El virus infecta ya a la economía europea
La epidemia retrasará la recuperación que se preveía en la zona euro para este año y amenaza con provocar un mayor daño si sus efectos se alargan hasta la campaña turística del verano
2020 debía ser el año en el que la economía europea se estabilizase después de un periodo de elevadas incertidumbres por el Brexit, las tensiones comerciales o los problemas de la industria, muy afectada por la ralentización china y las dificultades del sector del automóvil. Todos los organismos esperaban que este año, por fin, llegase un repunte de la actividad, por precario que fuese. Sin embargo, el coronavirus ha infectado el horizonte de nubarrones. Y el pesimismo aumenta por los desplomes de una Bolsa inflada por las inyecciones de liquidez de los bancos centrales.
¿Se precipita la economía hacia una nueva recesión? En principio, los expertos creen que este año se retrasará una recuperación que de todas formas será débil. Pero por ahora no creen que la epidemia genere una crisis. “El coronavirus ha frustrado las esperanzas de un mejor 2020 en la eurozona”, concluye un análisis de AXA.
Pese a la incertidumbre, hoy se barajan dos escenarios. Uno se basa en el impacto hasta ahora de la Covid-19. De momento, parece que la propagación se ha frenado en China. Y ahora ha llegado a Europa, donde sus efectos podrían diluirse antes del verano conforme suben las temperaturas y sofocan el virus —si bien los científicos no avalan todavía esta idea—. Bajo ese supuesto, Bank of America habla de un estancamiento de la economía europea durante la primera mitad del año y una recuperación en el segundo semestre. Se trata de lo que los economistas llaman un shock de oferta: China está muy integrada en unas cadenas de producción globales que trabajan sin grandes cantidades almacenadas de componentes y, por tanto, llegan justo en el momento que se precisan. En plenas tensiones comerciales han sufrido además una recesión sectorial que les ha llevado a reducir todavía más esos stocks de piezas. De modo que todo ha sumado para que la industria sufra un nuevo parón con cierres temporales de fábricas y falta de suministros. “En esas circunstancias de poco sirve que haya estímulos fiscales o monetarios para intentar reanimar la actividad”, afirma Raymond Torres, economista jefe de Funcas.
Italia sería la gran afectada en este escenario. Las medidas tomadas para frenar el contagio en las regiones más productivas del país pasarán factura. Sufrirá severas dificultades en su industria y sus exportaciones, la menor demanda de las zonas afectadas por los brotes del virus y las cancelaciones de turistas para Semana Santa. Después de haber registrado una caída en el PIB del 0,3% en el cuarto trimestre del año pasado, la economía transalpina probablemente entre en recesión. El propio Banco de Italia ha calculado ya un impacto superior al 0,2%.
Y Alemania también flirteará con los números rojos. Apenas creció un 0,03% en el último trimestre del año pasado. Y ahora es la más expuesta. Ya se ha visto en la ralentización que ha padecido China en medio del conflicto comercial con Estados Unidos. Los alemanes han sido los que más la han acusado. Solo la fortaleza de su mercado laboral y de los servicios la ha salvado de acabar peor parada. En esta ocasión se añade su elevada integración con la industria italiana. El Bundesbank ya asume una reducción del crecimiento.
Sufren Italia y Alemania
Así las cosas, Bank of America prevé que el PIB italiano se contraiga un 0,2% en 2020 frente al crecimiento del 0,3% anual que estimaba antes. Y Alemania se quedará al borde de la recesión: pasará este año de una previsión de crecimiento del 0,5% a un escuálido 0,1%. En lugar de sumar un 1% en 2020, la zona euro solo registrará un avance del 0,6%. Otro año más de crecimiento muy plano.
Pero a partir de ahí la economía debería rebotar en forma de V, como sucedió con el SARS hace 18 años. Un informe de Deutsche Bank apunta que siempre hay una recuperación rápida tras una epidemia. “Al tratarse de una crisis relacionada con la producción industrial, la demanda que no se haya podido satisfacer seguirá ahí dentro de seis meses”, señala Marion Amiot, economista senior de la agencia S&P. La demanda embalsada se propulsaría con una intensidad similar al de la caída.
De cumplirse esta previsión, España estaría entre los países del euro más resistentes. Durante la pasada ralentización, la actividad doméstica aguantó bastante bien gracias a una economía más basada en los servicios, la hostelería y la recuperación del empleo y las rentas, explica un estudio del Banco de España. Ayudó además que no se hiciesen los ajustes fiscales que exige el agujero presupuestario de las cuentas públicas.
Sin embargo, también podría abrirse un horizonte algo distinto y peor. Podría repetirse en España lo que ya está ocurriendo en Italia. Y si la epidemia prosigue pasada la Semana Santa y se acerca al verano, entonces la economía podría enfrentarse a dificultades mayores, afirma el informe de Bank of America y otro de Morgan Stanley. No solo por el menor consumo de las áreas tocadas por el coronavirus. Las cancelaciones del turismo supondrían un duro golpe para la actividad en España. En el conjunto del euro este sector ronda el 10% del PIB. Si para colmo hay medidas de aislamiento más allá de Italia, el consumo se resentiría. La recuperación podría tomar forma de una U y la amenaza de recesión aumentaría, aunque todavía no sería el escenario principal.
“En el caso europeo es más probable que haya una U porque la industria ya acumulaba inventarios por la ralentización de la segunda mitad de 2019”, explica el economista José Carlos Díez. Es decir, resulta mucho más difícil que se dispare la producción porque todavía hay que deshacerse de lo que no se vendió el año pasado. Así tampoco podría darse la recuperación de la inversión empresarial necesaria para conseguir una V.
En este supuesto, la política fiscal podría ayudar. Pero los expertos no prevén que la zona euro sea capaz de coordinar una respuesta conjunta y eficaz. Solo “a pequeña escala”, sostiene Bank of America. AXA recuerda que el margen para la política monetaria es muy reducido y solo podría circunscribirse a compras de deuda corporativa. Y así se habría perdido un año más.
Cosa distinta es que el virus sobrepase el ecuador del año e incluso se reproduzca en China. Ahí la hipótesis sería muy diferente. Podría lastrar la deuda empresarial de baja calidad, muy abundante en China, y tensionar unos mercados financieros y un cuadro económico ya plagado de achaques. Se alargaría la perspectiva de unos crecimientos planos, lo que incluso podría dejar en evidencia a países como España que no han hecho los deberes con las cuentas públicas, sugiere Bank of America.
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