Steamboat, el géiser más alto del mundo
Somos optimistas con el ciclo económico, pero ojo, que jugamos con fuego
Hace pocos días, Steamboat, el géiser activo más alto del mundo, ha batido su récord de erupciones anuales. Situado en el parque natural de Yellowstone, en Wyoming, no muy lejos de donde se supone que habitaba el oso Yogui, este chorro de agua, de 90 metros, registraba su trigésima segunda erupción.
El infrecuente acontecimiento coincidía con la decisión de la FED de abordar el segundo recorte de tipos de interés del año, en un nuevo intento de estirar el ciclo más largo de todos los tiempos. Aunque en los últimos 10 años nos hemos acostumbrado a políticas monetarias expansivas prácticamente ininterrumpidas a nivel global, mirando con perspectiva histórica ¿qué es realmente más atípico?: ¿que la principal solución para la economía vuelva a ser el mismo chorro de monetarismo generalizado de siempre, o el nuevo récord que Steamboat ha establecido?
La frecuencia de los géiseres está muy vinculada con los años de mucha nieve en Yellowstone, ya que el deshielo aumenta el agua subterránea que alimenta los géiseres y las aguas termales. A pesar del buen comportamiento de los mercados en 2019, la economía ahora está muy “nevada”. Estamos en la fase de mayor desaceleración de todo el ciclo, con la mayoría de los indicadores adelantados apuntando hacia abajo. La debilidad del comercio internacional y del sector industrial se ha ido filtrando y ha provocado la erupción generalizada de los bancos centrales. En los últimos tres meses, 12 de los 15 más grandes, han bajado los tipos de interés.
En nuestro símil, los tipos actúan como el agua de los géiseres: salen de la tierra en forma de chorro, impulsando los precios de los bonos y de la bolsa, tras unos meses en los que, igual que la nieve, la economía se ha enfriado. Los mercados suelen consumir una buena parte de su potencial en la fase más inicial (cuando sale el chorro), porque es cuando los inversores comienzan a descontar una mejora que tardará en llegar a la economía real entre 12-18 meses. La otra semejanza es que, al menos inicialmente, los mercados gozan de la liquidez que ofrece soporte y limita las caídas, a pesar de la desaceleración de los datos. Pero, al final, las bolsas no suben por tener unos tipos bajos, sino únicamente si el ciclo aguanta y se produce crecimiento económico. Estamos ante un momento Steamboat, con los mercados levantados por el chorro de estímulos más potente de la historia, a la espera de una mejora de indicadores que tardarán en llegar todavía meses.
Pero no todo son similitudes; la economía no tiene la misma capacidad de recarga. Mientras los géiseres se realimentan con el agua de las nevadas, la capacidad de implementar medidas de los bancos centrales es limitada. Cuando no hay suficiente munición, vienen los QE, que acaban generando más deuda y menor crecimiento en el largo plazo.
Aunque nos queda desaceleración por venir, los servicios y el consumo mitigarán parte de la falta de dinamismo de la industria. Somos optimistas con el ciclo, pero ojo, que jugamos con fuego.
Joan Bonet Majó, director de estrategia de mercados
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