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El relevo tranquilo de Uría Menéndez

Los nuevos líderes del despacho apuestan por el continuismo sin que eso signifique inmovilismo

Salvador Sánchez-Terán, de pie junto a Luis de Carlos Bertrán, en la sede de Uría Menedez, en Madrid.
Salvador Sánchez-Terán, de pie junto a Luis de Carlos Bertrán, en la sede de Uría Menedez, en Madrid. VÍCTOR SAINZ

En Uría Menéndez se respira satisfacción. Y, por qué no decirlo, también algo de alivio. El bufete, el tercero en facturación en España (ingresó 228 millones de euros en 2017 y ganó 0,63 millones, según las cuentas consolidadas depositadas en el registro), ha conseguido transitar sin sobresaltos la delicada travesía de renovar su cúpula. Anunciado antes del pasado verano, el 1 de enero se hizo efectivo un relevo calificado por muchos de histórico. Luis de Carlos, hasta entonces socio director, ejerce ya de socio presidente en sustitución de José María Segovia, que colgó la toga después de 13 años liderando la firma. Asume la gestión del día a día, como nuevo socio director, Salvador Sánchez-Terán, experto en derecho mercantil y bancario, con más de veinte años de experiencia en la casa.

El proceso sucesorio ha sido diseñado y ejecutado con mimo. No es para menos. Sobreponerse a la ausencia de los name partners (los socios que dan nombre a la firma) es uno de los trances más complejos a los que se enfrentan los bufetes. La elección de De Carlos y de Sánchez-Terán es la primera que se realiza de forma completamente orgánica, sin la tutela de Rodrigo Uría, uno de sus socios fundadores. “Es un paso más en la institucionalización del despacho. Y lo hemos superado con nota”, subraya De Carlos, en la primera entrevista que ambos conceden tras su designación. El nuevo presidente, madridista confeso, tira de símil futbolístico para explicar el significado del proceso vivido: “Refleja que la organización es más fuerte que ninguna persona concreta, por muy valiosa que esta sea”.

Sin apartarse de la analogía balompédica, Sánchez-Terán relata que su hoja de ruta no es otra que “mantener el estilo”. “Uría es un despachazo. Cuando recibes la gestión de un barco que va excelentemente, no tendría sentido hacer grandes cambios”. A falta del dato definitivo, cerrará 2018 firmando su récord de facturación gracias a un crecimiento de en torno al 2%.

El reto latinoamericano

En el ámbito internacional, el gran reto que se plantea la nueva dirección de Uría para este año es la incorporación de un despacho mexicano a PPU, estudio jurídico fruto de la alianza con otras cuatro firmas de orígenes chileno, colombiano y peruano. “Aspiramos a ser el primer despacho iberoamericano”, asevera con ambición Sánchez-Terán. México es el país que falta para que PPU cubra los cuatro países que conforman la Alianza del Pacífico. Más allá de este proyecto, el bufete no tiene previsto abrir nuevas oficinas ni aprobar planes de expansión. “Tenemos el tamaño suficiente”, concluye el nuevo socio director.

Continuismo, sí; inmovilismo, no. Como primer objetivo, el nuevo socio director se fija el mantener y reforzar las dos señas de identidad de las que presume el bufete: un asesoramiento jurídico de primera calidad y la capacidad de atraer y retener el talento. El buen abogado, como el buen futbolista, es un profesional codiciado por la competencia. ¿La fórmula de la fidelidad? “Darles la mejor formación y un plan de carrera definido”, responde Sánchez-Terán. Oportunidades que, no obstante, conviven con un exigente sistema de up or go (arriba o marchar). Un modelo que “no escondemos, es transparente”, explica De Carlos, que recuerda que, a cambio, la organización se involucra en la búsqueda de una alternativa para el letrado que no alcanza los objetivos fijados.

Aterrizando aún más sus líneas de actuación, Sánchez-Terán da prioridad a dos proyectos. El primero, potenciar el recién creado grupo de derecho digital, área con la que Uría quiere situarse en la vanguardia del asesoramiento legal relacionado con las nuevas tecnologías.

El segundo, impulsar la diversidad y la promoción de la mujer. En línea con lo que sucede en el resto del sector, la presencia de las abogadas se diluye conforme se asciende en el organigrama de Uría. Así, mientras que de los aproximadamente 600 letrados que tiene el despacho un 40% son mujeres, la proporción de socias (de un total de 132) es del 12%. Eso sí, de los nueve socios designados en los últimos dos años, cuatro son mujeres. “Tengo la firme intención de afrontar el reto de impulsar la presencia femenina en puestos más altos, pero manteniendo una meritocracia radical”, promete Sánchez-Terán. Al margen de otros factores, uno de los grandes lastres que encuentran las letradas en su carrera es la conciliación. Para evitar que estas tengan que elegir entre carrera y familia, el socio director se compromete a potenciar la flexibilidad laboral. “Haremos los trajes a medida que hagan falta para no perder a las mujeres valiosas”.

Operaciones mercantiles

Como firma especialista en operaciones mercantiles, Uría es testigo excepcional de la evolución económica. Frente al creciente pesimismo y a pesar de que, en efecto, algunos indicadores apuntan a una cierta desaceleración, De Carlos niega que del volumen de operaciones pueda extraerse la idea de que se aproxima una nueva recesión. “Hay quien opina que se acerca otra crisis, nosotros seguimos los acontecimientos con atención, pero nuestros datos indican que el nivel de actividad sigue siendo alto”, explica.

Venga crisis o solo desaceleración, la incertidumbre política nacional e internacional seguirá siendo una mala aliada de la economía. Al endiablado calendario de los próximos meses (Brexit, europeas, autonómicas y municipales), ahora hay que sumar ahora las elecciones generales del 28 de abril. “La inestabilidad puede hacer que se imponga el wait and see y se retrasen las decisiones de inversión de calado. Ojalá el impacto sea poco”, se lamenta el presidente.

Al ser preguntados por episodios como el caso Bankia o el escándalo de las presuntas escuchas encargadas por el BBVA al excomisario José Manuel Villarejo, ambos juristas también manifiestan su preocupación por la imagen del sector financiero. Respetando el deber de confidencialidad que impone el tener de clientes a muchas entidades, De Carlos incide en que “son anomalías del pasado que hay que resolver”, pero se muestra convencido de que los actuales responsables de las mismas están preocupados en hacer “las cosas bien”.

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