Premios y ránkings de pago para alimentar el ego de los abogados estrella
Las clasificaciones de éxito más fiables conviven con otros galardones que rentabilizan la vanidad de los letrados
La abogacía forma parte de aquellas profesiones, como cirujanos, arquitectos, chefs e, incluso, futbolistas, en las que el resultado final del trabajo puede atribuirse a un autor concreto e identificable. Esta individualización es la que permite hablar de abogados estrella, término al que se acude con frecuencia, pero no siempre con acierto. No es lo mismo un letrado mediático que un abogado estrella. De hecho, en una profesión basada en la confianza y regida por la confidencialidad, suelen ser polos opuestos.
En contra de la creencia popular, los letrados más reputados no son ilustres penalistas con capacidad de protagonizar grandes alegatos y hábiles estrategias en sala. Como se está viendo en el juicio al procés, el procedimiento penal es pautado, tedioso y no permite descargas de adrenalina como las que protagonizan Tom Cruise y Jack Nicholson en la película Algunos hombres buenos.
Los abogados que merecen el calificativo de estrellas son, en su lugar, aquellos que asesoran en las grandes operaciones societarias, financieras o bursátiles (la conocida como abogacía de los negocios). Movimientos en los que las compañías no quieren sorpresas: buscan el mejor servicio legal y están dispuestos a pagar por él grandes sumas de dinero.
¿Quiénes son esos letrados? Lo cierto es que no existe ningún ranking que los clasifique de forma completamente objetiva, pero sí hay directorios internacionales que, anualmente, publican listados por países, tanto de las áreas de práctica de las firmas (mercantil, laboral, competencia, etcétera), como de los abogados. El más prestigioso es el británico Chambers and Partners y, tras él, se encuentra The Legal 500. Hay más, pero no todos cuentan con el mismo grado de reconocimiento.
La confiabilidad de un directorio reside en su método de evaluación. “Chambers estudia las operaciones que les remiten los despachos y habla con los clientes e, incluso, con abogados de la competencia”, explica Susana Claudio, directora de la consultora Band1.
La última edición de Chambers para Europa, publicada en marzo, incluyó en la categoría de star individuals, su máximo reconocimiento individual, a 11 abogados españoles. Son Fernando Vives (Garrigues), Cani Fernández (Cuatrecasas), Ignacio García-Perrote y Agustín González (Uría), Alejandro Ortiz y José Giménez (Linklaters), Miquel Montañá y José Guardo (Clifford Chance), Martín Godino (Sagardoy), Joaquín Ruiz Echauri (Hogan Lovells) y Jordi Faus (Faus & Moliner). En la edición de Chambers Global también fue distinguido Hermenegildo Altozano, de Bird & Bird.
Galardones subjetivos
Como admiten los bufetes, “todos los que están, son, pero no están todos los que son”. Es decir, los 12 mencionados son, efectivamente, auténticos números uno en sus ámbitos, pero Chambers no es infalible y, en ocasiones, deja fuera a otros que también merecerían ese reconocimiento.
A pesar de que la utilidad real de los directorios está en permanente discusión, lo cierto es que aparecer bien posicionado en ellos es algo que obsesiona a firmas y abogados. De hecho, invierten mucho dinero y esfuerzo en preparar las submissions, documento que contiene la candidatura. “En mayo, por ejemplo, consume más de la mitad del tiempo de trabajo del equipo”, explica Ana Delgado, responsable de desarrollo de negocio de Pinsent Masons. Este mes vencen varios plazos de entrega.
El interés de los abogados por estar bien clasificados no responde solo a una cuestión de negocio o reputación. “También hay una parte de ego”, subraya Claudio. Una vanidad de la que sacan provecho otros rankings y premios que, a pesar de tener una metodología dudosa, logran engatusar a los letrados con reconocimientos de pomposa denominación (casi siempre en inglés).
De placas a artículos
Algunos ‘rankings’ y premios siguen estrategias muy agresivas para lograr que los abogados acepten sus propuestas. En muchos casos, como relatan desde varios departamentos de ‘marketing’, el ‘mailing’ se dirige directamente a los abogados, saltándose los cauces formales. En dichas comunicaciones suelen ofrecer varios paquetes con distintos precios. La opción más barata suele incluir una placa y una mención, pudiendo optarse, por algo más de dinero, por un artículo en una publicación. En una versión ‘premium’ es posible, incluso, aparecer en la portada de la misma y que el reportaje sea de doble página.
Es el caso del directorio Best Lawyers, cuyo prestigio está muy en cuestión. El ranking se basa únicamente en una encuesta masiva entre abogados y, al final, elige como los mejores a más de mil letrados. ¿Dónde está el negocio? Best Lawyers ofrece a los elegidos el envío de una placa personalizada por 510 dólares (450 euros). Un cebo en el que pica un buen número de abogados, deseosos de poder exhibir una distinción en su despacho o en LinkedIn. Muchos departamentos de marketing, sin embargo, han adoptado la política de no publicitar sus resultados.
En los últimos años, algunos premios también han querido aprovechar este filón. Un ejemplo de ello es el nuevo formato de los 40 under Forty, de la revista Iberian Lawyer, que pretende elegir a los mejores abogados por debajo de 40 años. A los altos precios que ha fijado la organización para asistir a la gala (entre 3.000 y 7.000 euros, según la fecha en que se compren los cinco o diez asientos), se añade una condición que ha irritado especialmente a las firmas: acudir a la ceremonia (y, por tanto, pagar) es imprescindible para recibir el premio. Desde la revista responden que esta práctica es habitual, que lo único que ha cambiado es el momento del pago: en unos casos se cobra por la candidatura y ellos lo hacen por la entrega, e insisten en que cuentan con un jurado independiente. En todo caso, aseveran que premios como el suyo son un win-win: gana el organizador, pero también las firmas y los abogados, que mejoran su prestigio.
Este no es un caso aislado. Los despachos aseguran que cada vez son más las propuestas de premios y rankings que buscan hacer negocio vendiendo reputación. Sin embargo, tal y como recomienda Borja Martínez-Echevarría, socio de la consultora Pérez+Partners, “las firmas y los abogados deben cuidar bien a qué directorios y premios se presentan”. Y es que, aparecer en determinados directorios o premios (en especial si se sabe que son previo pago), en contra de lo deseado, puede suponer un desprestigio.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.