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Tribuna
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Otra forma de vivir es necesaria

La lucha contra el cambio climático no se puede limitar a la sustitución de los combustibles fósiles por las energías renovables

Andreu Missé
Manifestantes a favor del clima en las calles de Madrid, este viernes.
Manifestantes a favor del clima en las calles de Madrid, este viernes.ÁLVARO GARCÍA

A marchas forzadas vamos tomando conciencia de lo que supone el cambio climático. Es significativa la rapidez con que la inmensa mayoría de los españoles (el 93% según la encuesta que publicó ayer este periódico) han asumido la verdad del calentamiento global. Esta concienciación no se corresponde, sin embargo, con las decisiones de los Gobiernos y las grandes corporaciones. La ausencia de los líderes de Estados Unidos y China en la COP 25 revela la fragilidad de los consensos alcanzados.

Los cambios necesarios en la economía tropiezan también con muchos obstáculos. El Institut d'Economia de Barcelona (IEB) acaba de señalar las dificultades para avanzar en la eficiencia energética, que “es una de las principales herramientas para hacer frente al cambio climático y conseguir un modelo sostenible”, según José García Quevedo, profesor de Economía de la Universidad de Barcelona. El IEB recoge una investigación de Andreas Löschel, profesor de la Universidad de Münster, Alemania, que indica cómo en este país pionero en la transición energética “las restricciones crediticias son un obstáculo a la inversión en tecnologías de ahorro energético que permiten aumentar la eficiencia”. Joan Batalla-Bejerano, director general de la Fundación para la Sostenibilidad Energética y Ambiental, propugna la renovación de los edificios, que “son los mayores consumidores de energía, ya que representan el 40% del consumo final y el 36% de las emisiones en Europa”.

La proliferación de estudios evidencia que la lucha contra el cambio climático no se puede limitar a la sustitución de los combustibles fósiles por las energías renovables. Tampoco será suficiente reorganizar la actividad de las empresas, la economía y el transporte. Hay otros frentes como el consumo, la alimentación, el turismo, el uso de vehículos o el tipo de viviendas, que afectan directamente a las decisiones de los ciudadanos. Todo apunta a la necesidad de un cambio radical en nuestras formas de vivir.

Alternativas Económicas ha publicado una edición especial que ofrece una esclarecedora exposición de cómo debería acometerse este proceso para que fuera justo. “No basta con más renovables”, sostiene Ariadna Trillas, su coordinadora. A su juicio “está en cuestión el corazón mismo de un sistema económico basado en la extracción y el derroche de materiales y recursos, lo que plantea interrogantes inquietantes acerca de la sostenibilidad de una economía digitalizada y electrificada a escala global”. AlterEco sugiere propuestas concretas: un papel más activo de los ciudadanos, una regulación que asegure una descarbonización completa en 2050, una fiscalidad que proteja a los más vulnerables, la priorización del transporte público, una rehabilitación masiva de viviendas para evitar el derroche energético, acabar con las macrogranjas industriales y un compromiso del Banco Central Europeo para que deje de financiar las compañías emisoras de gases de efecto invernadero.

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