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Flores marchitas en Colombia y Ecuador

Los dos países son grandes exportadores de un producto que se ha visto muy perjudicado por la crisis económica

Invernadero en Colombia con flores para la exportación.
Invernadero en Colombia con flores para la exportación.Asocolflores

Cuando el mundo aún escuchaba como una voz lejana las noticias sobre los estragos que provocaba el coronavirus en Wuhan, China, los exportadores de flores de Colombia y Ecuador ya sentían en sus tierras de cultivo los pasos del animal gigante que se avecinaba. Fueron de los primeros en sufrir las consecuencias de una pandemia que ha frenado la economía mundial. El cierre del mercado asiático anticipó las pérdidas en los dos países andinos que ostentan el segundo y tercer lugar como mayores productores de flores naturales del planeta, después de Holanda

Los clientes en Asia de José Antonio Restrepo, un floricultor con 30 hectáreas en Tocancipá, a una hora de Bogotá, comenzaron a reducir los pedidos de flores o a cancelar órdenes mucho antes del 6 de marzo, cuando se confirmó el primer caso de covid-19 colombiano. “La primera alerta fue la cancelación de una feria que teníamos programada en China. Sin embargo, aún se veía lejos y continuamos con nuestro calendario en Asia”, relata. Luego, se resigna, bajaron los pedidos de Europa, de Estados Unidos y de Canadá.

Colombia exporta al año 260.000 toneladas de flores que suponen una entrada de divisas para la economía nacional de 1.500 millones de dólares (1.280 millones de euros). El 92% de ellas se transportan por vía aérea y el 8% restante por vía marítima. Por eso, el cierre de aeropuertos fue la primera preocupación para un sector productivo que en los dos países vecinos tiene su temporada más fuerte en la primera mitad del año, coincidiendo con las celebraciones de San Valentín, en febrero, del Día de la Madre, en mayo, y del 4 de julio estadounidense. En Ecuador, las ventas de flores dejaron 879 millones de dólares en las arcas nacionales de 2019 por la exportación de 158.000 toneladas. Este año, según las cifras del Banco Central, los envíos al extranjero sumaban hasta mayo 403 millones de dólares, un 3,5% menos que en el mismo periodo del ejercicio anterior.

Pero la producción local, calcula el gremio ecuatoriano, ha caído un 30% debido el cierre de los mercados, y se han perdido 20.000 puestos de trabajo durante la cuarentena, pese a que el Gobierno de Lenín Moreno eximió de las restricciones de circulación y del toque de queda a todas las actividades de la cadena exportadora. Lo mismo que acordó el Ejecutivo de Iván Duque, cuando ordenó el confinamiento de Colombia en marzo. Los vuelos de carga estaban permitidos y eso dio un alivio a la floricultura. “Esas excepciones nos han permitido operar, aunque a un menor ritmo, y continuar con la cosecha, producción, empaque y exportación de las flores colombianas”, reconoce el director de la Asociación Colombiana de Exportadores de Flores (Asocolflores), Augusto Solano. A pesar de este alivio, el representante empresarial reconoce que las empresas del sector colombianas han tenido serias dificultades para exportar y que el segmento de eventos, floristerías, bodas y convenciones ha sido el más afectado. “La naturaleza misma de la situación, lo complejo del negocio y la variación de los datos no nos permiten establecer comparaciones, pero es muy claro que el impacto económico en el sector es muy grande”, aseguró Solano.

