Becas para quienes no pueden pagar un máster en Stanford
Formarse en las mejores escuelas de negocios del mundo va desde los 3.250 euros, por un curso de tres días, a los 88.000 del MBA
Tener y no tener. Como en el libro de Hemingway, la educación de grado y posgrado parece dividirse en esa frontera. Entre quienes pueden pagar las matrículas de las grandes escuelas de negocios y entre quienes no. Entre quienes pueden acceder a una enseñanza pública y privada de posgrado cada vez más cara y entre quienes no. El mundo se parte por ese título de novela. Sobre esta brecha arraiga la inequidad y el elitismo.
Estudiar un año en Harvard le costaría a un trabajador medio de Sierra Leona cien años de su sueldo y de su vida. Bastante más al norte, en el Reino Unido, las universidades de Oxford y Cambridge exhiben la tiranía de sus pupitres. El 74% de los jueces más importantes han pasado por sus aulas, pero también el 54% de los principales periodistas y un 47% de los políticos que integran el consejo de ministros. Poco importa que en sus clases solo se eduque el 2% de todos los licenciados británicos. Esos números ocultan la gramática de una certeza. “Hay una desigualdad tremenda a la hora de acceder a la universidad en todo el mundo. Es urgente que el Gobierno o las fundaciones privadas ayuden a resolver este problema”, alerta Mauro Guillén, profesor de la escuela de negocios Wharton en Pensilvania.
Este es uno de los retratos que deja el planeta que habitamos. Por eso cuando los chicos se sientan en algunas de esas clases echan cuentas. Estudiar cuatro años en Caltech (Instituto Tecnológico de California) cuesta 230.000 dólares (200.000 euros). A cambio “garantiza” un retorno de la inversión de 973.000 dólares (852.000 euros) en dos décadas. Esta aritmética es un canto de sirenas muy contagioso. En la universidad de Stanford una inversión de 118.000 dólares (103.000 euros) devuelve 854.000 dólares (748.000 euros). Similar viaje se puede recorrer a través de Princeton, Georgia Tech, Colorado School of Mines o Carnegie Mellon.
El sistema debe servir, sobre todo, para redistribuir oportunidades, no solo para premiar a los currículos más brillantes
Por fortuna, en España, las aguas bajan por otros cauces. La educación superior no es gratuita como en Alemania, Dinamarca o Grecia, pero las universidades y las escuelas de negocios amortiguan el esfuerzo a través de un poblado ecosistema de becas y ayudas. Esade, por ejemplo, ha otorgado durante este curso 262 ayudas al talento. La cifra más alta de su historia. Y si alguien llama a la puerta, se le escucha. “Hemos concedido el 63% de todas las becas solicitadas en programas de grado”, apunta Josep Franch, decano del centro. En total, 2,8 millones de euros. La vía para que la brecha sea cada vez menor y más estudiantes alcancen una educación que exige un tributo en esfuerzo y dinero. Por ejemplo, un Máster en Administración de Empresas (MBA) presencial en Esade cuesta 64.900 euros.
Hoy la factura de la educación superior parece un peaje obligado. Los jóvenes saben que en un mundo global, competitivo y con poco trabajo, sentarse en las aulas de una escuela de negocios o cursar un determinado máster puede ser la diferencia entre una vida precaria y otra holgada. Estos días, en el Instituto de Empresa (IE), decenas de alumnos acuden con ese pensamiento en la cabeza. “Nuestro objetivo es que nadie se quede fuera por motivos económicos”, sostiene Martin Boehm, decano de IE Business School. Hay fórmulas. Algunas tradicionales (rebaja de matrícula, becas, financiación propia y externa); otras innovadoras. La escuela mantiene acuerdos con varias entidades que financian tanto los estudios como los gastos de manutención y alojamiento. A cambio, el alumno aporta durante 10 años un porcentaje de su salario futuro.
En los pupitres del IESE, reconocen que la “brecha existe”. Pero surgen alternativas para acceder a sus aulas. Formarse en una de las mejores escuelas de negocios del mundo -según los rankings- va desde los 3.250 euros que cuesta un Programa Enfocado (tres días de duración) a los 88.150 del MBA (dos años). Pero existen asideros. El Banco Sabadell respalda lo que llaman “créditos al honor” para los cursos de postgrado. Solo con ser admitido en un programa MBA el alumno obtiene el préstamo, y con dos años de carencia. “Otra posibilidad es cursar estos estudios a tiempo parcial mientras se trabaja”, indica José Ramón Pin, profesor del IESE.
