La industria, en vilo ante la falta de previsiones
Las empresas desconocen cuándo concluirá una crisis que ya ha llegado a la siderurgia, base de la cadena
La Covid-19 ya ha alcanzado a lo más hondo de la industria. Celsa comunicó la noche del jueves a los sindicatos la intención de presentar un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE). La afectación será sobre los casi 900 empleados del grupo en su planta de Castellbisbal (Barcelona). Pero el anuncio sobrepasa el mero guarismo laboral en una semana repleta de regulaciones de empleo. Cuando la siderurgia toma medidas para recortar la producción es que la industria que tiene por debajo tiene serios problemas o los tendrá a causa de la falta de acero.
Fuentes próximas a la compañía aseguraron que Celsa ha tomado la decisión a causa de los problemas que está encontrando para hacerse con “materias primas y suministros”. Su actividad continuará pero a menor ritmo y “de forma rotativa en las distintas unidades de producción”.
La llegada de las afectaciones a la siderurgia se produce cuando muchas compañías cumplían ya cuatro días de cierre, colapsadas por la paralización de la cadena de provisión, la desaparición de algunos mercados –solo se mantiene el de los productos básicos– y la necesidad de asegurar que sus trabajadores eviten el riesgo de contagio por el coronavirus. El sector de la automoción es el mejor ejemplo. Ninguna de las 17 plantas de los fabricantes que hay en España está activa y algo similar sucede en el resto de Europa. “Está claro que esta es la peor crisis que ha impactado a la industria del automóvil”, ha señalado este sábado Mark Huitema, el director general de la patronal europea del automóvil ACEA a través de un comunicado. Lo peor es que en ninguna de esas fábricas paradas se piensa todavía en el plan para recuperar la producción.
“Seguimos con la contencion. Nuestro único foco ahora son empleados y clientes”, afirma un portavoz de Renault, que subraya un factor: “Nadie sabe cuándo será el pico de la crisis. ¿En próximos días? ¿En próximas semanas? ¿En mayo?". A falta de indicadores económicos fiables, como el de la producción de marzo, las empresas se fijan más en la curva que describe el aumento de casos de infectados de coronavirus. Es ese el gráfico que determinará el fin de la psicosis social y económica, dicen. El fabricante de camiones Iveco tiene dos ERTE diferentes en marcha para sus plantas de Madrid y Valladolid. El segundo finaliza el próximo 30 de marzo y en estos momentos no descartan el escenario de una prolongación, pese a que el Gobierno decretó inicialmente dos semanas de situación de alarma, que ya todo el mundo da por descontado que se ampliarán.
"Cuánto se va a prolongar la actuación no lo sabe nadie, pero parece que 15 días son pocos días. Aquí llevamos cinco días parados y en China estuvieron dos meses”, intentan explicar de una forma gráfica fuentes de Grupo Mondragón. El gigante industrial vasco subraya lo difícil que es que algún analista ofrezca una estimación de futuro cuando es imposible aventurar ya no qué sucederá en España, sino el contagio al resto de países en los que el coronavirus no ha hecho todavía estragos. La compañía, que aún mantiene la actividad, espera a la próxima semana para decidir qué hará en las distintas fábricas que tiene en todos los sectores donde opera.
Las empresas van a ciegas. El único recurso para muchas de ellas es el de presentar ERTE, una medida paliativa para la primera fase del golpe, la de la paralización social para combatir al virus. “Lo que hoy vale, mañana puede ya no valer. Todo cambia”, señalan fuentes de Volkswagen España para describir la falta de previsiones. “Nos encontramos ante un desafío nunca visto con anterioridad. Esta es una crisis de naturaleza diferente a todas las que hemos podido vivir”, ha escrito este viernes en una carta a sus empleados Francisco Riberas, presidente de Gestamp, el mayor fabricante español de componentes para la automoción.
Afectaciones en la química
En el sector químico, uno de los pocos que hasta ahora habían salido indemnes del parón, empiezan a notar las afectaciones. “Ahora operamos con relativa normalidad que requiere el momento, pero parece inminente que algunas producciones se resientan de lo que está ocurriendo en el resto de la industria”, afirman fuentes de una multinacional alemana. Se refiere al impacto que pueda tener, sobre todo, el parón en el automóvil.
En otros ámbitos, las cosas son muy diferentes. Es el caso de Ercros, una de las empresas que figuran en el directorio del Centro Nacional de Infraestructuras Críticas que tiene bajo su mando el Ministerio del Interior. Fabrica hipocloritos (básicos para productos como la lejía, el salfumán o el agua oxigenada) y cloritos y cloratos que se utilizan para potabilizar agua. Desinfectantes indispensables todos ellos en estos momentos. Sus plantas funcionan a pleno rendimiento. “Trabajamos con perfecta normalidad”, explica su presidente, Antoni Zabalza.
Zabalza, un experimentado ejecutivo que también ha estado en la Administración, cree que los problemas de la industria ocasionados por el coronavirus estarán “esencialmente” resueltos en dos o tres meses. “Cuando empiece a rebajarse la tasa de contagios habremos ganado la batalla y la recuperación podría ser muy rápida. A diferencia de 2008 tanto el sector financiero como el bancario no están tocados”, dice, convencido de que la recuperación económica será mucho más rápida.
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