Bernarda Mena, exportadora ecuatoriana, resume la fatídica ecuación; “El problema es que la floricultura depende del mercado internacional, no de la demanda local. Cuanto más cae el empleo en Estados Unidos, peor nos va. Porque el mundo, en este contexto, no piensa en comprar un producto que es visto, de alguna forma, como un artículo de lujo. San Valentín no se va a recuperar si no hay vacuna y San Valentín es una fiesta que sube los ánimos”, razona la empresaria que tiene en Norteamérica el principal destino de sus rosas. Una dependencia que se repite entre sus colegas, ya que el 40% de las flores naturales exportadas por Ecuador van a Estados Unidos, el 14% a Rusia y el 8% a Holanda. “Perder un cliente es facilísimo, se pierde en un rato, pero ganarlo es muy difícil”, apostilla Mena, recordando que las florícolas ecuatorianas arrastran desde octubre las pérdidas del paro nacional que bloqueó durante 15 días al país en protesta por el intento del Gobierno de eliminar los subsidios a los combustibles. “Ese fue el mayor golpe porque en esa fecha se negocian los contratos de la temporada y los clientes empezaron a desconfiar de que pudiéramos hacer los envíos pactados”.

De ahí la importancia que tiene para los dos países cumplir con los contratos para las fechas festivas más esperadas. El coronavirus, en ese sentido, no mermó la capacidad de Colombia. Pese a que las limitaciones aéreas incrementaron el coste de los vuelos, los exportadores colombianos pudieron sostener los pedidos que iban a supermercados en Estados Unidos y Europa. En el caso de José Antonio Restrepo, haberse aliado con Amazon le sirvió para que sus claveles y rosas llegaran a las madres en Estados Unidos, pero también tuvo que invertir en protocolos de bioseguridad para evitar el contagio de sus 560 empleados.

En Ecuador, compara Mena, no hay conglomerados tan grandes en donde se relacionan directamente los productores con las comercializadoras como ocurre con el sector en Colombia. Las fincas ecuatorianas son de medio tamaño y entregan sus productos a empresas de carga, intermediarias que despachan a las aerolíneas. Eso hace que la cadena de transporte sea menos efectiva. “Además, con la covid-19, Colombia sí entregó subsidios, su Gobierno ofreció apoyo para pagar salarios —aunque su ejecución no haya respondido a las expectativas— y se inyectó liquidez a través de créditos, pero enfocados en las particularidades de cada sector”, repasa la exportadora, que se lamenta de que las autoridades ecuatorianas, en cambio, hayan dirigido sus medidas anticoronavirus a la búsqueda de más recursos desde el sector privado para el Estado.

Demanda

De hecho, la directiva de Expoflores, el gremio ecuatoriano, cuestionó que la Ley Humanitaria aprobada por Lenín Moreno incluyera una interpretación a las normas sobre despidos por fuerza mayor que obligará a las empresas que hayan recurrido a esa figura para recortar personal a cerrar completamente su negocio. El sector presentó una demanda de inconstitucionalidad contra la reforma que aún está pendiente de resolverse.

De los 150.000 trabajos formales que genera el sector floricultor colombiano, aún no se ha reportado una cifra de despidos. Pero sí se habla de que la crisis provocada por el coronavirus ha golpeado de forma más directa a los pequeños productores. Juan Carlos Novoa, propietario de un cultivo de una hectárea, cuenta a que en los días previos a la celebración de las madres tuvo que tirar flores y con ellas, la producción y el trabajo de cuatro meses. “Nos bajaron los pedidos porque los comercializadores tuvieron que bajar la cantidad de flor exportada, entonces con la flor de ellos era suficiente y no tenían que comprar a los cultivos más pequeños”, dice.

“Encontrar soluciones a la menor capacidad de transporte aéreo de carga y los mayores costos, debido a la disminución de vuelos y a la carga adicional que representan elementos médicos para la pandemia como los ventiladores ha sido, sin duda, una de las cosas más complicadas”, dice el representante del gremio. Si bien la demanda sigue siendo muy variable, “el panorama ha mejorado”, asegura, y desde Colombia se hacen envíos hacia Estados Unidos, Japón, Corea y a Europa, a medida que los países van reabriendo sus economías. Ecuador, pese al desgaste, tampoco ha dejado de atender sus pedidos y este mes ha iniciado una ruta aérea con Canadá.

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