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LA CRISIS DEL CORONAVIRUS
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Carguen el cañón Berta

El FMI pone cifra a la letra de que es un desastre simétrico, afecta a todos, aunque de efectos desiguales. Así que afianza la lógica de una respuesta común

Xavier Vidal-Folch
Ursula von der Leyen y Charles Michel, este miércoles en Bruselas.
Ursula von der Leyen y Charles Michel, este miércoles en Bruselas.POOL (Reuters)

Igual no es una guerra: devastadora, larga, mundial. Pero sí sufrimos un calambrazo económico brutal. Concentrado en plazo. Universal. Eso es lo que perfilan los dos grandes informes de primavera del FMI.

Uno de ellos lo titulan con acierto El gran cierre. Eso explica mejor lo que proyectan sus cifras que lo sugerido por la confusa metáfora empleada. Veamos.

No es una crisis como la de la Gran Depresión (1929-1933), cuando el PIB de EE UU cayó un 30% (ahora caería al 5,9%) y la economía europea se desplomó hasta la total desertización de la guerra (la eurozona perdería hoy un 7,5%). Sino la más dura desde entonces: peor que la peor de posguerra, la Gran Recesión 2008- 2013. En ese lustro el área euro tuvo un mal 2009 (cayó el 4,4%), pero acabó al fin un 1% a su PIB.

No fue así en España: perdió el 8,5%, y ahora, sería ligeramente menos, un 8%. Algo durísimo, pero está demostrado que se puede salir. Así, el FMI pronostica un rebote del 4,3% para 2021. Disponemos de mejores instrumentos propios y europeos para evitar que otra vez los más vulnerables de entonces vuelvan a pagar el pato: el BCE refundado por Mario Draghi, el Mede o fondo de rescate (y ahora, de refugio), un sistema financiero más sólido...

Que la causa de la crisis no sea doméstica —sino contagio del exterior, ¡y dramáticamente mortífero!— facilita activarlos, al disolver la acusación de país polizón y disuadir sospechas de riesgo mora.

El FMI pone cifra a la letra de que es un desastre simétrico, afecta a todos, aunque de efectos desiguales. Así que afianza la lógica de una respuesta común.

La reducción del 8% en el PIB español sería inferior a la de Grecia (10%) e Italia (9,1%) e igual a la de Portugal. Y superior, pero muy similar a la de Francia (7,2%), Alemania (7%) y... Holanda (7,5%). Si esto no es ir en el mismo barco, que venga Dios y lo vea.

Y la traducción del desplome a las finanzas públicas también es comparable: el déficit sería en España del 9,5%, del 9,2% en Francia, el 8,3% en Italia o el 6,2% en... Holanda, ¡y el 10,7% en la eurozona! (15,4% en EE UU). En deuda, el 113,4% español sería inferior al 115,4% francés, pero superior al 58,3% de Holanda, que empeoraría así diez puntos.

Estos números muestran que compartimos desgracia, de tal calibre que para muchos sería hercúleo vencerla en solitario. Pero compartir el combate no solo beneficiará a estos. Sino a todos.

Por eso hay que apurar estos días, antes de la cumbre de la UE del día 23, la letra pequeña del prometedor —aunque ampliable y precisable— acuerdo del Eurogrupo del día 9 contra ella. No solo no impone condicionalidad, sino que los “costes relacionados con la prevención” de la pandemia que se cofinancien, no se limitan a la sanidad. Tienen “lectura amplia que ningún país objetó”, dijo el rigorista vicepresidente de la Comisión, Valdis Dombrovskis. Igualmente, el 2% del PIB para gasto de un país muy afectado podría aumentarse con la cuota no usada de otro indemne.

Y los “instrumentos financieros innovadores” para financiar el plan tipo Marshall, son los eurobonos: que no van a cargo de los países ricos, sino del mercado. “El único instrumento que no existe en la financiación europea es la deuda común. Eso explica que nos pasáramos 12 horas con esas tres palabras”, advirtió el francés Bruno Le Maire.

Apurar la letra pequeña es así cargar el necesario cañón Berta.

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