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El Sabadell prevé disparar su beneficio y ganar cerca de 1.500 millones en 2020

La entidad se fija como reto aumentar la rentabilidad en su plan estratégico y descarta operaciones corporativas

Lluís Pellicer
El presidente del Sabadell, Josep Oliu.
El presidente del Sabadell, Josep Oliu.Efe

Banco Sabadell quiere abrir un nuevo ciclo y poner el foco en el problema que adolece el grueso de la banca europea: la rentabilidad. La entidad que preside Josep Oliu ha presentado este viernes en Londres a inversores su plan estratégico para los próximos tres años, que se pone como objetivo incrementar su ratio de rentabilidad del 7,3% del año pasado al 13%, según la presentación que ha entregado a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Para ello, el banco usará tres palancas: el crecimiento de su negocio financiero, la mejora de la eficiencia, en especial en su filial británica TSB, y la reducción los activos dudosos en España en 6.000 millones de euros. A pesar de no concretarlo en el plan, la consecución de esos objetivos supondría elevar el beneficio a casi 1.500 millones de euros al final del periodo, un 65% por encima de los 881 millones con los que cerró el año pasado. “La rentabilidad del banco se verá muy reforzada, no tanto en 2018, pero mucho más en 2019 y 2020”, sostuvo Oliu.

La entidad de origen catalán ha presentado este viernes a inversores su nuevo plan estratégico para el periodo de entre 2017 y 2020. En realidad, el plan debió haberse presentado el año pasado, pero Oliu explicó en un encuentro con periodistas al que fue invitado este diario que las “incertidumbres” que planteaba el contexto político –las elecciones norteamericanas, el Brexit y el proceso soberanista catalán— lo retrasaron doce meses. Este viernes Oliu llevó a los inversores un plan que, de cumplirse, auparía el resultado a casi 1.500 millones de euros de beneficio en 2020. El banco ya se había fijado para este periodo ganar más de 1.000 millones, aunque la entidad justifica no haber alcanzado esa meta en el contexto económico y regulatorio.

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Por ahora, Oliu descarta nuevas compras de bancos para crecer. “No contemplamos operaciones corporativas. A diferencia de unos años e incuso hace uno [en referencia al Popular] cuando se veía que habría operaciones, ahora creemos que esa necesidad no existe. Me da la impresión que los bancos medianos se han acomodado, y si las entidades aguantan un año con los bajos tipos de interés no tendrás más necesidades”, sostuvo Oliu. El presidente del Sabadell insistió en que su batalla ahora es la de la rentabilidad, si bien admitió que sin nuevas compras todavía no será posible convertirse en el cuarto banco español, un objetivo que dijo que ambicionaba y que sigue manteniendo. “Estamos en el núcleo competitivo. Es cuestión de tener paciencia”, afirmó.

El banco considera en el plan que en el periodo en el que desarrollará el plan soplarán “vientos de cola” para que el sector financiero mejore su rentabilidad, uno de los principales retos que afronta la banca. El Sabadell considera que las buenas perspectivas de la economía global –en particular en España—, la “normalización gradual” de la política monetaria –prevé que los tipos vuelvan a subir a finales de 2019—, la recuperación del crédito, la moderación de la presión regulatoria y el fin de los problemas legales con los créditos dudosos, entre otros motivos, impulsarán los beneficios del sector. En concreto, el banco prevé que España siga creciendo por encima de la zona euro y que, con un Brexit ordenado, la economía de Reino Unido siga en positivo, aunque con una expansión menor que en los últimos años.

Recuperación inmobiliaria

Con esos vientos de cola favorables, el Sabadell quiere aumentar su ROTE (por sus siglas en inglés, Return on Tangible Equity), es decir, el rendimiento del banco sobre su patrimonio tangible. El plan fija que este pase del 7,3% de 2017 (inferior a sus principales competidores como el Santander, BBVA y CaixaBank) al 13% en 2020. Para ello, la entidad confía en incrementar los ingresos; mejorar la eficiencia, y reducir los créditos dudosos hasta dejar la tasa de morosidad, concretó Oliu, por debajo del 3%. El presidente del Sabadell recordó que los activos inmobiliarios se están revalorizando en España y Europa y recalcó que el plan de drenar de su balance los activos dudosos de 15.000 a 9.000 millones de euros es de “mínimos”. Oliu admitió que Solvia, su brazo inmobiliario, es una de las piezas clave para esa estrategia y no descartó una eventual salida a Bolsa de la compañía en los próximos años. Sin embargo, en el plan se decantan sobre todo por las recuperaciones de dudosos, las ventas de activos adjudicados o bien las de carteras.

El plan fija un aumento del 5% anual de los ingresos netos por intereses y las comisiones y un 4% en el volumen de negocio (sobre todo créditos y depósitos de clientes). La mejora de la eficiencia deberá llegar de la transformación digital y de las sinergias que genere TSB, que el Sabadell prevé tener completamente implementadas en 2019. En España, de hecho, la entidad da por concluido el proceso de cierre de oficinas tras haber clausurado 250 sucursales en 2017.

El último gran reto del Sabadell es seguir desarrollando su filial mexicana que creó que cero y dedicándose sobre todo a la banca corporativa. Ahora México supone aún solo el 2% de la cartera total de crédito del banco. La entidad se propone que esa filial, que pilota el consejero delegado Jaume Guardiola, también crezca a rebufo de la expansión del 2% que prevé para esa economía. Tras haber lanzado la banca para empresas, el Sabadell este año está arrancando ya el negocio de la banca minorista tras varias pruebas piloto en 2017.

Sobre la situación en Cataluña, Oliu aseguró que solo se sintió preocupado cuando hubo “cierta inestabilidad institucional”. “Veo que se irá solucionando”, afirmó el presidente del Sabadell, quien añadió que la entidad ha previsto el escenario “menos perjudicial”. Eso sí, animó a los partidos catalanes que formen un ejecutivo. “Va siendo hora de que formen gobierno”, zanjó.

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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