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‘Ángeles de la guarda’ con la agenda saturada

Decenas de compañías recurren a un reducido grupo de profesionales para seguir activas en un entorno de inmensa incertidumbre

Miguel Ángel García Vega
Área de negocios de las Cuatro Torres junto al paseo de la Castellana, en Madrid.
Área de negocios de las Cuatro Torres junto al paseo de la Castellana, en Madrid.Óscar J.Barroso (Europa Press via Getty Images)

En la torre de PwC, al final del Paseo de la Castellana de Madrid, la nueva normalidad es un raro silencio y una sensación de soledad. El hidroalcohol antes de subir en el ascensor, un habitáculo semivacío donde antes casi no cabías, pasillos con escasos empleados, conversaciones cortas, mascarillas y señales delimitando las distancias. Y de salida, ese sentimiento de soledad y silencio. Todo esto ocurre fuera, dentro la actividad surge profunda, sobre todo en un sector que había mantenido un timbre bajo y discreto desde la crisis de 2008: las reestructuraciones.

“No deja de sonarme el teléfono, todos los días hay un cazatalentos que quiere hablar conmigo”, admite, con modestia, Enrique Bujidos, responsable de reestructuraciones de PwC España. Hay pocos profesionales y la demanda, por desgracia, asoma alta. Lleva décadas en esta área, ha trabajado en América Latina y en hallar soluciones a puzles de más de 10.000 piezas como OHL, DIA, Duro Felguera, Dentix o El Ganso. No hay que sentarse en los pupitres de Harvard para saber que la pandemia ha dejado tocada la caja de millones de empresas españolas. “Toda la ayuda de las líneas ICO, que están siendo útiles, han funcionado como una anestesia. Lo que nos preocupa, sobre todo, son las pequeñas y medianas empresas, porque son las más débiles, y hasta octubre no sabremos el daño real que se ha producido”, describe Bujidos.

¿Cuánto ERTE se transformará en ERE al final de la “temporada” turística? ¿Qué será de las tiendas minoristas? ¿Regresará la demanda? Pues la situación es clara. Coinciden la docena de expertos, no más, que manejan este delicado sector. “Las empresas se verán obligadas a refinanciar sus deudas para que sus flujos de caja se adecúen a los pagos de deuda”, apunta Ángel Martín, responsable global de Financial Restructuring de KPMG. “Y el futuro traerá un repunte de las operaciones de fusiones y adquisiciones, una vez que el miedo a un rebrote disminuya”, añade este experto que ha participado en reestructuraciones y estructuraciones de deuda por un valor superior a los 140.000 millones de euros, entre otros en Martinsa Fadesa (donde es administrador concursal, siendo el mayor concurso en España), Metrovacesa, Reyal Urbis, FCC, Eroski, Colonial, Pescanova o Abengoa.

Además los fondos de inversión con su enorme capacidad de liquidez y de asumir riesgo podrían ser una solución para levantar empresas en situación delicada. “Desde un punto de vista público, el mantenimiento de las medidas de soporte a la financiación y su ampliación a operaciones de inversión (más allá del circulante, como hasta ahora) es crítico para evitar situaciones de contracción de la oferta de crédito similares a las vividas en la crisis de 2008”, alerta Pablo Guijarro, socio del área de Corporate Finance de AFI.

Porque la digitalización —convertido, por muchos, en el bálsamo de Fierabrás de los problemas económicos españoles— no acudirá al rescate del drama. Edward Altman, creador de ese Armagedón de la econometría que es la fórmula Z-score, la cual mide la posibilidad de que quiebre una empresa, espera un número récord en Estados Unidos de “mega-bancarrotas” (pasivos superiores a los 1.000 millones de dólares) que podría superar las 49 que se vivieron en 2009. El profesor emérito de la Escuela de Negocios Stern de Nueva York puede equivocarse o acertar. Lo resolverá el tiempo.

¿Cómo será el futuro? “Los primeros días había ansia y necesidad por consumir en bares, ropa. Pasado este espejismo volverá el miedo a gastar y se impondrá un declive: restaurantes de ticket medio-bajo, pisos pequeños y baratos frente a promociones de lujo, hoteles de cuatro y cinco estrellas a precios de tres para tener ocupación”, predice Daniel Galván, director de GBS Finance.

