China eliminará el límite de propiedad extranjera en el sector del automóvil
Las restricciones actuales, que obligan a asociarse con un fabricante local, se retirarán en los próximos cinco años
China presentó este martes un calendario para levantar todas las restricciones de propiedad que afectan a los fabricantes de automóviles extranjeros que operan en China. Según informó la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma (NDRC) en un comunicado, en un máximo de cinco años se eliminará el actual límite que exige a las empresas extranjeras ser propietarias de como máximo el 50% de las empresas conjuntas (joint ventures) con los productores locales. En otras palabras, fabricantes como Volkswagen, BMW, Ford o Toyota podrán producir en China sin tener que compartir la operativa y los beneficios con sus socios locales. O al menos poseer una participación mayoritaria de sus filiales en el país.
Según la NDRC, las primeras empresas que verán abolida esta limitación este mismo año son las que producen vehículos eléctricos e híbridos, algo que podría allanar el camino a la apertura de una fábrica de Tesla en el país. De hecho, la empresa estadounidense y el Gobierno de Shanghái llevan meses discutiendo el proyecto, siendo el mayor escollo precisamente su propiedad. La medida se ampliará a los fabricantes de automóviles comerciales en 2020 y a los de pasajeros en 2022.
El presidente chino, Xi Jinping, ya anunció que habría avances en este sentido hace una semana en su discurso en el Foro de Boao, pero no aclaró los detalles. De cumplirse este calendario, en cinco años China dirá el adiós definitivo a una política que ha aplicado durante décadas con el objetivo de proteger al sector local frente a la competencia extranjera. El gigante asiático es el primer mercado automovilístico del mundo.
Si bien el Gobierno chino ha negado que el anuncio pretenda apaciguar la actual disputa comercial con Estados Unidos, algunos lo interpretan como un guiño a Donald Trump, que se ha quejado de forma recurrente de los obstáculos de Pekín a la importación de vehículos estadounidenses (los grava con un arancel del 25%) y las condiciones que impone para fabricarlos en su territorio.
Esta liberalización del sector por fases se ajusta a las prioridades y realidad local. China avanza rápidamente en la implantación del coche eléctrico (su producción en el primer trimestre del año creció un 140% con respecto al mismo periodo del año anterior), por lo que su inmediata liberalización puede, si no beneficiarle, afectar en menor medida a unos fabricantes locales que tienen ya una cuota de mercado significativa y que tecnológicamente están a la par de sus homólogos extranjeros. Los fabricantes tradicionales tendrán hasta cinco años para afianzar su imagen de marca y convencer a los consumidores chinos de que sin el apoyo de sus socios extranjeros son también una opción competitiva.
Está por ver cómo actuarán las compañías extranjeras ante este nuevo escenario. Si bien se han quejado de las limitaciones existentes, también han aprendido a operar con ellas: han tenido que repartir los pingües beneficios de sus ventas en China y compartir tecnología, pero se han compartido asimismo los costes y las inversiones en el país. Y tener un socio local supone, en cierta medida, evitar problemas con el omnipresente Partido Comunista.
La Cámara de Comercio de la Unión Europea en China dio la bienvenida al anuncio, aunque confía en que se concreten los detalles cuando se publique una lista revisada de sectores en los que las compañías foráneas tienen el acceso restringido o directamente prohibido. “Esperamos que esa lista sea concisa para permitir una participación mucho mayor de las empresas extranjeras en múltiples industrias en China”, dijo el organismo.
China también eliminará las restricciones a la fabricación de aeronaves y de navíos por parte de empresas extranjeras este 2018, sectores que se enfrentan a unas cuotas máximas de propiedad similares a las del sector automovilístico.
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