Europa existe
El Eurogrupo aporta un balón de oxígeno, sin alejar el riesgo de crisis de deuda
El acuerdo alcanzado por el Eurogrupo en respuesta a la crisis económica de la Covid-19 muestra que, ante la presión de la opinión pública, la preocupación por el bien común acaba imponiéndose. Este es el primer resultado tangible desde el inicio de la pandemia, y contrasta con la frustración generada por las anteriores citas europeas. Además, el paquete del Eurogrupo se articula adecuadamente en torno a las mismas prioridades que los planes de emergencia de cada país, con garantías del BEI para la liquidez de las pymes, un fondo europeo de apoyo a los ERTE, y sobre todo una línea de crédito precautoria del fondo de rescate europeo (Mede).
Se trata de un primer paso; un intento de colmatar las vías de agua que han empezado a abrirse en el seno de la zona euro y que amenazan la sostenibilidad de la moneda común. Conviene, por tanto, no caer en la autocomplacencia, habida cuenta de los desafíos a los que nos enfrentamos.
En primer lugar, porque la recesión que se cierne sobre Europa, junto con el coste de las medidas económicas de emergencia, provocará un agravamiento súbito y sin precedentes del endeudamiento de los Estados, superando ampliamente lo que prevé el acuerdo del Eurogrupo. En el caso de España, bajo supuestos moderadamente optimistas, se puede estimar que cada mes de confinamiento cuesta a las arcas públicas españolas no menos de 10.000 millones de euros por una menor recaudación, en consonancia con la contracción de la actividad, e incrementos de gasto para apoyar el plan de emergencia. Por tanto, el paquete del Eurogrupo solo podrá aliviar ligeramente esa factura.
Además, el Tesoro Público se enfrenta a los vencimientos de deuda (por un total de 110.000 millones de aquí a final de año). Todo ello podría redundar en una necesidad de financiación total de 22.000 millones por mes de duración de la parálisis de la economía, tal vez un poco menos gracias a las ayudas comunitarias. Es decir, la parte que correspondería a España de la línea excepcional de crédito del Mede anunciada el jueves por el Eurogrupo cubriría poco más de un mes del coste de la crisis sanitaria. Además, si bien un hipotético acceso a esos créditos se hará sin apenas condiciones, los destinatarios de las ayudas deberán respetar los objetivos de déficit y de deuda, en un plazo que queda por especificar.
Es cierto que el Tesoro dispone de una reserva (tuvo la inteligencia de lanzar una emisión excepcional de bonos a finales de marzo, cuando las condiciones eran todavía muy favorables). No obstante, queda por ver cómo los mercados perciben las medidas de solidaridad fiscal, conforme la deuda pública se vaya acumulando inexorablemente.
Por otra parte, el BCE ha desplegado un programa de compra de títulos de bonos públicos de gran envergadura, dando una señal inequívoca de su intención de atajar ataques y posibles crisis financieras. Pero no puede aportar financiación directamente a los Estados, y por tanto no dispone de la misma capacidad de respuesta a la recesión que otros bancos centrales. El Banco de Inglaterra acaba de anunciar un programa que se asemeja a una monetización transitoria de la deuda.
Nuestro país parte con desventaja por el nivel de los desequilibrios presupuestarios, fruto de errores en la etapa de expansión, y por la magnitud de la crisis sanitaria. La clave está en el buen diseño de las medidas de emergencia para mantener la economía en respiración artificial hasta que se inicie la desescalada. Y en la contención de la prima de riesgo, verdadero test del éxito del plan europeo.
Raymond Torres es director de coyuntura y análisis internacional de Funcas. En Twitter: @RaymondTorres_
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