“El modelo de las cajas de ahorros no fue el problema de la crisis, sino la mala gestión”
Directivos de Caja de Ingenieros, Caixa Ontinyent y Caixa Pollença afirman en el Congreso que sobrevivieron a la crisis por no olvidar sus principios como entidades sociales y sin ayudas
Tres entidades financieras, Caixa Ontinyent, Caixa Pollença y Caja de Ingenieros, no olvidaron sus objetivos: ayudar a las familias y empresas de su entorno con el crédito, luchar contra la exclusión social fomentando el ahorro entre las clases más desfavorecidas, realizar obra social y mantener una gestión profesional volcada en el cliente y alejada de los intereses políticos. Así, han logrado sobrevivir a la crisis e incluso han crecido desde 2008. Estas pequeñas entidades, que participaron en la Comisión de investigación de la crisis financiera del Congreso, "fueron las cajas que no quisieron ser bancos", como definió Josep Vendrell, de Unidos Podemos. Las tres dieron una lección a los gestores de otras entidades que quebraron y tuvieron que recibir miles de millones de ayudas públicas, según comentaron los portavoces presentes.
Los directivos de estas tres entidades demostraron que el modelo original de las cajas de ahorro y de las cooperativas de crédito no fue el problema, sino la mala gestión, así como el empoderamiento de los ejecutivos que olvidaron la defensa de los clientes y los objetivos de sus entidades. "Seguimos pensando que las cajas de ahorros no son un problema. El problema es la mala utilización" que se hizo de su modelo, apuntó Vicent Penadés, el presidente de la balear Colonya-Caixa Pollença. Y añadió: "La crisis financiera tiene poco que ver con la naturaleza jurídica de las cajas, sino con la gestión que se haya realizado". En un sentido parecido se manifestaron el director general de la valenciana Caixa Ontinyent, Josep Antoni Cifre, y José Oriol Sala Arlandis, de la catalana Caja de Ingenieros.
Pese a que la Caja de Ingenieros es una cooperativa, un modelo distinto en parte a las tradicionales cajas de ahorros, los tres ejecutivos coincidieron en que las claves para sobrevivir fueron tres: el control del crédito para evitar un crecimiento descontrolado, evitar la gran expansión con el boom inmobiliario y mantener el interés social y apego a la búsqueda del mejor servicio para sus clientes.
Tener una proporción adecuada entre el volumen de créditos y el de depósitos explica que las tres cajas no recurrieran a la financiación de grandes inversores internacionales, por lo que no sufrieron el colapso de otros competidores cuando se cortó el crédito por la crisis del euro y la desconfianza en la deuda española. "Había mucha demanda de estos productos, pero lo limitamos", apuntó Penadés, de la valenciana Ontinyent.
Sin excesos entre créditos y depósitos
La balear Pollença dijo que nunca superó el 85% del ratio de créditos sobre depósitos, mientras que en el sector algunos bancos y cajas alcanzaron el 200%, es decir, prestaban el doble de lo que tenían en recursos de los clientes. Las tres entraron en la crisis con baja participación inmobiliaria, incluso alguna entidad solo prestaba cuando ya estaba concedida la licencia para evitar la especulación con los promotores.
Muchos aclararon que no llegaron a ese bajo nivel de créditos gracias a que evitaron la financiación de grandes infraestructuras de las comunidades autónomas porque tampoco tuvieron vinculación política en la gestión.
En segundo lugar, destacaron la importancia del tamaño para poder llevar a cabo el objeto social. Criticaron las presiones de reguladores y de los medios de comunicación para favorecer las fusiones que luego se demostraron negativas en muchos casos, dijeron, y que con sus 20 o 40 oficinas han podido cumplir con su objetivo social y fomentar el desarrollo de sus colectivos, en el caso de los ingenieros, o de sus regiones. Advirtieron de que la actual concentración bancaria favorece la exclusión financiera y la menor competencia entre entidades, algo que se refleja en el abandono de barrios de algunas ciudades y zonas rurales.
Interferencias políticas
El tercer factor es la gestión enfocada en sus clientes o los intereses sociales de la entidad, "con ausencia de interferencias políticas y con respeto a la profesionalidad en la gestión", como se apuntó desde la entidad balear. Este factor social, dijeron, les ha servido para crecer en la crisis porque ha transmitido confianza y prestigio entre la clientela tras ver cómo se comportó el resto del sector.
Desde la Caja de Ingenieros se resumió su orientación al cliente al decir: "No emitimos productos complejos, no establecimos cláusulas suelo, no dimos hipotecas basura, no concedimos hipotecas por más del 80% del valor de la vivienda, no emitimos preferentes, no participamos en el crédito promotor y no tenemos activos fiscales diferidos que podrían afectar a nuestro ratio de solvencia futura".
La presidenta del Comisión, la diputada de Coalición Canaria, Ana Oramas, agradeció las comparecencias diciendo que las cajas habían demostrado que "los pequeños ganaron a los grandes en la crisis financiera" y les agradeció su gestión sensata, cercana, honrada y de servicio a sus comunidades. "Ha sido un honor tenerlos en la Comisión", afirmó.
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