Los riesgos de las finanzas no bancarias
Es importante que las instituciones mantengan la estabilidad financiera que tanto ha costado conseguir
Bajo la mal llamada banca en la sombra conviven desde plataformas participativas a fondos de capital privado, capital riesgo y hasta vehículos inmobiliarios. Asumen riesgo crediticio, pero no son bancos. Por eso es más correcto decir "sector financiero no bancario". Según los datos del Banco Internacional de Pagos (BIS, en sus cifras en inglés), estos intermediarios suponen en Europa casi el 40% de los activos totales del sector financiero (la cifra es mucho más reducida en España), más de diez puntos porcentuales por encima de los niveles anteriores a la crisis. La posición que han mantenido hasta el momento las autoridades europeas sobre esta financiación mayorista y de nuevos competidores de los bancos es contradictoria. Por un lado, se congratulan de la tendencia hacia una mayor diversificación de las fuentes de financiación frente al préstamo bancario. Por otro lado, advierten de su rápido crecimiento en un contexto donde las condiciones financieras son excepcionalmente laxas y propicias a asumir riesgos excesivos.
A los bancos se les aplica una regulación estricta en solvencia y resolución, así como de normas de conducta para garantizar la protección del consumidor y del inversor. La supervisión bancaria es ahora mucho más exhaustiva, lo que ha contribuido a que los bancos tengan más capital y liquidez, y mejor control de los riesgos. La consolidación en las entidades de crédito europeas en los últimos años contrasta con el fuerte dinamismo mostrado por el sector financiero no bancario. En muchos casos, son intermediarios que compiten con los bancos, sin estar sometidos a los mismos requisitos regulatorios estrictos de los bancos. Y hay dudas razonables sobre su capacidad para gestionar de forma adecuada los riesgos asumidos u ofrecer la misma protección al cliente que proporcionan los bancos.
El principal riesgo para los bancos del fuerte crecimiento de la financiación no bancaria y de los nuevos competidores digitales es el efecto contagio en escenarios de fuerte inestabilidad: la tensión e incertidumbre en los mercados financieros podrían llegar a suponer un riesgo para el conjunto del sistema financiero, aunque no parece un riesgo significativo dada la magnitud de estos intermediarios no bancarios. Además, los bancos son ahora mucho más sólidos, estables y resistentes que antes de la crisis. Las autoridades también han aprendido a trabajar de forma coordinada a nivel internacional en contextos difíciles que pueden poner en riesgo la estabilidad financiera. Lo llamativo aquí es que uno de los potenciales detonantes de inestabilidad es el proceso de la normalización monetaria. La fuerte inestabilidad y las caídas de los mercados observadas en los primeros días de febrero son buen ejemplo de ello.
Pero los fundamentos económicos son sólidos. Y en esta mejora económica más fuerte de lo previsto han tenido mucho que ver los bancos. Los bancos europeos cubren más de 70% de las necesidades totales de financiación de familias y empresas, acercándose a porcentajes del 80% en el caso de pymes y familias. Los bancos son necesarios para mantener el flujo de financiación que la economía europea precisa. Y el BCE lo sabe. Muchas de las medidas monetarias no tradicionales aplicadas durante la crisis, como los préstamos a medio y largo plazo, tenían como beneficiarios finales a las empresas y familias. En paralelo se penaliza a los bancos con un tipo de interés negativo por mantener excedentes de liquidez. La oferta de liquidez oficial supera con mucho a la demanda de financiación solvente que los bancos pueden satisfacer dadas sus limitaciones regulatorias para asumir riesgos.
Es importante que nuestras autoridades sigan primando la estabilidad financiera alcanzada con tanto esfuerzo. Lograrlo depende de medidas que van desde la finalización de la unión bancaria hasta la normalización gradual de la política monetaria. Estas medidas deben ir acompañadas de más certidumbre y equilibrio regulatorio para el sistema financiero en su conjunto. Y por supuesto, a igualdad de actividades y riesgos, igualdad de regulación y supervisión. Por supuesto para los bancos, pero también para el sistema financiero no bancario.
José Luis Martínez Campuzano es portavoz de la Asociación Española de Banca.
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