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Una plantación de té ecológico desde Galicia

Orballo cultiva plantas aromáticas, medicinales y especias y ha ingresado 250.000 euros

Finca de Orballo en el concello de Paderne (A Coruña). 
Finca de Orballo en el concello de Paderne (A Coruña). 

Hay dos fincas en el concello de Paderne (A Coruña) que tienen la mayor plantación de té ecológico de Europa. Cultivan té verde y blanco y aromáticas que comercializan en infusiones, arroces especiados y en pequeños tarros de vidrio que contienen orégano, albahaca… Y plantas medicinales. En la comarca das Mariñas también plantan camelias y trabajan con centros de investigación en proyectos de agronomía, botánica y farmacia. Su trabajo es minucioso y delicado, como la lluvia fina que da nombre a la marca: Orballo, un proyecto que pretende dinamizar la economía local. Han facturado 250.000 euros en 2018, han abierto mercado en México pero aún no tienen beneficios.

“Todo empezó como un proyecto de fin de máster que tenía por objetivo recuperar el bosque autóctono y combatir la plantación de eucalipto, que en Galicia supone un problema. Queríamos plantar otras especies”, dice Gerardo Lagares, padre de la idea y uno de los dos socios. “Esto es un proyecto de agricultura más que una marca. El producto debe generar valor añadido, servir al desarrollo local”. Por eso, cuando el primer año, tras levantar una ronda de financiación de más de 200.000 euros, perdieron toda la cosecha por no haber sabido cultivar la especie adecuada, no lo dejaron, volvieron a plantar.

“Empezamos con las aromáticas porque tienen ciclos más cortos, y durante los primeros cultivos nos equivocamos. Y buscamos otros tipos como laurel, orégano, albahaca, tomillo, perejil, romero… El clima en Galicia es óptimo para ellas. Pero plantamos y tuvimos que tirar lo primero porque nos confundimos en la especie. Nos metimos en aromáticas y después surgió lo del té”, explican. No fue la única lección que aprendieron. “También tuvimos que repensar la idea de convencer a los que plantan eucaliptos; en Galicia, las cosas van de otra forma”. Sí que han convencido a algunos terratenientes. Entre ellos, un funcionario de Correos que cultiva el campo y al que compran la cosecha de aromáticas. Y ya están abriéndose camino en otros concellos. La fórmula es alquilarles las tierras o encontrar la manera de sacarle rendimiento con estos cultivos.

La superficie de cultivo más grande es la propia: dos fincas en Paderne con una casa del siglo XVIII. “La llamamos la casa del té y es donde preparamos los talleres y las colaboraciones con la Universidad. Se hacen catas, vienen escuelas gastronómicas…”, apunta el otro socio, Jorge Millán, que indica que hicieron el primer convenio con un centro de investigación en 2014. “Hemos comprobado que hay mucha ciencia de base, mucho conocimiento que está parado y que podrían ser excelentes oportunidades de negocio para el territorio pero la gente quiere ver resultados rápidos”.

Millán asegura: “Confiamos en que el crecimiento será sensato, con sentido común, lento y sostenido; nuestros cultivos son de rotación. Tienes que estar preparado para pedidos de todo tipo”. Pedidos como plantar para otros —“pero nunca darles nuestras mezclas”, matizan— y aumentar la producción si se alían con un distribuidor cafetero, son sus objetivos a medio plazo. De momento venden en tiendas especializadas y en grandes superficies como El Corte Inglés o Eroski, pero quieren entrar en la restauración. “Nuestro siguiente paso es escalar; estaría bien ir de la mano de alguien que lo haya hecho, de ahí el socio cafetero. Y potenciar la venta por Internet”, dice Millán.

Su plan de negocio se vincula a producir durante todo el año, “cuando una especie no se da, se planta otra; cuando no se está cultivando, se está recogiendo o preparando la tierra”. Orballo emplea dos trabajadores en el cultivo, tres en la logística y tiene una persona en marketing. Desde el principio quisieron ser ecológicos, “por todo lo que implica para el territorio, no es una moda”, recalca Lagares. “Somos la primera que se certificó en Europa y la más grande. El sello no es lo importante; la apuesta es el modelo sostenible: personas, territorio y biodiversidad. La agricultura ecológica implica tiempos lentos; eso, que implicaría que no hay trabajo todo el año, toca convertirlo en oportunidad, que siempre haya un proyecto con impacto. El té es una planta que tarda en darse, pero puedes sacarle partido al turismo cuando invitas a conocer las plantaciones”.

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