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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La reforma laboral que debe hacerse

El sistema público de empleo necesita una buena revisión pero nadie parece coger esta antorcha cuando más se necesita

Xavier Vidal-Folch
Una oficina de Empleo en Valladolid
Una oficina de Empleo en ValladolidEFE

La reforma laboral que nunca se hizo, ni se ha hecho, ni parece que casi nadie tenga interés en hacer es la de las políticas activas de empleo (PAE).

Las pasivas son el paliativo para que el parado tenga algún sostén y no se quede en la cuneta del hambre. Las activas buscan recolocarlo a través de las oficinas públicas (y privadas) de empleo.

La llamada reforma laboral no lo fue. Estructuralmente, empeoró la dualidad del mercado laboral. Aumentó la precariedad medida en contratos temporales y en contratos a tiempo parcial indeseados.

Solo fue eficaz —junto al miedo al paro que acompaña a toda recesión— en deprimir los salarios, y así remontar la competitividad, pero por la vía falsa de cargar a unos (y no a todos) la factura de la crisis.

Lo que ya es un poco más complicado, como mejorar los servicios de orientación para la recolocación, se quedó como antes. Por eso no hace tanto recordábamos (27/9/2017) que las políticas activas públicas eran un “fiasco total”.

Actualmente, solo cerca del 2,1% de los trabajadores ha obtenido su empleo actual con intermediación de una oficina pública de empleo. En los servicios privados de trabajo temporal (ETT) son cerca del 4%.

El fiasco permanece. Y nadie parece coger esta antorcha cuando más se necesita: en el debate de lo importante que debería facilitar una campaña electoral. Salvo una institución, la Autoridad Fiscal independiente (AIReF), que acaba de producir un apasionante estudio —y heroico: con muy pocos datos homologables—, Evaluación de las políticas activas de empleo, adelantado el jueves por este diario.

Dos datos bastan para poner los pelos de punta. España gasta nueve veces menos que Alemania (y cuatro menos que Bélgica) por desempleado. Y dispone de cuatro veces menos de funcionarios para atender personalmente a los parados que Alemania (y diez veces menos que Finlandia).

Por eso la AIReF propugna una revolución en estos servicios: integrarlos en una ventanilla única; obligar a las empresas a comunicar vacantes; primar la labor de orientación sobre la administrativa... ¡Discutan de eso de una vez, patriotas de toda laya y condición!

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