La banca se la juega con la pandemia
El sector ha tomado decisiones a favor de sus clientes pero las malas prácticas comerciales pueden golpear su reputación
Uno de los discursos más sonados de Christine Lagarde como directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) fue el que pronunció en febrero de 2019, en Londres. Mencionó al banquero villano de Mery Poppins como metáfora de la imagen social que el sector financiero debe superar. Admitió que esta percepción existe por las “fortunas hinchadas para unos pocos” o los sueldos récord de la banca tras la crisis de 2008. Y añadió: “En demasiados casos, el sector financiero se ha desviado de su noble propósito original y ha trabajado duro para servirse a sí mismo en lugar de servir a las personas y a la economía en general”. En España esa imagen descrita por Lagarde, actual presidenta del Banco Central Europeo (BCE), se ensombrece aún más por los casi 50.000 millones con los que los ciudadanos rescataron entidades (casi todas cajas de ahorros) en 2012.
Por estos motivos, la sociedad espera mucho de la banca en esta pandemia. Los Gobiernos de todo el mundo piden a los bancos que hagan llegar la liquidez y los préstamos a los pequeños autónomos y a los más grandes empresarios para que la economía aguante viva durante la Covid-19. Las entidades, que tutelan los sistemas de pagos, están prestando bajo la protección parcial de los avales del Estado, que son una manera de preservar la solvencia de los bancos a cambio de exigirles que no cierren el grifo, como sucedió entre 2008 y 2012 en España.
No cabe duda de que esta crisis es diferente. “No se van a rescatar bancos, sino autónomos, pymes y empresas. Esta vez, los bancos no son el problema, son parte de la solución, ya que podrán seguir financiando la economía, contando con el apoyo del Gobierno y de los reguladores”, comenta Antonio Carrascosa, exresponsable del fondo de rescate (FROB) y ex consejero ejecutivo de la Junta Única de Resolución (JUR) en Bruselas.
Una banca más fuerte, pero limitada
En el mercado nadie duda de que el coronavirus ha cogido más fuerte a la banca que hace 10 años en liquidez y solvencia, aunque sus ratios de capital están a la cola de Europa y sus valoraciones en Bolsa ya eran un drama antes del virus. “Los bancos están más robustos en capital, lo que les da capacidad para ayudar con préstamos. Además, tienen el empuje de las facilidades contables de los reguladores y supervisores que han leído los problemas de esta crisis con más rapidez que en 2008”, apunta Francisco Uría, socio responsable de Servicios Financieros de KPMG en Europa.
Los bancos han percibido que se espera mucho de ellos y que difícilmente tendrán otra oportunidad más clara para recuperar la imagen perdida. Por eso han arrancado con una batería de potentes medidas, sobre todo de liquidez, yendo más allá de las facilidades concedidas por el Gobierno, por ejemplo, en la moratoria de hipotecas.
Al tiempo que los reguladores les han permitido utilizar el capital guardado en las huchas para incrementar su capacidad de prestar, les han exigido suspender los dividendos y recortar los salarios y bonus. Esta segunda medida se ha adoptado más por un efecto estético —en mitad de una situación muy difícil— que puramente financiero, apunta Fernando de la Mora, director general de la consultora financiera Alvarez & Marsal, que añade que ha ocurrido en más sectores.
Las declaraciones de los máximos directivos bancarios, como la presidenta del Santander, Ana Botín, reflejan que son conscientes de que se juegan su reputación. Uno de los riesgos es publicitar productos atractivos que luego no son tales por la letra pequeña o comercializar incorrectamente los créditos ICO, algo que ha ocurrido. Diferentes asociaciones y clientes han denunciado que algunos bancos exigían contratar seguros de vida a los que pedían estos productos avalados por el Estado, algo que no está permitido. La Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia (CNMC) ha abierto una pesquisa y el Banco de España dice que lo vigilará de cerca.
Fuentes de la supervisión española apuntan que “la correcta colocación de los avales es clave para que el sector recupere la reputación perdida; deben cerciorarse de que todas las normas se cumplen, desde las cúpulas hasta la última oficina”. José Manuel Campa, presidente de la Autoridad Bancaria Europea (EBA, por sus siglas en inglés), insiste en declaraciones a EL PAÍS: “Deben ser cuidadosas en facilitar los productos que necesitan sus clientes, pero no aprovechar su posición para obtener rentas adicionales”. Un ex alto cargo de la supervisión española explica el motivo: “La razón de fondo es que los empleados tienen incentivos perversos que les llevan a colocar productos que no necesita el cliente. Además, esta situación demuestra una falta de vigilancia interna”.
