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Un fondo de reconstrucción sin hombres de negro no es un rescate

A diferencia de la crisis financiera, las ayudas de la UE no serán en forma de rescate sino de créditos y subvenciones para mantener la integridad del mercado único

La canciller Angela Merkel escucha al presidente francés, Emmanuel Macron, en una rueda de prensa conjunta.
La canciller Angela Merkel escucha al presidente francés, Emmanuel Macron, en una rueda de prensa conjunta.Kay Nietfeld/dpa-Pool/dpa (Europa Press)

La plaga de la covid-19 ha cubierto de luto el continente europeo, pero entre sus terribles consecuencias no figuran los hombres de negro. La troika (Comisión Europea, BCE y FMI), cuyos excesos y errores sufrieron varios países durante la crisis financiera -Grecia, sobre todo- hace tiempo que no existe. El FMI se retiró en 2015 por discrepancias sobre el tercer rescate griego. Y el BCE ha dejado claro que no quiere pringarse de nuevo en una tarea de vigilancia flagrantemente incoherente con su papel de autoridad monetaria. Pero el gran cambio se ha producido en Bruselas.

La Comisión Europea extrema el cuidado para limar todas las aristas punitivas en los mecanismos de ayuda que se van a poner en marcha para contrarrestar la crisis de la pandemia. Ese giro, impulsado mayormente por el comisario francés, Thierry Breton, y el italiano, Paolo Gentilloni, no quiere decir que se vaya a repartir dinero a espuertas sin ningún control o condiciones.

Pero la figura del rescate, incluso del rescate en la sombra, se aleja. Y no volverá a aparecer a menos que algún país se encuentre al borde la bancarrota, un riesgo que se pretende evitar con la primera red de seguridad tejida por los ministros de Economía de la zona euro (línea de crédito para gasto sanitario, préstamos para los Erte y avales para empresas a través del BEI)

Falta la joya la de la corona, un Fondo de Reconstrucción, cuyo proyecto se espera que sea presentado la semana que viene por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. A la espera de los detalles definitivos, ya está claro que no estará supeditado a un memorándum de recortes como los rescates de 2010-2014 sino que se desembolsará, en gran parte, a través de los programas de inversión habituales de la UE (fondos estructurales), pero orientándolos prioritariamente hacia los países y sectores golpeados por la pandemia.

Se exigirá, eso sí, un compromiso con los objetivos de la UE -desde los medioambientales a las de cuentas saneadas-. Pero esa condición ya existe para los fondos estructurales, que incluso se puede cortar en caso de desacato al Pacto de Estabilidad, como estuvieron a punto de comprobar hace unos años Hungría y, más recientemente, España y Portugal.

Von der Leyen prevé destinar el 80% del plan de recuperación (cifrado en torno al billón de euros) a ayudas canalizadas a través de los Estados miembros. Y esos subsidios y créditos estarán vinculados, en gran parte, al llamado Semestre Europeo, el marco de vigilancia macroeconómica de la Comisión. Fuentes españolas se muestran reticentes ante ese vínculo y recuerdan que “estamos ante una emergencia, que no se resuelve a base de las recetas habituales”.

La tentación de supeditar cada euro de ayuda a un calendario de reformas siempre anida en capitales como La Haya o Viena. Pero el significativo cambio de posición en Alemania, materializado en el acuerdo del lunes de la canciller Angela Merkel con el presidente francés, Emmanuel Macron, para destinar medio billón de euros a subvenciones directas, muestra que el escenario ha cambiado en relación con la crisis financiera. La prioridad de Berlín esta vez, y por ende de la Comisión, no es ajustar las cuentas de ningún país sino rescatar al mercado interior, que es la verdadera locomotora de la economía alemana y europea. Y en esa operación, los hombres de negro más que innecesarios serían contraproducentes.

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