Los trabajadores, ante el pacto para subir sueldos: “En mi sector llegar a los 1.000 euros es casi imposible”
Los empleados más castigados por la crisis confían en que el acuerdo entre patronal y sindicatos marque "un punto de inflexión"
El preacuerdo firmado el lunes por patronal y sindicatos marca el fin de la época de ajustes salariales. Tras cuatro años de crecimiento económico, los agentes sociales cerraron un pacto que contempla una subida salarial del 2% anual hasta 2020, y un 1% en función de la productividad. Además, el acuerdo incluye el compromiso de elevar hasta un mínimo de 1.000 euros al mes los sueldos más bajos pactados en los convenios. Esta medida, si de verdad se va a aplicando conforme se renueven los convenios de las empresas (el pacto salarial es una potente recomendación que se usa para la negociación colectiva, pero no es de obligado cumplimiento), beneficiará sobre todo a trabajadores de sectores como el comercio o la hostelería, donde los sueldos son más precarios. Tres trabajadores afectados por años de contención salarial y fuerte desempleo explican a EL PAÍS cómo han vivido la crisis y qué esperan del pacto entre sindicatos y patronales.
ALMUDENA PRIETO, empaquetadora
“Mi sector es el más precario. Aquí nadie llega a 1.000 euros”
Almudena Prieto admite con resignación que su sector, el de servicios, es “el más precario de todos”. Esta mujer de 40 años trabaja como auxiliar en una empresa en la que se hace “de todo”, desde prestar servicios como recepcionista a refuerzos de seguridad en el aeropuerto. Ella comenzó hace cinco años a empaquetar en una nave industrial y ahora, como liberada sindical, se ocupa de labores administrativas. Su salario en este lustro ha permanecido invariable: 735 euros mensuales que, al añadirle pluses por transporte y vestuario, horas extra y nocturnidad, pueden superar ligeramente los 900. “En este sector, llegar a los 1.000 euros es prácticamente imposible”, protesta.
Precisamente lograr un salario mínimo de convenio de 1.000 euros en 14 pagas es lo que recoge el texto acordado el lunes por patronal y sindicatos; aunque ese objetivo queda como una mera recomendación que se debería alcanzar en el horizonte de 2020. “Lo que tenemos que hacer es llegar a 1.000 euros con el salario base”, afirma.
Prieto admite no comprender —“no me entra en la cabeza”, repite— por qué no fue posible cerrar un acuerdo parecido el año pasado. Y, tras pensarlo un poco, responsabiliza a la reforma laboral de 2012 el haber sentado las bases para que los sindicatos no puedan arrancar este objetivo largamente demandado. “Con la reforma del PP, se perdió mucha capacidad de diálogo. Siempre ha habido una desigualdad de poder entre trabajadores y patrones, pero esa reforma hizo que el desequilibrio fuera aún muchísimo mayor”, asegura al otro lado del teléfono desde su domicilio madrileño. Y concluye la conversación con un deseo: “Espero que este acuerdo sea el inicio de un camino. Y que pueda trasladarse a todas las mesas de negociación”.
MARÍA BENITO, auxiliar de museo
"Espero que el preacuerdo sea un punto de inflexión"
Tras diez años como auxiliar de sala del Museo Thyssen, el poder adquisitivo de María Benito es ahora un 7% inferior al de 2011. Esta licenciada en Historia del Arte de 33 años ha pasado los últimos siete años con el sueldo congelado. Mientras veía cómo subían los alquileres en Madrid, ella se las apañaba para pagar las facturas con un sueldo que, trabajando a jornada completa, no llega a los 800 euros. “Entré en la subcontrata del museo en 2008 y desde 20011 tengo el sueldo congelado. Pero las condiciones de los que empezaron a trabajar en mi empresa a partir de 2014 son aún peores, porque nosotros tenemos un complemento de transporte de 103 euros al mes, pero el suyo es de solo 20 euros”, explica.
Sobre el preacuerdo firmado el lunes por sindicatos y patronales, Benito quiere ser optimista. “Es un paso en la buena dirección. Y espero que sea un punto de inflexión respecto a estos años de pérdidas salariales y de derechos laborales”, dice. Pero en el texto también ve elementos que no le convencen del todo.
“Llevamos ya varios años de crecimiento económico, pero aún no se ve un reparto de la riqueza diferente. Hay que asegurar las subidas salariales y trasladar a los convenios todos los derechos adquiridos. Me siento optimista y con fuerzas, pero no puedo evitar ciertas dudas sobre cómo se va a trasladar el acuerdo a la realidad”, asegura. Benito, que está a punto de dar a luz a su primer hijo, lleva años ajustándose el cinturón por un sueldo exiguo que además no crecía: yendo a varios supermercados para comparar ofertas, limitando al máximo las compras y con muy pocos viajes, “y los poco que hacía, no eran guays”. Y, sobre todo, con una gran preocupación: el pago del alquiler y el miedo a futuras subidas.
GONZALO ARANDA, cocinero
"La crisis se llevó por delante los salarios"
Gonzalo Aranda es un ejemplo perfecto de los estragos que ha causado la crisis que golpeó España —y al resto del mundo occidental— a partir de 2008. A los 15 años entró a trabajar en el emblemático hotel Reina Victoria de Valencia. Hasta 2014, su empleo de cocinero le permitía ganar unos 2.000 euros mensuales. Pero entonces el hotel cerró, y Aranda se quedó en el paro durante dos años y medio. Tras abrir un negocio que fracasó, este hombre de 57 años consiguió un nuevo puesto en una cadena de restauración en 2017, pero con condiciones sustancialmente peores que las de su última ocupación fija: en lugar de los 2.000 euros a los que estaba acostumbrado, se tuvo que conformar con 1.400.
“Al final te resignas. Es lo que hay. El mercado está así. La crisis se ha llevado por delante los salarios”, asegura. Él sabe que su caso no es único. Pone como ejemplo a las camareras de piso que trabajaban con él en el hotel valenciano: en los buenos tiempos se embolsaban 1.200 o 1.300 euros; y ahora, por el mismo trabajo, ganan solo unos 800 euros.
Aranda, que colabora con UGT como responsable en Valencia de Hostelería y Turismo, considera “un paso” el preacuerdo para aumentar los salarios un 3% —un 2% lineal más un 1% adicional ligado a criterios como la evolución de la productividad—, aunque este avance “no basta para recuperar todo lo perdido en los últimos años”. El antiguo cocinero del Reina Victoria destaca sobre todo la referencia de los 14.000 euros anuales como sueldo mínimo. “Por lo menos ahora hay una referencia para 2020. Es muy importante porque hay mucha gente que se ha quedado por debajo de ese nivel salarial. Aunque luego habrá que concretarlo en la mesa de negociaciones”, concluye.
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