Desde el lado de los consumidores, se habla de hechos concretos. “Nos preocupa que las redes no se adapten a las directrices de las cúpulas. Nos llegan muchas personas que no cumplen con la moratoria y que en la oficina no se les ofrece alternativa pese a que las cúpulas han manifestado su voluntad de ayudar a las familias que lo necesiten”, dice Patricia Suárez, presidenta de Asufin.
No obstante, Suárez añade que, tras estos casos de mala praxis, “rápidamente algunas entidades han dado marcha atrás, lo que significa que están sensibles a las exigencias de la sociedad. Estaremos vigilantes”.
1,8 billones más para prestar
La patronal bancaria AEB es tajante: “Nos parece inaceptable vincular un producto ICO a un seguro de vida. Si ha ocurrido, serán casos aislados y ya seguro que corregidos”. Directivos bancarios admiten que, con la potencia de las redes sociales, unos pocos casos pueden arruinar toda su actuación ante la sociedad.
Los bancos han entrado con munición en este batalla y pueden prestar. Campa afirma que “la liberación de los colchones de capital en unos 180.000 millones amplía la capacidad de crédito entre 1,5 y 1,8 billones de euros”. Pero no habrá barra libre de créditos pese a esas inyecciones y los avales del Gobierno. El máximo dirigente de la EBA señala que a las entidades se les puede pedir que reestructuren los plazos de los créditos y apliquen los menores intereses posibles. “Pero el banco debe buscar que el cliente devuelva el préstamo; tienen que seguir aplicando una adecuada valoración de los riesgos porque, si no, a medio plazo tendrán un problema de solvencia y volveremos a la crisis de 2008”.
Aquí los bancos pueden volver a ser vistos como los malos de la película porque su margen está limitado por la prolongación de la crisis, que elevará la morosidad, el consumo de capital y la entrada en pérdidas, la línea roja que nadie quiere traspasar. Fuentes de la supervisión europea esperan que la banca española, ni en su conjunto ni individualmente, presente problemas en 2020, aunque todavía la incertidumbre es elevada: “Todos han reforzado su capital y han mejorado su gestión del riesgo”. Uría coincide y apunta que no cree “que lleguen los problemas de solvencia ni que tengan que ampliar capital”.
No obstante, otro alto cargo europeo, buen conocedor del sector, que pide el anonimato, es tajante: “No se ha conocido un caso de una economía cuyo PIB haya caído un 9%, como puede ocurrir en España, en donde, al menos, las entidades más débiles no entren en pérdidas salvo que la recuperación sea muy rápida”. De la Mora no descarta, si la crisis se prolonga, bancos con serios problemas al menos en 2021.
Todo es cuestión del tiempo y del vigor en la salida. Un ex alto cargo de la supervisión española cree que los esfuerzos financieros y fiscales públicos que se hacen solo se justifican si hay una recuperación en V. “De lo contrario, se agravarán los problemas”. Y si la crisis sanitaria muta en una financiera, los bancos volverían a ser los villanos de Mary Poppins.
Un amplio abanico de medidas
En cuanto a las medidas concretas, el Gobierno, las autoridades supervisoras y reguladoras y el sector financiero han actuado de manera más sincronizada que en ninguna otra crisis. “Se percibe un ambiente de sintonía que no se vio en 2008”, comenta un ex alto cargo de la supervisión española. Todos tienen el mismo objetivo: que las empresas y autónomos no echen la persiana y evitar así que se dispare el paro. Por eso, las entidades han lanzado una gran batería de productos y medidas como las siguientes:
+ Adelantar el pago de las prestaciones por desempleo para los colectivos vulnerables y las pensiones entre una semana y 10 días.
+ Aplazar la amortización del capital en préstamos hipotecarios.
+ Diferir el pago del principal en préstamos al consumo. Solo se abonan los intereses.
+ Aplazar el pago del alquiler social tres meses a aquellas familias especialmente vulnerables cuya vivienda forme parte del Fondo Social de Vivienda.
+ Aplazamiento del pago hasta 12 meses en el capital de las hipotecas.
+ Supresión de comisiones por retirar efectivo en los cajeros.
+ Instauración del pago semanal a proveedores.
+ La banca colocará hasta 100.000 millones de euros con avales del Estado, que cubren entre el 80% y el 60% de la posible morosidad en líneas de liquidez y nuevos créditos para autónomos, pymes y grandes empresas. Los bancos deben aplicar “un menor tipo de interés, ampliar los plazos de devolución e introducir periodos de carencia”.
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