El FMI alerta de las dificultades de Grecia para pagar su deuda
Al final del rescate europeo, el Fondo detecta "riesgos externos y domésticos" que amenazan la recuperación
En abril de 2010, Yorgos Papandreu anunció una nueva odisea para Grecia. “Avanzamos por un camino difícil. Pero conocemos la ruta a Ítaca”, dijo el entonces primer ministro tras pedir ayuda europea. Ocho años después, el país está a punto de abandonar el plan de rescate, pero la anhelada Ítaca sigue aún lejos. En su último informe, el FMI dibuja un panorama de claroscuros: la economía vuelve a crecer y el paro baja, pero las cicatrices de la crisis aún duelen, hay serios peligros en el horizonte y pagar la deuda pública será un “reto” difícil de cumplir.
Grecia pondrá punto final el próximo 20 de agosto a uno de los capítulos más duros de su historia reciente: ese día se despedirá de ochos años de rescate que, en sus tres programas consecutivos, han insuflado 300.000 millones de euros en una economía incapaz de levantar cabeza. El balance final es durísimo.
Pese a todo, el Fondo Monetario Internacional destaca algunos avances. “Tras una profunda y larga contracción, el crecimiento por fin ha vuelto a Grecia. El esfuerzo de estabilización macroeconómica, las reformas estructurales y un mejor ambiente internacional contribuyeron a que el PIB creciera en 2017 un 1,4%”, asegura. Pero es difícil no detectar un tono sombrío al leer el texto del Fondo.
Los problemas se agolpan. El organismo detecta “riesgos externos y domésticos” que amenazan con aguar la fiesta de la recuperación: declive comercial, condiciones financieras más duras, inestabilidad regional, calendario político doméstico riesgo de una “fatiga” que paralice las reformas que Grecia aún necesita...
Y, por encima de todo, pesa la gran losa que el país arrastra desde hace años: una deuda pública que este año tocará su máximo histórico del 188% del PIB. El organismo que lidera Christine Lagarde muestra su satisfacción por las medidas de alivio de la deuda acordadas por los socios europeos, aun cuando estas hayan sido, según muchos expertos, tímidas. Pero no parece que esta mejora vaya a acabar con los agobios financieros del Estado griego.
Muchos dirigentes del Fondo admiten su preocupación por la sostenibilidad de la deuda helena a largo plazo y subrayan la necesidad de “previsiones realistas para los objetivos del superávit primario [el que se calcula antes del pago de intereses] y proyecciones de crecimiento”. Esta no es una reivindicación nueva del FMI: en los últimos años, los economistas de Lagarde se han peleado con la Comisión Europea y capitales como Berlín por su exigencia de alivios que aseguraran la estabilidad a la larga de las cuentas públicas. Tras ocho años de planes de ayuda, esta seguridad no aparece por ninguna parte.
“A medida que los títulos de deuda sean reemplazados en el mercado por otros más caros, la capacidad de Grecia de pagar sus deudas será un reto cada vez mayor. Para reducir la deuda hará falta que el país mantenga durante muchos años altas tasas de crecimiento y superávits primarios”, sostiene Peter Dohlman, el jefe de la misión del Fondo en Grecia.
No solo preocupa la deuda. El FMI alerta también de que la agenda de reformas no se ha completado, la debilidad de los balances de la banca y los alarmantes indicadores sociales que describen a un país profundamente herido.
La banca necesita 1.900 millones más
Una de las grandes preocupaciones del FMI son los bancos griegos y su necesidad imperiosa de lograr inyecciones de capital. Estas necesidades irían de los 1.300 a los 1.900 millones de euros, según los resultados de las pruebas de estrés realizadas por el BCE para el supuesto de un escenario económico adverso.
“La exposición de los bancos griegos a los créditos morosos —la más alta de la UE, que equivale a la mitad del total de los créditos— ha provocado la debilidad de los balances de las entidades mientras que el crédito sigue contrayéndose”, añade el Fondo en el llamado Artículo IV sobre Grecia.
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