La brecha salarial, explicada por el fútbol femenino de EE UU
Las campeonas mundiales protagonizan una batalla judicial para recibir lo mismo que sus pares masculinos, notoriamente inferiores en el campo de juego
Ellas han levantado cuatro Copas del Mundo. Ellos ni una. Ellas han ganado cuatro medallas de oro en los Juegos Olímpicos. Ellos dos, pero de plata y bronce. Y en 1904. Las diferencias también son odiosas en los salarios: las jugadoras de la liga profesional de Estados Unidos tienen un sueldo mínimo de 16.538 dólares. Ellos de 70.250. Esta brecha, tan asumida en otros países, no se vive con la misma naturalidad en una nación en que casi el mismo número de mujeres y hombres juega fútbol en el instituto. Por eso, cuando las campeonas del mundial de Francia alzaron la copa, las cerca de 60.000 voces del estadio de Lyon lo celebraron al grito de “Equal pay!, Equal pay!” (equidad salarial, equidad salarial). El asunto ya está en los tribunales. El 8 de marzo, el día internacional de la mujer, las 28 seleccionadas demandaron a su empleador, la Federación Nacional de Fútbol (USSF), por discriminación de género.
La federación estadounidense alega que los equipos tienen obligaciones diferentes y que las compensaciones son tan distintas, que no se pueden comparar. Una de las diferencias, por ejemplo, es que los hombres reciben una paga de 17.000 dólares por ganar un amistoso contra un equipo del top 10. Las mujeres, en cambio, reciben un bono de 8.000 solo si le ganan a uno de los cuatro mejores. El sistema es tan complejo que, en efecto, es difícil detallar lo que cada uno gana, pero todos los datos conocidos revelan el abismo que les separa. En el Mundial de Brasil 2014 -el último en que ha jugado la selección masculina de EE UU-, la federación le otorgó al equipo un bono de 5,4 millones de dólares tras haber sido eliminados en los octavos de final. Cuando el femenino se consagró campeón en la final del Mundial de Canadá 2015, el partido de fútbol más visto en la historia de la televisión estadounidense, recibieron un bono de 1,72 millones.
En Estados Unidos la brecha salarial entre hombres y mujeres es de un 15%, favorable para ellos, según un análisis del Centro de Investigación Pew. Esto se traduce en que ellas necesitarían 39 días adicionales de trabajo para ganar lo mismo que lo que ganaron sus pares en 2018. Una investigación del Instituto ADP sobre la equidad salarial explica que “una gran diferencia porcentual entre la remuneración de mujeres y hombres se origina en el pago de bonificaciones diferenciado”. Muchos estudios no consideran este factor, por lo que las brechas no son tan visibles considerando solo el salario base.
La FIFA aumenta la disparidad en los mundiales
Cuando la selección femenina de EE UU ganó la Copa del Mundo en 2015, el premio a repartir fue de 15 millones. Debido a las presiones, la FIFA elevó la cifra a 30 millones para el encuentro en Francia y la duplicará para la cita de 2023. Pero la brecha no hace más que agrandarse. En el mundial de Rusia 2018, el premio fue de 400 millones, y la federación ya anunció que para Qatar será de 440 millones. Es decir, el incremento que se le otorgó al masculino es mayor al premio total obtenido por las ganadoras de este año. El montante en el campeonato masculino se divide en 32 equipos, y en el femenino, en 24.
"No estoy diciendo que el premio debería ser de 440 millones esta vez o la siguiente. Comprendo por muchas razones que el fútbol masculino es mucho más rentable que el femenino", dijo antes del triunfo en Lyon la capitana de la selección estadounidense Megan Rapinoe. "Deberían duplicar ahora y luego usar esa suma para duplicar o cuadruplicar para la próxima vez. A eso me refiero cuando respondo si nos sentimos respetadas", planteó una de las voces más fuertes de esta cruzada.
Parte de la defensa de la federación es que en el listado de los 50 mejores jugadores de fútbol estadounidenses con mayores ingresos, 23 son mujeres. Lo que no aclaran es que esto ocurre después de que reciben las bonificaciones por ganar partidos no oficiales, participaciones y victorias en el Mundial y en los Juegos Olímpicos. La exportera de la selección, Hope Solo, lo resumió así: “A ellos les pagan más simplemente por asistir de lo que a nosotras nos pagan por ganar”. "Es como argumentar que no hay discriminación cuando pagas a los hombres 20 dólares por hora y a las mujeres 15, pero como ellas trabajan un 25% más y obtienen un bono por una producción sobresaliente, terminan ganando casi lo mismo", criticó en The Wall Street Journal Jeffrey Kessler, la abogada que representa a las demandantes. Entre 2015 y 2018 ellas jugaron 19 partidos más que ellos.
Las deportistas no exigen solo recibir el mismo salario que sus compañeros hombres, sino también gozar de las mismas condiciones de trabajo, además de un pago retroactivo para las seleccionadas desde 2015. La veterana goleadora Carli Lloyd, Balón de Oro en el mundial de 2015, criticó en una carta abierta: “Cuando estoy de gira recibo 60 dólares diarios para gastos. Michael Bradley recibe 75. Tal vez piensan que las mujeres somos más pequeñas y por lo tanto comen menos”. Otro reclamo, más grave si cabe, apunta a trabajar sin poner en riesgo su físico. Por ejemplo, el mundial de Canadá se jugó sobre césped artificial -más propenso a causar lesiones- y no en hierba natural, como los duelos masculinos. Las jugadoras de las distintas selecciones consideraron que la decisión de la FIFA, el organismo rector del fútbol mundial, era discriminatoria.
La USSF insiste en que cualquier diferencia salarial “se basa en las diferencias de los ingresos generados por los diferentes equipos y / o cualquier otro factor que no sea el género". Si bien en el pasado los partidos masculinos recaudaban cifras muy superiores, ese ya no es el escenario. Entre 2016 y 2018, los partidos femeninos generaron alrededor de 50.8 millones dólares, mientras que los de ellos 49.9 millones, según la auditoría de los estados financieros del fútbol obtenidos por el WSJ. Los ingresos se miden en gran parte por las ventas en boletería, pero también por el márquetin y patrocinios. Dentro de estos apartados figura la venta de derechos de transmisión de los partidos, un terreno gris a la hora de sacar cálculos. La USSF vende los derechos como un paquete, sin hacer diferencias entre los partidos de la liga de mujeres o de hombres, lo que dificulta atribuir cuántos ingresos generaron unos u otros. Y los más valiosos, los derechos del mundial, los vende la FIFA.
Hay empresas que se han puesto la camiseta de las jugadoras de fútbol estadounidenses. LUNA Bar, fabricante de las barras de nutrición, se comprometió a pagar 31.250 dólares a cada seleccionada nacional llamada al mundial de Francia. Visa anunció en mayo que se asociaría con los equipos de hombres y mujeres de EE UU, en un acuerdo que estipula que “al menos el 50%” de la inversión financiará programas de fútbol femenino y de la selección femenina. En un anuncio de la marca de desodorante Secret, en el que aparece la goleadora Alex Morgan, la jugadora estadounidense que recibe mayores ingresos -cerca de un millón de dólares anuales según Money.com-, mostraba a niñas jugado a la pelota con mensajes sobre la igualdad. La última imagen decía: El secret es la equidad salarial.
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