El ‘boom’ de la gestión de carteras
Este servicio, antes reservado a la banca privada, administra ya 72.000 millones en España. El cliente debe echar cuentas y ver si le compensa más que comprar un fondo
La llamada democratización de las finanzas ha dado un paso más. Las carteras de fondos de inversión eran un producto diseñado para las élites con grandes patrimonios que solo ofrecía la banca privada. Para el resto de mortales, estaban simplemente los fondos de inversión que escogían de acuerdo a la oferta de cada entidad. El hecho de que este servicio se haya extendido más allá de los grandes patrimonios es positivo, pero el ahorrador debe saber que tiene muchos matices y costes distintos que es necesario conocer para hacer una correcta elección.
En España hay ya 600.000 contratos de carteras de gestión discrecional que administran 72.000 millones de euros, según Inverco. Grosso modo, esta propuesta consiste, de acuerdo a distintos niveles de riesgo y volatilidad, en varios fondos de inversión que el banco o el intermediario financiero va comprando y vendiendo en función de la marcha de los mercados. O sea, el inversor elige un perfil de riesgo de su cartera (conservador, medio o agresivo, por ejemplo) y en cada uno de estos niveles hay varios fondos que se gestionan de forma activa. Con la gestión de carteras el particular paga una comisión explícita al banco por que gestione sus inversiones que además soporta el pago de IVA. En cambio, con los fondos, la comisión se paga dentro del vehículo y muchas veces el cliente no es consciente de cuánto dinero está desembolsando.
Víctor Allende, director ejecutivo de banca privada de La Caixa —lidera la gestión de carteras en España con 25.000 millones de euros—, explica el cambio que se ha producido: “La gestión discrecional de carteras es un servicio, no un producto. La inversión colectiva logra una mayor transparencia que beneficia al cliente. Se está transformando un negocio de comisiones de comercialización de fondos hacia una industria por pago de servicios. El inversor conoce cada año la comisión que paga por la gestión de su cartera de forma explícita y transparente”, indica. La implantación de la directiva europea MIfid II en el mercado español ha tenido mucho que ver con este nuevo planteamiento de la industria de los fondos de inversión.
Costes para el cliente
En España la comisión por gestionar la cartera es libre, por lo que es necesario informarse de ese coste que, obviamente, se resta de la ganancia que se obtenga con la cartera de fondos. En el caso de La Caixa es del 0,75% del patrimonio anual para inversiones superiores a los 10.000 euros y del 0,6% para aquellas de más de 300.000 euros. En el caso de las recientes carteras anunciadas por Banco Santander, el pago mínimo será del 0,5%, aunque no desvela más comisiones por tramos. Mutuactivos, la gestora de fondos de Mutua Madrileña, cobra entre el 0,55% y el 0,75% dependiendo del perfil de volatilidad de la cartera, y también fija una comisión en caso de que la cartera lo haga mejor que el índice de referencia, siempre que haya ganancias. Por este servicio, Indexa Capital, que gestiona carteras de fondos ligados a índices, percibe un 0,45% anual para carteras de menos de 100.000 euros y el 0,15% para aquellas de más de cinco millones de euros, aunque su cofundador y consejero delegado, Unai Ansejo, apunta que la media por gestionar se sitúa actualmente en el 0,27%.
El auge de la gestión de carteras en España se apoya en la fiscalidad de los fondos de inversión. A diferencia de otros activos como las acciones, bonos o los fondos cotizados (ETF) en los fondos de inversión, se puede traspasar el dinero de un fondo a otro sin pagar a Hacienda hasta que no se ejecuten las plusvalías, en el caso de haberlas. Por tanto, es posible ir pasando de un fondo a otro en función del momento del mercado sin coste fiscal inmediato.
La otra gran novedad que determina la directiva Mifid II es que los fondos que compre la gestora pertenecen a las llamadas categorías limpias. Estas clases de fondos se diferencian en que tienen comisiones más bajas, ya que no está permitida la retrocesión de pagos (el incentivo que se lleva por la venta el comercializador de un fondo). Por ello, son siempre más baratos, aunque pueden ser el mismo fondo. Una clara ventaja para el que se decante por las carteras, a sabiendas, eso sí, de que tendrá que pagar el servicio de la gestión de carteras. Por tanto, los costes de este servicio de carteras se desglosan en la comisión de la gestión de las carteras, la de los fondos de inversión y, en algunos casos, la comisión de depósito. Curiosamente, la suma de estas comisiones puede ser inferior a la de gestión de un fondo de inversión, pero hay que mirarlo con detenimiento ya que, según fuentes del sector, algunos bancos superan el 2% de comisión anual sobre el patrimonio gestionado.
Una vez que el ahorrador ya ha optado por un perfil de riesgo o volatilidad, el gestor compra los fondos que la conforman. Y esta decisión es clave no solo por el acierto o error en la elección, sino también porque hay carteras que permiten adquirir fondos de terceros y otros donde solo es posible comprar fondos de la propia entidad financiera. Ansejo se muestra crítico con esta selección de fondos propios y se pregunta: “¿Están seguros de que sus fondos son la mejor opción para los mercados en los que invierten? En Indexa Capital no tienen fondos propios y lógicamente están obligados a comprárselos a terceros. Se trata de fondos ligados a índices en lo que se conoce como de gestión pasiva, que cuentan con unas comisiones muy bajas.
Ricardo González Arranz, director comercial de Mutuactivos, explica que su servicio de carteras es para patrimonios superiores a 50.000 euros. Destaca que su gestión no se basa en el riesgo, sino en la volatilidad de las carteras, “y nosotros somos especialistas en esto y dividimos las cuatro carteras que ofrecemos según la volatilidad que quiera soportar el cliente”. Esta firma utiliza fondos de terceros y también fondos de gestión pasiva. Los expertos apuntan a que este modelo ha llegado para quedarse. “Se consigue separar la gestión de los activos, que lo hacen los fondos, de la asignación con las carteras, y esta última es más importante para el inversor”, explica Arranz.
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