La OIT calcula que el coronavirus pone en riesgo hasta 25 millones de empleos
La organización reclama medidas coordinadas “a gran escala” en todo el mundo para mantener la demanda y el empleo
La Organización Internacional de Trabajo (OIT) advierte de que el golpe para la economía mundial del coronavirus puede ser peor de lo que fue la crisis financiera de 2008. Aquellos primeros compases de la Gran Recesión se llevaron por delante 22 millones de empleos. Ahora esta institución prevé que, en el peor de los casos, pueden desaparecer 25 millones. Pero su director general, Guy Ryder, llama en una entrevista con EL PAÍS a no resignarse: “Son estimaciones. Las cifras no son una fatalidad. La respuesta política condicionará lo que va a pasar”.
Las palabras de Ryder, un exsindicalista británico, se concretan en el breve informe que ha divulgado este miércoles la OIT. En el que se piden “unas políticas coordinadas a gran escala que deberían apoyar el empleo y los ingresos para estimular la economía y la demanda de puestos de trabajo”. Todo para evitar que se esfumen esos 25 millones de empleos que calcula la organización en el peor escenario o los 5,3 millones en el punto más benévolo. Los primeros cálculos que ha hecho la OIT no desagregan por continentes o países.
En Ginebra, donde está la sede de esta organización, también ha sorprendido la magnitud de esta crisis, admite Ryder. Especialmente lo están por “las consecuencias económicas y sociales, que son extraordinarias”. “Cuando estaba en China se sabía que iba a impactar en las cadenas de valor”, empieza el director general, “luego la situación deriva de grave a muy grave”.
La OIT no solo advierte del aumento del desempleo. También del peligro que supone que en estas circunstancias aumente el subempleo, uno de los enemigos contra los que esta organización advierte normalmente y ahora con más motivos. Los colectivos que están más expuestos son los que ya están en peores circunstancias y peor han salido de la crisis anterior: jóvenes, mujeres, trabajadores de más edad y los empleados que no tienen protección social (falsos autónomos, trabajadores precarios de la nueva economía digital) e inmigrantes.
Tanto el documento conocido este miércoles como Ryder piden una actuación en tres frentes: proteger a los trabajadores, buscar alternativas al trabajo (teletrabajo), y cuidar a los que no pueden trabajar.
A esta parte más humana se añade la defensa de la actividad económica, también en una triple dirección. “Hay que proteger a las empresas. Hay muchas viables que ahora pueden desaparecer. Necesitan el apoyo del Estado”, reclama, en un español muy fluido con un acento mezcla entre británico y andaluz. A cambio les pide que protejan el empleo. Y, por último, pide “medidas en el ámbito macro”. El objetivo, concreta el informe, es crear “un colchón para empresas y trabajadores contra las pérdidas inmediatas de ingresos y empleo, que también debería ayudar a prevenir los shocks en las cadenas de suministros y en la demanda”.
El análisis rápido que hace la OIT apunta a que la pérdida de ingresos laborales podría llegar a ser 860.000 millones de dólares en el mejor de los casos y de 3,4 billones en el peor. “Esto se traducirá en caída del consumo de bienes y servicios, lo que irá en detrimento de la continuidad de los negocios”, apunta el documento.
Los primeros pasos que han dado los Gobierno de todo el mundo son vistos por Ryder con simpatía. Celebra que se hayan olvidado las recetas de austeridad a toda costa. “Los Gobiernos uno por uno parece que han sacado las conclusiones correctas”, señala, después que Alemania, Francia, Italia, España, Estados Unidos y otros países hayan anunciado movilizaciones de recursos ingentes.
Pero echa una cosa en falta: “Coordinación”. Y pone un ejemplo, de nuevo mirando a lo que pasó hace 12 años tras la quiebra de Lehman Brothers. “Entonces hubo coordinación. Gracias a esto se pudo evitar lo peor”, recuerda, con la mente las conferencias del G20, como la histórica de abril de 2009, que supuso un impulso fuerte que en Europa se frenó en seco un año después. Le parece “un paso adelante” que se haya convocado otra para la semana que viene.
Habrá que esperar para ver sus resultados. Aunque admite que los pasos dados hasta ahora no invitan al optimismo en lo que a coordinación se refiere, cuando se le recuerda lo sucedido el lunes en el Eurogrupo.
A diferencia del presidente francés, no quiere hablar de guerra para referirse a la situación actual –“el vocabulario es del señor Macron”–, pero si admite que la situación es “dramática”.
Empeñado en leer lo que pasó hace 12 años para ver qué fue válido y que no lo fue, Ryder subraya: “Entonces la primera víctima de la crisis fue un banco, Lehman Brothers. En esta crisis, las primeras víctimas son la gente normal”. También apunta que “la historia no se repite de la misma forma” al cuestionarle por si no teme un bandazo como el que dio Europa en 2010 concluye: “Ojalá seamos capaces de absorber las lecciones del pasado”.
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