidenses diesen hace 15 días su visto bueno para que regrese a los cielos tras atajar las deficiencias que desembocaron en dos accidentes en los que murieron 346 personas.

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El jefe de la Agencia Europea de Seguridad Aérea ya ve “seguro” para volar el Boeing 737 MAX

El anuncio tiene trascendencia por partida doble. Primero, porque el sector aéreo en su conjunto está todavía en plena travesía en el desierto por la covid-19, y un nuevo pedido cambia el paso de una industria demasiado acostumbrada en los últimos tiempos a recortes y despidos. Segundo, porque parece marcar el final del calvario del MAX, un modelo de corto y medio radio llamado a marcar una época en la industria, pero cuyos fallos de diseño —con consecuencias fatales— han llevado al fabricante a una situación crítica.

Tras lograr el visto bueno de la Agencia Federal de Aviación estadounidense (FAA, por sus siglas en inglés) a mediados de noviembre, tras casi dos años varado, los primeros 737 MAX llegarán a la flota de la aerolínea irlandesa a principios del año que viene. El MAX podrá ser utilizado en todas las rutas de la compañía, que desde sus inicios ha optado por un esquema monoflota, con el 737 —en sus diferentes variantes— como único avión pintado con sus colores en el último cuarto de siglo, su periodo de mayor crecimiento.

Como parte del acuerdo, Ryanair y Boeing han acordado una compensación por los costes directos en los que ha incurrido la aerolínea en el último año y medio por los retrasos en la entrega del MAX, después de que el modelo fuese vetado por las autoridades aeronáuticas de todo el mundo.

“Este avión va a transformar Ryanair y nuestros trayectos en Europa. Consume menos, emite menos y ofrece más asientos”, ha confiado el consejero delegado de la aerolínea, Michael O’Leary, en un encuentro telemático organizado conjuntamente por ambas compañías con un número reducido de medios de comunicación. “Queremos acelerar la recuperación de los viajes en Europa en los próximos años. Va a ser muy rápida después de la vacuna, y este pedido va a transformar la matriz de costes y el futuro mismo de Ryanair en los próximos años”, ha confiado. El MAX constituirá la tercera parte de su flota en 2025.

“Tenemos, tanto nosotros como ellos, confianza en el futuro de nuestra industria. Y la vacuna ha llegado antes de lo que pensamos”, ha remarcado en la misma línea el presidente y consejero delegado de Boeing, Dave Calhoun, tratando de cambiar el paso tras meses de cancelaciones y retrasos en los pedidos y miles de aviones aparcados en aeropuertos de todo el mundo. Más allá de la crisis del MAX, la mente del gigante aeronáutico está puesta en que la demanda de los pasajeros remonte tras la aplicación generalizada del fármaco.

Siniestros de 2018 y 2019

Preguntado por la seguridad del Boeing 737 MAX tras los siniestros de 2018 y 2019 en Indonesia y Etiopía, el primer ejecutivo del fabricante con sede en Seattle —que aún no había sido nombrado cuando se produjeron los accidentes— ha afirmado que segundo mayor fabricante de aviones comerciales del mundo “nunca” olvidará lo sucedido. “Pero hemos cambiado nuestros procesos para asegurar que algo así no se vaya a producir nunca más”.

También Ryanair ha querido despejar cualquier atisbo de duda: “Cuando se entregue, este avión será el más auditado y regulado de la historia de la aviación”, apunta en la nota publicada tras la conferencia de los dos ejecutivos. “Estamos seguros de que nuestros clientes disfrutarán volando en este avión”, ha remarcado O’Leary de viva voz, tratando de obviar en todo momento el término MAX y refiriéndose a la aeronave repetidamente como Gamechanger, el apelativo con el que Boeing ha tratado de rebautizar el modelo.

El fabricante estadounidense, que ya llegó a la crisis de la covid-19 en una situación de debilidad extrema después de que el MAX tuviera que quedarse en tierra y se viese forzada a cancelar todos los pedidos, trata de cambiar el paso pensando en los próximos años. En un mundo en el que todos los pasos se miden al milímetro, el anuncio conjunto con Ryanair es una forma de dar un espaldarazo público a su avión en un momento de máxima zozobra.

El mensaje que la aerolínea irlandesa trata de trasladar con este anuncio es igualmente claro: tras un verano de continuos acelerones y frenazos en la reapertura, a golpe de levantamiento y restablecimiento de las cuarentenas en los países en los que opera, se trata de tener todo previsto para el día en el que regrese el apetito viajero. También de aprovechar la debilidad de varios de sus competidores en el segmento low cost, como EasyJet y, sobre todo, Norwegian, que se acaba de declarar en concurso de acreedores para renegociar la ingente deuda que acumula.

Aunque tocada —como todo el sector—, la irlandesa está en una posición de mayor fortaleza que sus pares: antes de que el virus llegase para arrasar con todo, sus cuentas estaban saneadas y puede ahora permitirse pensar en cómo ganar cuota cuando pase lo peor de la crisis. Mientras la selección natural hace estragos en el sector y otros solo pueden permitirse pensar en su supervivencia eso es, sin duda, un privilegio.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.

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