La construcción europea y el acceso a la vivienda: próximos debates
El futuro de Europa y su proyecto de integración; los obstáculos de los jóvenes para su emancipación en un contexto de subida de precios, encuentros que vienen del Foro Futuro
Los encuentros que vienen de Foro Futuro, el observatorio de investigación económica organizado por Cinco Días con el respaldo de Grupo Santander, plantearán los retos y obstáculos para la integración de Europa, así como las dificultades de los jóvenes para conseguir vivienda en un contexto de subida de precios
El primer debate afrontará el proyecto de integración europea. Hace menos de un año que Europa celebraba el centenario del final de la considerada por los historiadores la Primera Guerra Mundial, la que entonces se conoció como la Gran Guerra. Pero la que se suponía que era el conflicto definitivo, el que resolvería todos los problemas de Europa y que por su catastrófica mortandad sería la última, fue el germen de una segunda más dramática, solo veinte años después, y que tuvo una dimensión mucho más global.
Aquél conflicto entre nacionalismos y paneuropeismos encendió las conciencias de los políticos más sensatos de Europa, que se conjuraron en convertir al continente más castigado por los conflictos bélicos en los cien años anteriores (las dos guerras mundiales citadas y la guerra franco-prusiana de 1870) en un oasis de paz y colaboración. El sueño de Robert Schuman, Alcide De Gasperi o Konrad Adenauer fue haciéndose realidad y alumbraron el Tratado de Roma que creo la Comunidad Europea de seis miembros, y que posteriormente, en sucesivos procesos de ampliación, llegó a los 28 estados miembros actuales, entre los que se encuentran la mayoría de cuantos estados quedaron bajo dominación soviética tras la Segunda Guerra Mundial.
Pero el proyecto europeo fue siempre un mecano imperfecto, incluso como proyecto de unificación económica, sin hablar ya de la aspiración que más recelos genera y que es inevitable para terminar siendo unos Estados Unidos de Europa, cual es la política de defensa. Por ello hoy, incluso ciñéndonos solo a la unión económica, es un instrumento imperfecto, y como tal, vulnerable. La crisis que rompió la armonía económica en 2008 puso contra las cuerdas a la Unión Europea, que había creado una unidad monetaria con piezas tan asimétricas, y sin mecanismos de defensa, que estuvo a punto de llevarse por delante el proyecto de moneda única que tantas décadas costó construir.
Desde entonces la Unión se ha rearmado con mecanismos presupuestarios, bancarios y monetarios, pero sigue teniendo fisuras peligrosas, y que si no cierra pronto volverán a abrir grietas mayores cuando surja la siguiente crisis.
La gran prueba de fuego que supuso la crisis financiera, volverá a mostrarse ahora con la salida del Reino Unido de la Unión, y la fuerte presión de los nacionalismos populistas que han empezado a echar raíz en muchos países europeos, tanto en el norte como en el sur. Además, las apuestas contra el multilateralismo de países como Estados Unidos (históricamente aislacionista o internacionalista, según convenga), la presión subterránea de Rusia contra una Europa a la que envidia o el avance imparable de China, son exámenes a los que la Unión Europea con sus armas económicas, financieras, políticas y ¿militares? Tendrá que enfrentarse para sobrevivir.
¿Será capaz de hacerlo?. ¿Tiene herramientas suficientes?. ¿Tienen los europeos conciencia de tales, o los nacionalismos provincianos minarán el concepto unitario, que solo será considerado como un instrumento económico, que solo vale si proporciona transferencia de rentas para el sur, o da salida a la sobreproducción manufacturera del norte?.
Vivienda: propiedad, alquiler y financiación.
Foro Futuro, 17 de octubre. 10,00 horas.
El acceso a la vivienda es el principal problema que afrontan hoy las generaciones jóvenes de españoles. El espectacular crecimiento de sus precios en los núcleos urbanos durante el ciclo alcista desatado en los primeros años del siglo ha situado las valoraciones de los activos inmobiliarios, sobre todo los residenciales, en unos niveles inalcanzables para rentas regulares como las que registra cada mes la Agencia Tributaria, y que en las personas más jóvenes que acceden ahora al mercado laboral son manifiestamente más modestas que las de sus iguales un par de décadas atrás.
Además, el hecho cierto de que fuese el encarecimiento de la vivienda en los primeros años del siglo, junto con el desaforado crecimiento del crédito, variables ambas estimuladas por las deducciones fiscales y los tipos de interés reales negativos) los determinantes de la crisis bancaria que estuvo a punto de llevarse a España y su Estado por delante, ha condicionado ya para siempre la concesión de crédito. La banca limita la concesión a colectivos muy solventes, valorando tanto las rentas percibidos por el acreedor como las características de su relación laboral, muchas veces precaria hasta edades avanzadas.
Así las cosas, el alquiler, culturalmente demonizado en España, ha comenzado a despagar, y con él, sus precios, hasta el punto de que compite en carestía (relación renta/precio) con la adquisición de vivienda financiada con recursos ajenos. Además, ha generado un intenso debate, con decisiones políticas de por medio, acerca de si debe limitarse el precio, una cuestión nunca planteada acerca de la propiedad.
En paralelo, varias administraciones, generalmente locales, han practicado políticas de castigo a la propiedad ociosa de casas, bien con impuestos más elevados sobre bienes inmuebles, bien con nuevos impuestos específicos.
La cuestión es, qué se ha hecho mal para llegar a esta situación y cómo puede corregirse. ¿Hay que incrementar la oferta, aparentemente liberalizada por parte de unos ayuntamiento que se financian con ella? ¿Hay que cambiar la cultura financiera de las familias para poner en foco fuera del activo inmobiliario?. ¿Hay que ayudar fiscalmente a los jóvenes a alquilar, a comprar? ¿Hay que crear un parque público de casas en alquiler, volver a las VPO para la propiedad?
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.