Pero hay respuestas. Sobre todo para las pymes. Una vez más el capital riesgo, los fondos de deuda —son una fuente de financiación alternativa a los bancos (direct lending, préstamos puente, deuda subordinada, mezzanine), aunque resulten más caros y su periodo de préstamo oscile entre uno y siete años— y las “clásicas” quitas, esperas o capitalizaciones de deuda. Y ahí se verá la “involucración” de las entidades. ¿Querrán volver a tener una cartera de participaciones en empresas convirtiendo deuda en capital? No parece que sea su estrategia.

De lo que nadie duda es del valor que tienen los 140.000 millones de euros de las líneas ICO. “Han sido fundamentales para evitar el cierre de bastantes compañías incapaces de aguantar tres o cuatro meses de paralización total de la actividad”, lanza Alex Soler-Lluro, socio responsable de Reestructuraciones en el área de Strategy and Transactions de EY. El problema es que “muchas operaciones se han cerrado con poca visibilidad del plan de negocio de las firmas debido a la incertidumbre en la que vivimos”. Riesgos que hay que correr. Tampoco deberían usarse estas líneas —matiza Borja Arteaga, socio de PJT Partners— para “reestructurar o unificar préstamos ya existentes”. Pero sobrevivimos en tiempos excepcionales. El turismo, el transporte, el comercio, la restauración y la industria del automóvil es obvio que serán los que sufrirán más. “Y en el corto plazo la prioridad es preservar al máximo nuestra estructura productiva”, aconseja Senén Touza, socio de Financial Advisory de Deloitte, quien ha participado en las reestructuraciones de Pescanova, Barreras, Isolux o Vitaldent. “Si mitigamos el impacto en las empresas y preservamos el tejido de pymes y autónomos se salvaguardará el empleo y se acelerará la recuperación”.

Ley concursal

Hay que proteger la fragilidad. El año pasado llegaron a concurso de acreedores 4.464 empresas. Acorde con el Instituto Nacional de Estadísticas (INE). Este ejercicio la cifra es una incógnita —tristemente— al alza. El 1 de septiembre entra en vigor el nuevo texto refundido de la ley concursal en medio de una suspensión hasta el 1 de enero de 2021 de la obligación de los administradores de las compañías de solicitar el concurso, y a la espera de la transposición en España de la Directiva europea de reestructuraciones. Un encaje complejo resultado de jornadas únicas. Hace falta el blindaje.

“Lo peor está por llegar. Lo más duro lo veremos entre otoño y finales de 2021, si la demanda no se recupera y si los ERTE terminan [como sostienen también otros profesionales] en despidos. Aún no hemos visto la verdadera dimensión de la crisis”, analiza Ángel Pérez, socio responsable de la práctica financiera del bufete Uría Menéndez, despacho que ha velado armas en Abengoa, Celsa o Eroski. Y sabe de batallas y parapetos. “Las moratorias han resultado muy útiles para disminuir la presión de caja. Por ejemplo en el sector turístico”, avanza el letrado. Pero también añade que “cuando se adapte el ordenamiento español a la directiva de reestructuraciones, para lograr una verdadera viabilidad de las compañías será esencial poder extender los efectos de los acuerdos de refinanciación a los acreedores de derecho público y a los acreedores comerciales”, que ahora mismo quedan al margen de estas reestructuraciones preconcursales, que tan importantes han resultado para evitar que las empresas pasen por el concurso. Será necesaria toda la artillería.

Digitalización

Resulta imposible hablar con ningún experto en reestructuración sin que surja el término “digitalización”. La historia es clara: viajamos muy retrasados en comparación a otras economías. “Algunos vendedores minoristas están repensando sus estrategias a medio y largo plazo, sustituyendo sus redes de locales físicos por la apertura de espacios que se convertirán en centros de experiencias para sus clientes, cuyo objetivo irá más allá de la simple transacción”, observa Alberto Zamora, director general de Accenture Strategy. Y, al fondo, se refuerzan todos los canales digitales. Esta es la estrategia binaria. De unos y ceros. Unas matemáticas que han faltado —reflexiona el analista— incluso en las grandes empresas, que tienen un déficit en “tecnologías punteras”.


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Sobre la firma

Miguel Ángel García Vega
Lleva unos 25 años escribiendo en EL PAÍS, actualmente para Cultura, Negocios, El País Semanal, Retina, Suplementos Especiales e Ideas. Sus textos han sido republicados por La Nación (Argentina), La Tercera (Chile) o Le Monde (Francia). Ha recibido, entre otros, los premios AECOC, Accenture, Antonio Moreno Espejo (CNMV) y Ciudad de Badajoz.

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