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El multimillonario hongkonés Li Ka-shing se retira

El fundador del imperio CK Hutchison, con una fortuna de 29.000 millones, cede a su hijo el timón de un imperio empresarial presente en más de 50 países

Li Ka-shing anuncia su retirada en Hong Kong.
Li Ka-shing anuncia su retirada en Hong Kong.BOBBY YIP (REUTERS)

Li Ka-shing ha decidido apartarse de la dirección de uno de los mayores grupos empresariales del contienente asiático, un imperio que él mismo fundó, pocos meses antes de cumplir los 90 años. Su jubilación llega tras más de medio siglo ocupando la primerísima línea en el mundo de los negocios en Hong Kong, donde comenzó con una fábrica de plásticos y deja un gigante con intereses en los cinco continentes y en sectores como inmobiliaria, telecomunicaciones, energía, biotecnología, logística y comercio al por menor.

Li dejará el cargo de presidente de CK Hutchison Holdings el próximo 10 de mayo, coincidiendo con la celebración de la próxima junta general de accionistas, según ha explicado la compañía en una nota remitida a la bolsa de Hong Kong. El cargo pasará a ocuparlo su hijo mayor, Victor Li, de 53 años, que desde 2015 es vicepresidente del grupo. Su padre no se desvinculará totalmente de la empresa y será nombrado “consejero sénior”, aunque no intercederá en las decisiones que tome su vástago. “Llevo trabajando desde los doce años, creo que 78 años en total son suficientes”, aseguró en una rueda de prensa en Hong Kong.

Li es, según Forbes, la vigesimotercera persona más rica del mundo, la cuarta de Asia y la primera de Hong Kong con una fortuna de casi 29.000 millones de euros. No hay nadie que no le conozca en la ex colonia británica –donde le llaman Superman por su olfato y capacidad de encadenar negocios de éxito-, donde se bromea con que es imposible gastarse dinero en la ciudad sin que Li Ka-shing, directa o indirectamente, se lleve su parte.

No van desencaminados. Su hólding empresarial es dueño de parte del valiosísimo parque inmobiliario de la ciudad, controla las telecomunicaciones, varias cadenas de supermercados y perfumerías y, entre otros, genera la electricidad que ilumina la metrópolis. Fuera de sus fronteras destaca por su red de terminales portuarias, entre ellas una en Barcelona, otra en Buenos Aires, una en cada lado del canal de Panamá (Cristóbal en el Atlántico, Balboa en el Pacífico) y cuatro más en México (Ensenada, Lázaro Cárdenas, Manzanillo y Veracruz). Su grupo emplea actualmente a más de 300.000 personas y está presente en 50 países.

Oriundo de Chaozhou, ciudad situada en la provincia china de Cantón, Li y su familia escaparon hacia Hong Kong cuando él tenía 12 años a raíz de la guerra chino-japonesa. Su padre murió poco después de tuberculosis. Desde entonces empezó a trabajar para sostener a su familia, primero barriendo suelos, después en una fábrica de flores de plástico en la que realizaba jornadas de 16 horas diarias.

En 1950, a los 22 años, fundó su propia empresa: Cheung Kong industries, especializada en la producción y venta de plástico, que rápidamente se convirtió en uno de los mayores fabricantes de la ciudad. Durante las siguientes dos décadas invirtió en bienes inmobiliarios cuando, por la inestabilidad política en China continental, los precios en Hong Kong experimentaron fuertes caídas. El imperio se consolidó cuando se hizo a finales de los setenta con Hutchison Whampoa, una compañía de activos portuarios con problemas financieros que adquirió a precio de saldo. La globalización, con el consiguiente aumento del comercio internacional, y los pingües beneficios de la compraventa inmobiliaria en Hong Kong dieron músculo al grupo para diversificarse y expandir sus tentáculos en otras zonas.

Si su ojo por los negocios le ha permitido navegar en medio de una de las economías más liberales del mundo, Li también supo codearse hábilmente con los líderes comunistas de China continental. Fue de los primeros magnates hongkoneses que vieron el potencial de invertir en el otro lado de la frontera cuando Deng Xiaoping dio el pistoletazo de salida a la apertura económica de un país que ahora es segunda potencia mundial. Gran parte de las donaciones de su fundación, de hecho, han recaído en proyectos en este país como hospitales, universidades o programas para la formación de la mujer.

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