La deuda pública española toca máximos y roza los 1,3 billones de euros
El pasivo de las administraciones públicas se acercó en agosto al 111% del PIB
Con las grandes instituciones económicas de acuerdo en la necesidad de aumentar el gasto para combatir la crisis derivada de la pandemia, y las previsiones del Fondo Monetario Internacional anticipando una escalada de la deuda hasta el 123% del PIB para este año —el Gobierno espera un crecimiento algo menor, hasta el 118%—, un titular parece condenado a repetirse: la deuda pública española ha tocado nuevos máximos. En agosto, según datos del Banco de España, la cantidad a devolver ascendía a 1,298 billones de euros, en torno al 110,7% del PIB, su cota más alta. Los compromisos pendientes de pago del conjunto de las administraciones aumentaron ese mes en 7.537 millones de euros respecto a julio, en 102.586 millones si se hacen las cuentas de los últimos 12 meses.
El pasivo acumula así nueve meses consecutivos de subida desde su último descenso en noviembre del año pasado. El Estado y la Seguridad Social acaparan el crecimiento de la deuda, en un entorno de retroceso de los ingresos públicos por la caída de la recaudación fiscal, y con la ingente factura sobre la mesa de los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE), la prestación extraordinaria por cese de actividad de autónomos, y el pago de las pensiones.
Por el contrario, las comunidades autónomas y las administraciones locales lograron contener el temporal y redujeron su deuda en agosto. En el caso de los entes regionales, cayó muy ligeramente, en 344 millones de euros (un 0,1% menos). Y en 469 millones en los Ayuntamientos (el 1,9%). Pese al complejo entorno económico, las corporaciones locales han rebajado su endeudamiento en 1.061 millones de euros en el último año, hasta dejarla en 24.557 millones de euros.
Fuera del marasmo de números, la estadística del Banco de España refleja el cambio de tendencia que ha provocado la pandemia. El FMI urgió este miércoles a los Gobiernos a seguir gastando pese a que se han rebasado niveles que en otros tiempos se consideraban líneas rojas: la hoy economista jefe del Banco Mundial, Carmen Reinhart, escribió en 2010 junto a Kenneth Rogoff, ex economista jefe del FMI, un controvertido estudio en el que situaba en el 90% del PIB el umbral de deuda pública a partir del cual las tasas de crecimiento empezaban a caer.
Los bajos intereses a pagar por las políticas monetarias de los bancos centrales, y las necesidades de la pandemia, han tirado abajo la doctrina de la austeridad, al menos temporalmente. “Se han roto los tabús, gastar se ha convertido ahora en una buena idea”, explica Nicolas Véron, economista del laboratorio de ideas Bruegel. No todo vale. En un discurso en la localidad italiana de Rimini el pasado agosto, la voz autorizada del expresidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, dio su diagnóstico sobre las montañas de deuda: solo será sostenible si se dedica a fines productivos. O como dice Véron: “Lo que dice el FMI no es que gastes como si no hubiera mañana, sino que es un momento para el dinero inteligente”.
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