A veces, circula un viento obstinado en contar que las escuelas de negocios son las pizarras de unos pocos. Un cliché. “Somos una institución privada y no contamos con ninguna ayuda estatal, por lo tanto nuestros precios son superiores a las instituciones públicas. Pero siempre hemos mantenido una política de costes medios para evitar convertirnos en una escuela elitista o centrada solo en las clases altas”, narra Felipe Llano, director adjunto a la Dirección General de ESIC. En su caso, las palabras adquieren forma a partir de un sistema de becas que prima desde el talento académico a la procedencia internacional de los estudiantes.
En un mundo competitivo, cursar un determinado máster puede ser la diferencia entre una vida holgada y una precaria
Códigos similares maneja el Instituto de Estudios Bursátiles (IEB). Ofrece ayudas que cubren todo el importe de la carrera para los alumnos con los mejores expedientes en Bachillerato. Además el 30% de sus estudiantes de posgrado acuden con beca a las aulas. “Venimos de años muy duros donde las familias han sufrido mucho por la larga crisis económica. Y la educación pública se resiente”, avisa Luis Escrivá de Romani, jefe del Departamento de Orientación Profesional del IEB.
Las tasas universitarias suben con fuerza en Madrid y Barcelona desde 2012. Todas las vías que faciliten la entrada de los estudiantes son bienvenidas. “Somos una institución sin ánimo de lucro y tenemos los precios muy contenidos”, defiende Antonio Obregón, vicerrector de Ordenación Académica y Profesorado de Comillas ICAI-ICADE. “Además contamos con un programa de becas, ayudas al estudio y préstamos para que la razón económica no excluya a nadie”.
Esa lucha contra la inequidad se repite en todas las escuelas de negocios y universidades españolas. Desde 1952 la Universidad de Navarra lleva caminando esos pasos. Durante décadas ha reflejado una imagen elitista, algo que hoy contradicen los números. La renta per cápita media del alumno del centro es de 10.700 euros y el 35% de quienes cursan algún grado lo hacen con becas o ayudas. Incluso tiene una aplicación -describe Álvaro Balibrea, director del servicio de admisión del centro- que ofrece un coste personalizado a cada candidato según los estudios que quiera cursar, su renta familiar y su expediente académico.
Frente al universo privado, el espacio público ensaya sus estrategias. Ha entendido la gran demanda que tienen ciertos cursos que proponen las escuelas de negocios y buscan captar esos estudiantes. En la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) cuentan con másteres en los que hay tres candidatos por plaza y su oferta, concede Virginia Luzón, vicerrector de Comunicación, llega a lugares donde no alcanzan otras instituciones. “Un máster en genética, como el nuestro, no lo impartirá un centro privado porque su oferta está unida a las demandas del mercado laboral”, incide la docente.
Cursos de éxito en la pública
Pese a todo, cada vez el relato resulta más parecido entre ambos tipos de educación. La Universidad Autónoma de Madrid (UAM) comienza a replicar algunos de los cursos de posgrado con más éxito de las escuelas de negocios. Un MBA ya se puede cursar a precios públicos. ¿Cuánto? 3.159 euros. La UAM propone reducir esta fractura a través de un sistema de becas y ayudas del Ministerio de Educación que se entrelazan con el fondo social de estudiantes de la propia universidad madrileña, resume Mayte Parra, vicerrectora de Estudios de Posgrado.
La Universidad Pompeu Fabra (Barcelona), de titularidad estatal, ofrece a 30 alumnos admitidos en sus cursos de máster ayudas de 2.000 euros para atender a las clases. También conceden becas-salarios a chicos con escasos recursos económicos que llegan a la universidad por primera vez. Y la Universidad Complutense propone este curso dos millones de euros en becas para iluminar el horizonte. “Porque es negro”, califica Julio Contreras, vicerrector de Estudiantes de la institución madrileña. “Para muchas familias con pocos ingresos la universidad pública es una cuesta arriba”. De ahí que las becas deban ser sobre todo un sistema de redistribución de oportunidades, no un premio a los currículos más brillantes. Esta es la idea que defiende el centro.
