Bufetes contra robots
Simon Beswick, consejero delegado de Osborne Clarke, augura que los abogados no serán reemplazados por máquinas
Simon Beswick es consejero delegado internacional de Osborne Clarke, firma que ha asesorado este año en la refinanciación de Grifols, por un importe de 5.900 millones de euros, en la que puede considerarse como una de las operaciones más importantes de España en los últimos 10 años. Esta firma, que cuenta con tres oficinas en territorio español —Barcelona, Madrid y Zaragoza—, ha anunciado recientemente sus resultados financieros al cierre del ejercicio 2016/2017 con unos ingresos en el ámbito mundial de 245,1 millones de euros, un 12% más que el año anterior. La combinación entre los servicios jurídicos tradicionales y la apuesta por nuevas industrias emergentes es, según Berwick, la clave del éxito del despacho: “Estamos mejor posicionados que la mayoría de los bufetes para asesorar a los clientes sobre los cambios que se están produciendo y los que están por llegar”.
La digitalización está imponiendo en las organizaciones, incluidos los despachos, una forma diferente de moverse en el mundo y de trazar su estrategia de expansión internacional. En este sentido, el plan de expansión de Osborne Clarke, según señala Beswick, “está enfocado a estar presentes allí donde se producen los cambios en la industria, donde surgen nuevas industrias como el bitcoin y en áreas de innovación donde se está gestando la próxima generación de negocios”. Es lo que ha llevado a la firma a ampliar su radio de expansión fuera de Europa y a entrar en el continente asiático a través de sucursales en Shanghái, Hong Kong, Singapur y Bombay: “Tratamos de extender la firma en los centros financieros clásicos tradicionales, pero también donde la innovación está teniendo lugar, lo que provoca que además de expandirnos por Europa lo hagamos en el continente asiático o Estados Unidos”.
Nuevas aptitudes
El consejero delegado de Osborne Clarke explica cuáles son las aptitudes que más valoran en las nuevas generaciones de abogados. Además de las capacidades tradicionales, como contar con un buen expediente académico, se espera que sean capaces de aplicar la ley en el contexto de los problemas del cliente y encontrarles solución. “Los despachos cuentan con más clientes internacionales que quieren operar en otros países. Por ello, es necesario que los abogados tengan la capacidad de conocer y entender otros sistemas jurídicos y cómo se trabaja en otros países”, apunta Beswick. Subraya que en Osborne Clarke también dan mucha importancia a que sus profesionales tengan interés en la industria del cliente: “Queremos abogados que tengan ganas de aprender sobre nuevos sectores”. Sin obviar, por supuesto, que el abogado del mañana tendrá que ser un usuario avanzado de las herramientas tecnológicas. “No es necesario que sepa escribir código porque para ellos ya hay otras personas especializadas en tecnología, pero sí necesita ser muy bueno analizando los datos y utilizando la tecnología”. En relación con ello, reclama que el sistema educativo acompañe estos cambios en la profesión y “que las universidades incluyan en los grados en Derecho materias como el análisis de datos o ingeniería de software”.
El bufete Osborne Clarke también cuenta con oficinas en San Francisco, Nueva York o Silicon Valley. La apertura de esta última en la cuna de la tecnología fue, según Beswick, que estuvo al frente de ella durante dos años, “fundamental para entender dónde se invierte el dinero, conocer la tecnología más puntera, las nuevas áreas de negocio y acceder al contexto de la nueva generación de clientes”.
En cuanto a la situación del mercado de los servicios legales, este directivo, firme defensor del cambio, reconoce que los servicios profesionales están todavía a la cola en lo que a transformación digital se refiere. Señala que los abogados “sí están investigando cómo trabajar con inteligencia artificial”, pero asume que es algo que aún no está desarrollado y que, por ahora, nadie lo usa activamente. No obstante, el abogado cree que “sí se está buscando cómo aplicar estas formas de trabajo en unos años”.
Proceso de renovación
Por su parte, el máximo dirigente de Osborne Clarke en el mundo considera que en el mercado legal español se están produciendo movimientos y que, a pesar de que existen menos start-ups que en otros países como Estados Unidos o Reino Unido, las grandes firmas de abogados se están renovando. En definitiva, Beswick se muestra optimista y afirma que los abogados “son lentos adoptantes, pero rápidos seguidores”.
Lo que sí empieza a ser más visible en la actualidad es el cambio en la forma de trabajar por parte de las nuevas generaciones de abogados. Hoy en día, los profesionales del derecho tienen que estar disponibles para sus clientes 24 horas siete días a la semana y eso es algo con lo que, tal y como señala Beswick, “la nueva generación de abogados, que ronda los 25 años, se siente cómoda si, a cambio, les proporciona mayor flexibilidad para organizar su tiempo e incluso elegir el entorno en el que trabajar”.
Es por ello que Osborne Clarke está probando un nuevo lugar de trabajo en sus oficinas de Singapur y Reino Unido, semejante al modelo de oficinas de compañías como Facebook, es decir, un espacio abierto, colaborativo y cambiante. Todo ello con el objetivo de “sacar lo mejor de los abogados a través de un buen entorno de trabajo”. Aunque admite que construir un ambiente laboral para diferentes generaciones supone todo un reto: “Mientras que este tipo de espacios de trabajo funciona bien para abogados de 25 años, aquellos que rondan los 55 se muestran más reticentes, pues prefieren tener su propio despacho y trabajar bajo la protección que les da tener muros a su alrededor”.
Pero no sólo la forma de trabajar está cambiando, también el modo de prestar los servicios. La digitalización junto con la globalización abre un mercado enorme para los despachos. “Con la aparición de las redes sociales e Internet ahora podemos distribuir nuestro conocimiento al instante a gente de todo el mundo y, en consecuencia, podemos prestar servicios en muchas más jurisdicciones, algo que antes no era posible”. Y añade que la digitalización permite también “crear despachos de abogados más eficientes y una reducción de los costes de los servicios jurídicos”. Además, en su opinión, en un tiempo los servicios legales “serán proporcionados por la combinación de abogados e ingenieros que trabajen para los bufetes e incluso se verá a los abogados trabajar con las máquinas, pero en ningún caso serán reemplazados por éstas”.
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