La gran banca de Estados Unidos hunde el beneficio de marzo y anticipa una fuerte recesión
Cinco entidades disparan las provisiones por la futura morosidad y bajan el resultado entre un 32% y un 89% en el primer trimestre de 2020
El 20 de marzo, cuando el presidente Trump todavía se negaba a parar la economía de Estados Unidos, Michelle Meyer, el economista de Bank of America, advirtió de que Estados Unidos ya había entrado en recesión por los efectos de la pandemia. “Estamos declarando oficialmente que la economía ha caído en una recesión, uniéndose al resto del mundo, y se trata de una caída profunda en la que se perderán empleos, se destruirá la riqueza y caerá la confianza”, escribió en una nota a los inversores publicada por la cadena de televisión CNBC.
Hasta ahora, ya han desfilado ante los analistas los más grandes: Citi, Bank of America, Wells Fargo, JPMorgan, Goldman Sachs y Morgan Stanley.
Los máximos directivos de los grandes bancos han demostrado que coinciden con el criterio de Meyer y han hundido los resultados de sus entidades al realizar un total de 23.418 millones de dólares (21.430 millones de euros) en provisiones para una morosidad que todavía no existe, pero que temen que sea gigante. “Los bancos estadounidenses recelan de la gran morosidad que pueda llegar de las tarjetas con las que se financia el consumo, por el incremento del paro después de que la cifra haya llegado a los 17 millones de personas desempleadas. También les preocupan los impagados de las pymes, cuya estructura financiera y capacidad de aguante de este parón económico es pequeña”, apunta Íñigo Vega, experto bancario de la firma Nau-Securities. Los mercados han reaccionado con caídas de todos los valores bancarios.
El gigante Citi obtuvo un resultado de 2.520 millones de dólares (2.305 millones de euros) en el primer trimestre, un 46% menos que en marzo de 2019, pese a que elevó los ingresos un 12%. La razón es que destinó 4.920 millones de dólares (4.501 millones de euros) a provisiones ante el temor al auge de la morosidad. En México, Citi, que está entre los tres más grandes, un país en el que habitualmente gana unos 200 millones al trimestre, ha presentado pérdidas al duplicar las dotaciones hasta los 500 millones de dólares (457 millones de euros).
El segundo más grande, Bank of America, obtuvo un resultado de 4.000 millones, un 45% de caída frente al primer trimestre del año anterior, tras provisionar unos 5.000 millones de dólares (4.574 millones de euros). Los ingresos descendieron un 1%.
Wells Fargo, un gigante comercial de Estados Unidos, fue el más tajante al provocar un descenso del beneficio del 89%, tras presentar una cuenta con un resultado de 653 millones (597 millones de euros), tras provisionar 3.100 millones (2.836 millones de euros).
En cuarto lugar está JPMorgan, con 2.621 millones de ganancias hasta marzo (2.397 millones de euros), lo que supone un descenso del 69%. El gigante de Estados Unidos ha dotado 8.290 millones (7.584 millones de euros), la mayor cifra desde hace 10 años, es decir, desde la anterior crisis financiera.
En quinto lugar está otro gigante de Wall Street, Goldman Sachs, cuyos resultados descendieron un 46% tras obtener 1.210 millones de dólares (1.107 millones de euros), como resultado de unas provisiones de 937 (857 millones de euros) hasta marzo.
Por último este jueves Morgan Stanley ofreció sus datos: registró un beneficio neto atribuido de 1.590 millones de dólares (1.462 millones de euros) en el primer trimestre de 2020, lo que equivale a una caída del 32% en comparación con el mismo periodo del año anterior. Contabilizó un impacto negativo de 1.011 millones de dólares (929 millones de euros) que refleja las pérdidas en los préstamos corporativos puestos a la venta por el alza de las primas de riesgo, así como un incremento en las provisiones para pérdidas de créditos para inversión.
Más provisiones para recuperarse antes
En enero de este año, en Estados Unidos entró en vigor la nueva contabilidad que obligar a realizar provisión según los modelos históricos de morosidad de cada banco, sobre el que se aplica la pérdida esperada de cada crédito. Sin embargo, tras la llegada de la pandemia, las autoridades bancarias han dejado libertad para aplicar o no este criterio. A la vista de estos resultados, está claro que los grandes bancos han optado por aplicar los criterios más severos en provisiones. “Cuanto antes empieces a provisionar por la morosidad, antes terminas y la banca de Estados Unidos ha optado por la vía más drástica pero con la que puede recuperarse más rápidamente cuando termine la crisis”, apunta Vega.
Ahora la cuestión clave es qué hará la banca británica y la europea. En ambas jurisdicciones los supervisores han levantado la exigencia de provisionar en virtud de la pérdida esperada, conocida como IFRS 9, con una visión de corto plazo por la gran incertidumbre económica que domina el panorama. Es una manera de no hundir las cuentas de resultados de los bancos, lo que les llevaría a cerrar el grifo del crédito. Con esta norma se concede tiempo a los bancos por si se logra una recuperación rápida, en forma de V, y se ahorran unas fuertes dotaciones como las que están haciendo los estadounidenses. Habrá que ver cuál es la reacción de los inversores a la decisión de los banqueros sobre las provisiones.
Precisamente este miércoles se publicó un documento del BIS (Banco de Pagos Internacionales), cuya misión es servir a los bancos centrales en su búsqueda de la estabilidad monetaria y financiera, que aborda esta cuestión. El informe, Reflexiones sobre las respuestas regulatorias a la pandemia de la covid-19, está firmado por Claudio Borio, Jefe del Departamento Monetario y Económico del BIS, y Fernando Restoy, Presidente Instituto de Estabilidad Financiera.
En este documento se dice que “la flexibilidad en los criterios de clasificación de préstamos con fines prudenciales y contables debe complementarse con una divulgación suficiente sobre los criterios que los bancos utilizan para evaluar la solvencia crediticia”. Es decir, se considera que puede ser conveniente ser flexible con las normas sobre provisiones, siempre que se adviertan los sistemas que se siguen al mercado.
Una guerra que no se puede ganar sin los bancos
También se apunta que “las medidas logran un equilibrio diferente entre el impacto en la prociclicidad y un reconocimiento transparente de las valoraciones de los activos bancarios. Las suspensiones temporales de la nueva norma serían más efectivas para moderar el efecto potencialmente perjudicial de las disposiciones más altas, seguidas de arreglos de transición y orientación pragmática”, indica el informe.
Y concluye que la pandemia es “una guerra que no se puede ganar si, en el proceso, las acciones políticas comprometen el papel vital de intermediario que desempeñan las instituciones financieras. Hoy es más importante que nunca no poner en riesgo la estabilidad y la transparencia del sistema financiero. Esto establece un límite sobre cuán audaces y extraordinarios pueden ser los pasos necesarios”.
Ahora todos los reguladores, supervisores y banqueros desean que se cumpla otra afirmación de la analista de Bank of America: “Aunque la recesión es severa, creemos que será bastante corta”, agregó Meyer.
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