El ecosistema público trata de dibujar una retícula para que ningún alumno se quede fuera. “Existe un efecto barrera que impide a ciertos estudiantes acceder a la educación superior, independientemente de su currículo”, se queja Sergio Jiménez, decano de la Escuela de Organización Industrial (EOI), entidad que aplica una bonificación del 40% en sus estudios a profesionales que estén en paro y, a través de su programa de becas, el coste de la matrícula puede reducirse un 90%.
El mercado de la educación moverá en el mundo 5,5 billones de euros en 2020 y dentro habrá 175.000 millones reservados a la privada. Tanto dinero tensa el riesgo de una visión mercantilista de los pupitres. “Instituciones como el MIT o Harvard han creado los MOOC [acrónimo inglés de curso online gratuito y abierto], pero ahora les toca rentabilizarlos. Todo está abierto pero si alguien quiere el título tendrá que pasar por caja”, avisa Marina. Contra este mundo desigual e injusto, universidades y escuelas de negocios españolas tienden puentes sobre río que se desborda entre tener y no tener.
“El actual modelo de becas sacrifica la equidad”
Las palabras de Ángel Gabilondo (San Sebastián, 1949) hienden el aire y golpean el pensamiento. Duras y francas. El exministro de Educación y actual portavoz del PSOE de la Asamblea de Madrid tiene la universidad en la cabeza. Conoce el terreno y las frases. “El sistema vigente de becas, y la subida de las tasas universitarias, han supuesto que más de 100.000 alumnos hayan sido expulsados de la educación”, lanza. Pero también reconoce la fuerza de las universidades españolas y las posiciones “envidiables” de las escuelas de negocios en los rankings internacionales. Asume la luz y la oscuridad.
Pregunta. Vamos hacia una educación de grado y posgrado cada vez más cara. ¿Cómo se puede frenar esta inercia?
Respuesta. La entronización del lenguaje economicista y la concepción mercantilista ha llegado a la educación en la forma de hacer de ella algo inmediatamente útil para el éxito lucrativo. Ello ha llevado a considerarla una inversión de la que se esperan unos beneficios. Esto ha conducido a una educación regida por la ley de la oferta y la demanda, lo que ha producido, asimismo, no siempre la producción de un proceso de excelencia sino que, no pocas veces, ha generado verdaderos vulnerables de la educación terciaria y superior. Postergando a quienes no tienen recursos suficientes.
P. ¿Universidades y escuelas de negocios están siendo eficaces a la hora de enfrentar ese desafío?
R. Con el aumento de las tasas de las universidades públicas en algunas comunidades autónomas, especialmente en Madrid, no se ha logrado que las que tienen ánimo lucrativo superen en calidad a las públicas. El desafío ha de ser la especialización de las universidades y, a partir de ahí, se podrá llegar a resultar atractivo para el estudiante y el investigador. La convivencia de diferentes modelos de educación superior ha de basarse en una educación pública de alta calidad.
P. ¿El actual diseño de becas y ayudas es el apropiado? ¿Y su cuantía?
R. No se puede aceptar un modelo que implica una regresión importante en un derecho fundamental como es la educación, que sacrifica la equidad que había constituido una de nuestras mayores fortalezas educativas y deja un futuro de oportunidades educativas solo accesible para unos pocos. En los últimos cinco años la cuantía media de las becas de estudios ha bajado en un 27% y se han perdido más de 300 millones de euros. A la vez, otras modalidades de becas también se han reducido considerablemente, como las Erasmus que han perdido la mitad de su presupuesto o las Séneca, que han desaparecido.
P. Martha Nussbaum, premio Príncipe de Asturias, sostiene: "Estamos en el centro de una crisis de proporciones masivas y significado global, una crisis que, a largo plazo, puede dañar el futuro del sistema democrático: una crisis educativa mundial". ¿Exagerado?
R. Efectivamente, la capacidad de pensar y de crear, de concebir otras realidades más justas y, sobre todo, de comprender e incorporar a los otros, se ve resentida por una educación tecnocrática, que en nombre de la eficacia propone formas más o menos sofisticadas de docilidad. El conocimiento sin valores es inquietante.
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